La derechista Coalición Cristiana dio un paso al costado frente a las cámaras de televisión en la Convención del Partido Republicano de Estados Unidos esta semana, pero su influencia está lejos de haber disminuido.
Por el contrario, el conservadurismo religioso dominó el debate para la plataforma electoral del partido, y, además, tiene en su poder un pagaré cuyos réditos no vacilará en cobrar si el candidato republicano a la Presidencia, Bob Dole, gana los comicios de noviembre.
El tumulto y el griterío que pusieron fin esta semana a la Convención Nacional en la ciudad californiana de San Diego dejaron la impresión de que el Partido Republicano dejó atrás la languidez y el divisionismo que pareció apoderarse de la campaña de Dole antes de que fuera designado formalmente este jueves.
Muchos atribuyen el estallido de entusiasmo que dio un nuevo impulso a la campaña a la actitud de la derecha religiosa, que se alejó tanto del papel central que representan habitualmente en las convenciones republicanas que parecía a punto de hundirse en el océano Pacífico.
Su protagonismo fue asumido por republicanos más moderados, como la congresista Susan Molinari, de Nueva York, quien apoya el derecho al aborto y admitió haber fumado marihuana.
Este cambio dramático provocó dudas. ¿Los cristianos conservadores que controlaban el Partido Republicano se desvanecieron como humo? Absolutamente, no, es la respuesta coincidente de los analistas políticos.
La extremada discreción que mantuvieron los activistas religiosos en San Diego fue una señal de su cada vez más notable e inteligente disciplina política, no de mengua en su influencia.
La derecha religiosa "controlaba la Convención", dijo sin dudarlo Mike Hudson, vicepresidente de Pueblo por el Modo Americano, una organización de defensa de los derechos y libertades civiles.
Para Hudson, hubo "dos convenciones" y la contemplada por la mayoría de la ciudadanía fue la "producción enlatada para consumo televisivo, que fue censurada y saneada".
Rob Boston, de Estadounidenses Unidos por la Separación de la Iglesia y el Estado, coincidió con ese planteo y consideró que el Partido Republicano empleó la convención como cortina de humo.
La convención "real" ocurrió fuera de las cámaras y se reflejó en la plataforma que había sido negociada y aprobada la semana pasada, antes de que la mayoría de los delegados hubieran llegado a San Diego, según Hudson y Boston.
Comandada por la Coalición Cristiana, los activistas de la derecha religiosa desplegaron entonces todo su poder, lo que derivó en la eliminación de ciertos pasajes de la plataforma.
Entre otros párrafos, se borró uno que se refería a la "tolerancia" del Partido Republicano a los distintos puntos de vista sobre el aborto. La idea había sido propuesta por el propio Dole.
"Los derechistas impusieron en la plataforma mucho más que que sus ideas sobre el aborto. También lograron un retroceso en materia de derechos civiles, el desmantelamiento de la separación de la iglesia y el estado y la restricción radical del poder del gobierno federal", advirtió Hudson.
El activista opinó que la Derecha Cristiana "le demostró a Dole quién es el jefe" y ratificó su carácter de "bloque más importante" del Partido Republicano.
Después del éxito que obtuvo en la imposición de sus opiniones en la plataforma, el conservadurismo religioso se ubicó por su propia voluntad en el asiento trasero porque "quería evitar que se repitiera lo que sucedió en 1992", dijo Boston.
La Convención Nacional del Partido Republicano celebrada ese año en Houston, Texas, fue la primera aparición ante el gran público de la Coalición Cristiana, representada en los discursos de sus fundadores, Pat Robertson y Pat Buchanan.
Pero los mensajes de esta corriente fueron considerados extremistas e intolerantes por muchos ciudadanos, lo que dejó en la candidatura del entonces presidente George Bush una imagen negativa que no se pudo revertir en los meses siguientes y permitió el amplio triunfo de Bill Clinton.
El repliegue voluntario de 1996 es una señal de la madurez política de la derecha religiosa, según Hudson. Todo ello indica que "son disciplinados, serios y capaces de controlar a sus delegados", explicó.
Aunque la convención ya se cerró, los observadores suponen que los conservadores cristianos mantendrán la discreción, al menos en el trecho que concluirá en las elecciones de noviembre.
"Ahora, comenzarán una movilización de sus bases. Y lo harán con tranquilidad, bajo el 'radar' de los medios periodísticos nacionales", dijo Hudson, quien recordó que la corriente conservadora prevé distribuir 45 millones de instructivos electorales.
Ni Hudson ni Boston creen que Dole vaya a hacer concesiones a la derecha religiosa durante su campaña, pues el candidato no desea arruinar la imagen de tolerancia que diseñó cuidadosamente para el Partido Republicano para su lanzamiento en San Diego.
Correrá el riesgo de perder los votos de los cristianos conservadores, pero es una apuesta a ganador, pues se trata de un electorado cautivo, sostuvieron los activistas.
"¿A quién más podrían votar? No lo harán por Clinton, por cierto", dijo Boston, quien publicó hace poco un libro de su autoría sobre Pat Robertson, calificado desde el título como "El hombre más peligroso de Estados Unidos".
"Su odio por Clinton es tan grande que votarán por Dole, aunque tengan que taparse la nariz cuando concurran a la urna", ironizó.
Hudson acotó que el único riesgo para Dole es "parecer demasiado moderado", pues los cristianos de derecha "podrían perder el entusiasmo y quedarse en sus casas". Pero no votarán por otro partido, al menos este año.
De todos modos, la derecha religiosa levantará su voz si Dole resulta electo.
"Le sacaron las castañas del fuego en la primaria de Carolina del Sur", recordó Hudson. La Coalición Cristiana decidió respaldar a Dole en esa oportunidad, cuando el candidato recibía los ataques de su contendiente de extrema derecha Pat Buchanan.
"El les debe a ellos más que a cualquier distrito electoral, y ellos están esperando que se les pague", concluyó. (FIN/IPS/tra- en/pz/mk/mj/ip/96
