BRASIL: Investigación científica será cada vez más femenina

Ganar un Premio Nobel científico parece un sueño lejano para Brasil. Pero hay quienes lo creen posible y apuestan en la relevancia de la contribución de Johanna Dobereiner a la agricultura y a la investigación agrobiológica.

Un grupo de científicos recoge firmas para presentar este año su nominación al Premio Nobel de Química.

Dobereiner, checa de origen, llegó a Brasil en 1950 y se nacionalizó. Graduada en agronomía en Alemania, sigue activa a los 71 años, como el alma del Centro Nacional de Investigaciones en Agrobiología, en Seropédica, cerca de Río de Janeiro.

Su padre, químico, enfrentó la prisión en la Alemania nazi durante la segunda guerra mundial, por haber ayudado a judíos, y uno de sus tres hijos fue asesinado por asaltantes en Sao Paulo.

Sus estudios y experiencias, iniciados en los años 50, ayudaron a hacer de Brasil el segundo mayor productor mundial de soja, superado sólo por Estados Unidos, y con costos excepcionalmente bajos, incluso ambientales.

El objeto de sus investigaciones son bacterias que, viviendo en las raíces, recogen el nitrógeno del aire, alimentanndo las plantas y enriqueciendo el suelo.

Las investigaciones y la labor de Dobereiner junto a sus colegas fueron decisivas para diseminar esa fertilización natural, conocida desde principios del siglo, en la sojicultura brasileña.

Hoy prácticamente todas las semillas de soja ya vienen inoculadas con las bacterias identificadas como las más eficaces en el suelo y el clima. Brasil se tornó así el primer país en eliminar la necesidad de fertilizantes nitrogenados en la siembra de esa leguminosa.

La revista brasileña Veja, que difundió el perfil de Dobereiner a fines de agosto, señaló que esa técnica representa para el país un ahorro anual de 1.500 millones de dólares y un total de 30.000 millones desde los años 60.

La científica dijo a IPS tener conocimiento de estimaciones superiores, de hasta 2.400 millones de dólares anuales.

Flavio Moscardi, investigador del Centro Nacional de Investigación de Soja, confirma que la reducción de costos es muy elevado, ya que más de 11 millones de hectáreas de soja dejan de consumir nitrógeno, un nutriente caro, argumentó.

Dobereiner considera que su mayor contribución consistió en llevar el proceso a la caña de azúcar, que también acoge esas bacterias y puede por tanto prescindir del fertilizante nitrogenado. En India, señaló, ese abono "representa 70 por ciento de los costos' '.

La técnica ya es usada en la región azucarera al norte de Río de Janeiro, pero en Sao Paulo, el estado de mayor producción, hubo resistencias que ella atribuyó a intereses de la industria de fertilizantes.

Además de reducir costos y aumentar la productividad, las bacterias son benéficas para el medio ambiente. Producen "un efecto invernadero al revés", porque consumen el gas carbónico (CO2) que las plantas sacan del aire por la fotosíntesis, explicó.

En el caso de la caña, hay doble beneficio por favorecer la producción de alcohol que sustituye la gasolina, uno de las mayores fuentes de los gases que están calentando la tierra.

Ahora la científica, cuyo reconocimiento internacional la hizo miembro de las Academias de Ciencas del Vaticano y del Tercer Mundo, investiga como llevar sus bacterias nitrogenadoras a la palmera de dendé, cuyo aceite puede reemplazar otro derivado de petróleo que envenena el planeta, el combustible diesel.

Aunque rechaza cualquier consideración de género en su área de trabajo y argumenta que quien es capaz obtiene reconocimiento, su influencia hizo del Centro de Agrobiología un instituto excepcional en términos de participación femenina, señaló la bióloga María Cristina Prata Neves, su ex discípula.

De 29 investigadores, 10 son mujeres, una proporción única en el sistema estatal de unos 40 centros que componen la Empresa Brasileña de Investigaciones Agropecuarias (Embrapa), observó Prata Neves, de 46 años, quien hace 24 está vinculada a la unidad agrobiológica que presidirá próximamente.

"Son pocas las mujeres en los demás centros de la Embrapa" y en general se dedican a la microbiología, bioquímica, "cosas chicas, de microscopio, de detalles, más asociadas a la cultura femenina", destacó.

Hay jefas en área de investigaciones, nunca en tareas de campo ni en las jefaturas máximas, añadió.

Pero esa bióloga ligada a la agronomía por admirar el trabajo de Dobereiner, prevé para muy pronto un predominio femenino en las ciencias aún dominadas por varones en Brasil.

"Las mujeres están estudiando más, son mayoría en los cursos de posgrado, quizás porque tienen más dificultades para obtener empleo", argumentó.

Dobereiner es "el gran ejemplo" y merece el Premio Nobel, se entusiasma Prata Neves, que luego de la soja, ahora estudia la forma de aprovechar el nitrógeno del aire en frijoles que soportan las sequías y la pobreza del noreste brasileño. (FIN/IPS/mo/ag/sc/96

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