El candidato del Partido Republicano a presidente de Estados Unidos, Bob Dole, eligió al ex secretario de Vivienda Jack Kemp como complemento de su fórmula, pero aún deberá enfrentar obstáculos en su carrera contra la reelección del demócrata Bill Clinton, que concluirá en noviembre.
La figura de Kemp, de 61 años, otrora jugador de fútbol (americano) profesional, pondrá, seguramente, un poco de entusiasmo a una de las más tediosas campañas presidenciales en la historia estadounidense reciente.
Sin embargo, su designación como candidato a vicepresidente no implica que vaya a reducirse la amplia ventaja de que dispone Clinton sobre Dole, de 73 años, en las encuestas de opinión pública.
Según un sondeo difundido esta semana por el diario The New York Times y el canal de noticias de la cadena CBS, el presidente le ganaría al ex líder de la mayoría del Senado por 56 a 34 por ciento de los votos, si las elecciones fueran hoy.
Esta brecha no sufrido modificaciones sustanciales desde que Dole se aseguró la nominación presidencial en las elecciones primarias republicanas hace más de tres meses.
Si Ross Perot, figura independiente tanto del Partido Republicano como del gobernante Partido Demócrata, ingresara en la carrera, Clinton obtendría 58 por ciento de los votos, Dole retrocedería a 28 por ciento y el multimillonario texano alcanzaría 10 por ciento del electorado.
Estas cifras provocan honda preocupación en el Partido Republicano, que no solo ve cómo se desvanecen las posibilidades de reconquistar la Casa Blanca se desvanecen, pues también advierte que la mayoría en las dos cámaras del Congreso de la que disfruta hace dos años está en riesgo.
Cincuenta y cinco por ciento de los votantes tienen una imagen positiva del Partido Democráta, mientras esa proporción baja a 46 por ciento en el caso del Republicano, lo cual, según The New York Times, constituye un "cambio impresionante" desde 1994, cuando se celebraron las últimas elecciones parlamentarias.
Esta situación podría ser crítica para los republicanos a la hora de las próximas elecciones de diputados y senadores, que se celebrarán en noviembre en forma simultánea a las presidenciales.
Las arcas de campaña del Partido Republicano cuentan con mayor cantidad de dinero, pero eso no es suficiente, pues los parlamentarios que conquistaron sus escaños en 1994 concitaron desde entonces una imagen negativa ante el electorado.
De todos modos, lo que suceda en los próximos meses dependerá de lo que decida la Convención Nacional Republicana que se celebrará esta semana en San Diego, California, cuyos delegados pasaron la semana pasada elaborando la plataforma partidaria con miras a las elecciones.
Los estrategas republicanos confían en que las serias divisiones entre activistas de la corriente denominada Derecha Cristiana y el ala más moderada del partido se acorten en una convención concebida como "un espectáculo televisivo de variedades", en la definición de The New York Times.
Las convenciones partidarias de Estados Unidos se diseñan como apelaciones a la audiencia televisiva y no como instancias de decisión política, según los expertos.
La primer parte de la convención republicana será dominada por celebridades del ala moderada del partido, mientras la última tendrá como protagonista al único dirigente que pudo mellar las posibilidades de nominación de Dole, el ultraconservador comentarista televisivo Patrick Buchanan.
La furiosa actuación de Buchanan en la convención celebrada hace cuatro años en Houston, Texas, le restó votos a la reelección del entonces presidente George Bush. En esa oportunidad, el dirigente la emprendió contra homosexuales, abortistas e inmigrantes.
Los discursos divisionistas fueron descartados por los aliados de Dole, quienes se aseguraron la cooperación del jefe operativo de la Coalición Cristiana, Ralph Reed, la fuerza más organizada del Partido Republicano. Así, la derecha accedió a lucir un rostro moderado frente al electorado.
Al mismo tiempo, Reed se aseguró para sí una cuota de poder sobre el candidato. Pero si el antiabortismo se convierte en un punto fuerte de la convención, decenas de miles de republicanos e independientes que consideran el voto por Dole se inclinarán, en definitiva, por Clinton.
La meta de la convención será modificar la percepción del público hacia el Partido Republicano y devolverlo al centro político del que Clinton se apoderó en enero de este año.
La designación de Kemp es consistente con esta estrategia. Ex deportista, Kemp ha sostenido permanentemente que el partido debería hacer más en favor de negros, estadounidenses de origen latinoamericano y otros grupos sociales empobrecidos.
También se ha manifestado partidario de muchas políticas de inmigración de corte liberal. Y, a pesar de que siempre se opuso a los reclamos abortistas, ha opinado que ese asunto no debía ser clave dentro del partido. Ambas posiciones le ganaron cierta inquina de la derecha cristiana.
Además, siempre fue un ferviente simpatizante del libre comercio y del estado de Israel.
Kemp fue electo miembro del Congreso por primera vez en 1979, el mismo año en que se retiró del equipo de fútbol Buffalo Bills. Mejor conocido por su posición favorable a la asistencia social y económica a los más pobres, compitió por la presidencia en 1988 y fue secretario de Vivienda de Bush.
Como partidario de la ayuda a los sectores empobrecidos, Kemp no debe haberse entusiasmado con la repentina adhesión de Dole al corte de 15 por ciento a los programas federales de asistencia dispuesto por Clinton.
Dole está corriendo contra sus antecedentes, lo cual podría perjudicar su imagen de hombre de principios y "carácter", en contraste con la propensión de Clinton a modificar sus posiciones de acuerdo con las circunstancias políticas. (FIN/IPS/tra- en/jl/mk/mj/ip/96