AMBIENTE: Madereros y pobres devoran 29 hás de bosques por minuto

Grupos ambientalistas temen que un nuevo informe sobre agotamiento de bosques pueda ser esgrimido por los gobiernos para negar el derecho a la tierra a pueblos pobres e indígenas, a quienes se considera sus mejores administradores.

Los autores del informe, difundido esta semana por el Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (SGIAR), alertaron que las empresas madereras y los granjeros que luchan por su subsistencia devoran cerca de 29 hectáreas de bosques tropicales cada minuto.

El CGIAR es un consorcio de 52 países, organizaciones internacionales y fundaciones privadas, patrocinado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y para el Ambiente y el Banco Mundial.

La deforestación solo podrá frenarse cuando "los codiciosos cortoplacistas" dejen de "destruir caprichosamente" y "desamparar a los más pobres", dijo el presidente del SGIAR, Ismail Serageldin.

El problema es que el informe establece que los desposeídos son la mayor amenaza para los bosques, según algunos ambientalistas.

Casi la mitad de los 2.023,5 millones de hectáreas de bosques tropicales que quedan en el planeta podrían perderse por culpa de la agricultura, especialmente por los cultivos de rozas y quema a cargo de granjeros pobres, según el SGIAR.

La mayor parte de la mitad restante podría acabar en los galpones de las compañías madereras.

El informe afirma que los pequeños granjeros frecuentemente se instalan donde esas empresas ya operan. Muchos de los campesinos recién se han iniciado en las prácticas agricolas y entran a los bosques a través de caminos construidos por las madereras.

Los autores del informe consideran importante el hecho de que esos granjeros comenzaron hace poco a desarrollar su actividad es importante. Para el SGIAR, la inexperiencia de los campesinos se agrega al peligro ambiental que representan las grandes compañías.

Pero para aquéllos que no tienen tierra, y especialmente para los pueblos indígenas, la distinción entre empresas y campesinos es de vida o muerte.

"Frecuentemente, los políticos no distinguen entre los pueblos nativos que practicaron la agricultura tradicional durante siglos y quienes comenzaron a habitar recientemente en áreas de bosque", explicó Frances Seymour, directora de asistencia al desarrollo del Fondo Mundo Salvaje (WWF).

Seymour se mostró alarmada por que la mayoría de los medios periodísticos otorgaron importancia al riesgo que implica la agricultura de rozas y quema de los granjeros pobres.

Los gobiernos de muchos países "usarán esos títulos para restar legitimidad al derecho a la tierra que reclaman los pueblos indígenas", dijo. Además, las investigaciones demuestran que los nativos son "los mejores administradores de los bosques", agregó Seymour.

Los recién llegados a la agricultura de subsistencia no tienen alternativa a talar, quemar y cultivar los suelos boscosos para alimentar a sus familias. Esa actividad daña o destruye 10 millones de hectáreas de tierra cada año, según el informe.

Seymour acotó que esas cifras deben considerarse con cautela.

"Aun si la información fuera correcta, surgen problemas para atribuir las causas del daño. Si los granjeros siguen a las compañías madereras en los bosques y trabajan la tierra que esas empresas ya talaron, ¿quién es responsable de la deforestación? ¿Los campesinos o las compañías?", se preguntó.

"En estas circunstancias, ¿qué tendrá un impacto más beneficioso? ¿Cambiar las prácticas de una sola empresa o las de 500 pequeños granjeros?", inquirió la experta.

El informe exhorta a los granjeros a aprender técnicas de cultivo intensivo y plantar árboles de usos mútliples y que aporten nutrientes a la tierra.

Además, reclama a los gobiernos elevar los precios de los alimentos para beneficiar a los productores y regular el uso de la tierra con efectividad, para que únicamente se cultiven los predios adecuados para la agricultura y solo cuando sea realmente necesario.

El pasaje a la producción intensiva podrá frenar el deterioro de los bosques, pero eso dependerá del modo en que se distribuyan la propiedad y los derechos sobre la tierra, aclaró Seymour.

Si todas las tierras de una región son propiedad de unos pocos granjeros ricos y ellos intensifican su producción, los pobres no tendrán mas opción que buscar el sustento en los bosques, explicó.

"¿Por qué los granjeros pobres deberían invertir en la intensificación de la producción de una tierra que no les pertenece? ¿Por qué, si pueden, simplemente, trasladarse a un predio de bosque talado disponible?", se preguntó.

"Los campesinos continuarán haciendo lo que hacen mientras sea económicamente racional", añadió.

Alrededor de 15,4 millones de hectáreas de bosques tropicales se pierden cada año, de acuerdo con el informe del SGIAR. Este ritmo no se ha frenado, a pesar de las advertencias de los ambientalistas de todo el mundo.

Esto se debe a que "no existe una convención internacional decente, ni siquiera un compromiso real" para la conservación de los bosques tropicales, dijo David Hunter, abogado del Centro para la Ley Ambiental Internacional, con sede en Washington.

La agricultura de rozas y quema agota la tierra después de unas pocas cosechas y obliga a los granjeros a desplazarse.

Este mecanismo funciona bien en lo que refiere al logro del sustento, tal como se lo ha aplicado tradicionalmente, dijo Serageldin, quien es vicepresidente de la división de desarrollo sostenible del Banco Mundial.

Los granjeros rotan sus cultivos en unos pocos predios, lo que permite la regeneración de la tierra. Pero la presión hacia la tala de los bosques aumenta donde la tierra de cultivo es escasa, agregó. (FIN/IPS/tra-en/aa/yjc/mj/en dv/96

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