PORTUGAL: Duras criticas a Spinola en el día de su funeral

La muerte el martes 13 y el funeral hoy del mariscal Antonio de Spinola, el primer presidente de Portugal de la era democrática inuagurada en abril de 1974, hizo revivir viejas rencillas internas y polémicas sobre la descolonización del imperio lusitano.

Mientras en las ceremonias fúnebres de este miércoles participó el presidente de Guinea-Bissau, Joao Bernardo Vieira, el comandante Nino, "enemigo número uno" del gobernador Spinola durante la guerra colonial, los "capitanes de abril" no asistieron a los actos.

Ante el deceso de la destacada figura pública, Portugal no aplicó su refrán "de los muertos o se habla bien o no se habla", al cundir duras críticas al mariscal, nombrado presidente en mayo de 1974 por los mismos capitanes que le forzaron a renunciar al cargo cinco meses después.

El fuego lo abrió Otelo Saraiva de Carvalho, el más carismático de los capitanes que depusieron la dictadura instaurada en 1926. Con grado de mayor ocupó los cargos de jefe de la plaza de Lisboa y del Comando Operacional del Continente (COPCON), los guardias, vigías y garantes de la revolución.

"Gran jefe militar", pero político con nota "extremamente negativa", según De Carvalho, mientras el mariscal Francisco da Costa Gomes, nombrado por los capitanes reemplazante de Spinola en septiembre de 1974, le consideraba "un dictador potencial".

Costa Gomes llega más lejos, al sostener que el libro "Portugal y el Futuro", publicado en febrero de 1974 y considerado un detonante de la revolución, "no lo escribió Spinola, sino dictó sus ideas al capitán Jorge Pereira da Silva, un muchacho muy inteligente que le hacía los discursos".

El general Vasco Goncalves, primer ministro en 1975 y líder del sector comunista del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), explicó que en la época le nombraron presidente y a Costa Gomes en el máximo cargo militar porque "Spinola como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas habría sido peligroso".

"La inteligencia política y militar de Costa Gomes es sin comparación superior a la de Spinola, hecho que se verificó durante la guerra colonial y después en el proceso político del 25 de abril", opinó el general, al tiempo de recordar que su principal tarea como primer ministro, fue enfrentar a Spinola.

Pero las críticas más duras a Spinola en el día de su funeral provinieron de un civil, el periodista y cineasta Vicente Jorge Silva, director del diario independiente Público, de Lisboa.

"El mariscal Spinola figurará en la historia no por una hazaña militar de relevancia o por su actividad como político, sino por haber escrito un libro", señaló Silva.

Subrayó que la obra "Portugal y el Futuro" fue tal vez "la mayor de las paradojas del destino de un hombre que como general de ejercito, se distinguió sobretodo por su confesión de impotencia de derrotar al enemigo por la fuerza de las armas".

La obra de Spinola reconocía que ya en 1973, Portugal había perdido la guerra en Guinea y que las soluciones en Angola y Mozambique tampoco podían ser militares, proponiendo una autonomia federalista a las colonias africanas.

Según el director de Público, "fue la constatación que era imposible ganar la guerra en Africa en el plano militar lo que llevó a Spinola a escribir el libro", pero cuando fue publicado, "el diagnóstico del general ya era tardío y retórico" y "el 25 de abril no fue obra de un libro".

Como gobernador de la entonces Guinea Portuguesa (1969-1973), Spinola creyó posible "encarar una solución federalista para el problema colonial", deseando implantar un modelo de "gran jefe blanco" para Africa, añadió.

Cuando "el movimiento de los capitanes salió a la calle (el 25 de abril de 1974), pretendió 'domésticar a sus muchachos', intentando encuadrar el nuevo régimen en un autoritarismo suave y en una personificación del poder enteramente desajustado al movimiento libertario y a las aspiraciones democráticas", dijo.

Como jefe político, Spinola "reveló una inepcia desastrosa para comandar o influenciar positivamente los acontecimientos" y en vez de controlar los hechos "con lucidez y sabiduria, se descontroló y, en el fondo, ayudó a la radicalización del país", recordó Silva.

Tras su renuncia al cargo en septiembre de 1974, "ocurrió la aventura patética y la humillación del 11 de marzo" (de 1975, cuando intentó un golpe militar conservador), siendo derrotado por los militares de izquierda y huyendo a España y a Brasil.

A partir de allí, fundó un movimiento dedicado a colocar bombas e incendiar sedes del Partido Comunista, lo que según Silva le hizo "quedar reducido a jefe de un bando clandestino de extrema derecha".

Cada vez más "amargado y distante del sueño de pasar a la posteridad como un (Charles) De Gaulle portugués", sería Mario Soares, "el hombre que acabó por sustituirlo en el papel de padre fundador de la democracia portuguesa, quien recuperó a Spinola del ostracismo y el olvido de la historia", acotó.

En un gesto que Silva calificó de compasivo, el ex presidente Soares (1986-1996), al nombrarle en el decorativo cargo de canciller de las órdenes militares, marcó "un fin de carrera bien melancólico para el general que abrió la caja de pandora del 25 de abril y que fue la primera víctima de sus prodigios". (FIN/IPS/mdq/ag/ip/96

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