Dividida por asuntos políticos, la comunidad indígena triqui, ubicada en el estado mexicano de Oaxaca, camina hacia el exterminio. En los últimos ocho meses 30 asesinatos se sumaron a un expediente de violencia que habla de 500 muertes y 8.000 huérfanos en menos de siete años.
A pesar de conservar características étnicas y lingüísticas homogéneas y una historia común de resistencia, que los historiadores afirman data de hace más de 2.000 años, los triquis viven desde hace dos décadas en continua pugna por problemas agrarios y conflictos políticos.
Información oficial recogida por el diario mexicano La Jornada en notas publicadas este lunes y martes señala que los enfrentamientos entre los nativos recrudecieron los últimos ocho meses causando 30 nuevos asesinatos y varias violaciones de mujeres.
En ese mismo período la policía detuvo en la zona donde vive la etnia, a 500 kilómetros al sureste de la capital mexicana, a seis personas por causar lesiones y a dos por homicidios cometidos en años pasados.
Roberto Martínez, jefe de la Procuraduría General de Justicia del estado de Oaxaca, expresó que es difícil esclarecer los crímenes y abatir la violencia entre los triquis pues "la gente no colabora, calla, no dice nada".
La policía sostiene que la impunidad reina en la zona e indica que los nativos no denuncian los asesinatos, sino que "después se los cobran".
La violencia se apoderó de los triquis al vivir un proceso de resistencia y confrontación con la cultura occidental, que gestó organizaciones políticas marcados por afanes de control y poder, dijo a IPS la antropóloga Silvia Milán.
Los cerca de 13.000 nativos triquis que quedan en México son descendientes de una cultura de más de 2.500 años de antigúedad, que primero fue dominada por otros grupos nativos, como aztecas y mixtecos, y luego por los llamados "conquistadores" europeos.
En un estudio realizado por Milán se afirma que el nombre autóctono de la etnia se ha perdido quedando el nombre impuesto por los europeos (triqui), que en lengua vernácula de la zona significa "basura" o "lo que no sirve".
"La gente ya no cultiva la tierra porque entre los matorrales hay hombres armados que están cazando a sus enemigos, no importa que sea hombre o mujer, niño o adulto", declaró el indígena Felipe Francisco, miembro del Movimiento de Unificación de la Lucha Triqui (MULT).
Francisco reconoce que los enfrentamientos se producen por el afán de control político entre su organización y los simpatizantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobierna México desde hace más de seis décadas.
"Nadie quiere ceder, si hoy matan a alguien del MULT, mañana tendrá que morir uno del PRI. Así es la ley en este lugar y poco nos interesa si pertenece a nuestra familia o raza", declara el nativo.
Autoridades nacionales han intentado intervenir en el conflicto interno del pueblo triqui, con presencia policial o mediación de personalidades, pero han fracasado. La violencia sigue reinando y cobrando víctimas.
La situación es difícil de entender y solucionar, sostuvo la antropóloga Milán, quien vaticina que de continuar la violencia el pueblo triqui desaparecerá.
Un diagnóstico de las oficinas de Seguridad Nacional indica que en las poblaciones triquis existen armas de alto poder, compradas con dinero enviado desde Estados Unidos por más de 7.000 nativos que los últimos años migraron huyendo de los enfrentamientos.
La violencia está provocando la desintegración de los triquis por la indiferencia del Estado, declaró Martín Apacleto, dirigente del PRI en la zona de conflicto.
En la zona indígena triqui 65 por ciento de la población es analfabeta, 15 por ciento bilingüe y 85 por ciento sólo habla la lengua vernácula.
Los triquis son parte de los alrededor de 12 millones de indígenas que viven en México, país donde aún se hablan más de 60 lenguas distintas. (FIN/IPS/dc/dg/pr/96)
