Las organizaciones que luchan con las armas por la independencia de Cachemira, en el extremo noroeste de India, redoblarán la violencia para sabotear las elecciones del mes próximo en esa región, según creen los observadores políticos.
Sólo los grandes partidos nacionales, la regional Conferencia Nacional y candidatos independientes intervendrán en los comicios anunciados para el estado de Jammu y Cachemira, pese al esfuerzo del gobierno por lograr la participación de los separatistas.
Cinco grupos rebeldes musulmanes anunciaron que lucharán unidos por impedir los comicios, convocadas para elegir a los 87 miembros de la asamblea del estado después de un intervalo de nueve años.
Las organizaciones separatistas sostienen que las elecciones no resolverán la cuestión de Cachemira, una región habitada principalmente por musulmanes que en el pasado enfrentó en guerra a India y Pakistán y que mantiene tensas las relaciones bilaterales.
"Se trata de un conflicto histórico, y no se puede solucionar simplemente por el voto ni mediante concesiones económicas a la población", advirtió Abdul Ghani Butt, portavoz de la Conferencia Hurriyat, una alianza de 30 partidos separatistas favorable a los insurgentes.
La Conferencia Hurriyat, a la que los analistas adjudican peso fundamental en el escenario político de Jammu y Cachemira, exige la realización de un plebiscito para decidir el futuro del estado.
La violencia estalló en 1990 y muy poco después, el gobierno federal intervino el estado, destituyendo a las autoridades surgidas de elecciones.
Jammu y Cachemira nació en 1949, del reparto de Cachemira entre India, un país de religión predominantemente hindú, y Pakistán, de fe islámica. Las fuerzas separatistas están divididas entre quienes promueven la independencia y los partidarios de la incorporación del área a Pakistán.
"Nuestro voto no tendrá valor más que en el papel, y no mejorará la situación" de Jammu y Cachemira, dijo Mohammed Yousf, un comerciante radicado en Srinagar, la capital de verano del convulsionado estado.
El acoso de las organizaciones armadas a los dirigentes leales a Nueva Delhi aumentó después de las elecciones parlamentarias nacionales de mayo, y 28 políticos, entre los que se contaba un ex legislador, fueron muertos a balazos desde entonces.
Mientras, la Conferencia Hurriyat emite señales de disenso. Un día después de conocerse la fecha de las previstas elecciones en el estado, la coalición expulsó de sus filas a Shabir Ahmed Shah, uno de sus líderes.
Según Hurriyat, la expulsión de Shah se debió a que ese dirigente ignoró la orden de la coalición de boicotear la visita a Caechemira del embajador de Estados Unidos en India, Frank Wisner, y del ex primer ministro indio Vishwanath Pratap Singh.
El malestar de Hurriyat con Wisner se debe a un discurso que el embajador estadounidense pronunció en Pakistán, en el que destacó el esfuerzo de Nueva Delhi por pacificar Cachemira.
Pero, según observadores políticos, Shah fue despedido por sostener que Hurriyat no apoya la ecelebración de elecciones por temor a que la votación consagre una administración regional favorable a India.
Los separatistas consideran que su boicot restará credibilidad a los comicios y a las autoridades electas.
El primer ministro H.D. Deve Gowda, el único gobernante indio que ha visitado Jammu y Cachemira desde el estallido de la violencia en 1990, aseguró públicamente que su administración está dispuesta a conceder "la máxima autonomía" a ese estado.
Gowda anunció que discutirá la autonomía de Jammu y Cachemira con el gobierno local regional a instalarse tras las eleccionearse tras las elecciones. (FIN/IPS/tra-en/pms/mu/ff/ip/96