MEDIO ORIENTE: Relaciones entre Arafat y Assad preocupan a Israel

El gobierno de Israel está notoriamente ansioso ante las conversaciones mantenidas este jueves por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, con el de Siria, Hafez Assad.

Arafat dijo, al llegar al puerto sirio de Latakia, que el objetivo de su visita a Kardahah, pueblo natal de Assad, y a Damasco, la capital del país, era consultar al líder y "escuchar sus preciosos consejos".

Aunque no se conocen detalles de las conversaciones, el gobierno de Benyamin Netanyahu está preocupado por que los dos líderes, que se reúnen por primera vez en Damasco desde la firma de los acuerdos entre palestinos e israelíes, tomen decisiones que perjudiquen sus intereses.

Pero la estratagema a la que el gobierno de Israel apeló el día 23 para prevenir esa perspectiva no puede resultar más que contraproducente.

Después de su reunión con Arafat este martes, el canciller de Israel, David Levy, anunció que había entregado al líder palestino un mensaje dirigido a Assad, según el cual Israel estaba dispuesto a "seguir adelante con las negociaciones de paz" con Siria.

El gesto de Levy y el momento en que se produjo fue peculiar.

Dennis Ross, funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos que jugó un importante papel en las negociaciones árabe- israelíes desde la conferencia de paz de 1991 en Madrid, estaba entonces en Damasco en procura de revitalizar las conversaciones.

Dada la intimidad que existe entre el gobierno de Israel y Washington, Levy debió haber enviado el mensaje conciliatorio a Assad a través de Ross.

Vale la pena recordar que fue el ex primer ministro Shimon Peres quien, tras los ataques suicidas en Jerusalén entre febrero y marzo, suspendió unilateralmente las negociaciones entre Israel y Siria.

Pérez reaccionó así deliberadamente para convencer a sus compatriotas de que era un líder fuerte, pero eso no le fue de mucha ayuda en el día de la elección que perdió a manos de Netanyahu.

Desde la campaña electoral, el actual primer ministro ha asegurado que su país no se retirará de las Alturas del Golán, reivindicadas por Siria y ocupadas por Israel en la guerra de los seis días, en 1967.

Pero Assad está comprometido con la recuperación del Golán a cambio de un tratado de paz con Israel, como estableció la resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en noviembre de 1967. Los condicionamientos de Netanyahu impiden la reapertura de las conversaciones.

La posición del actual gobierno de Israel disipó las persistentes tensiones y desacuerdos existentes en el mundo árabe que emergieron poco antes de la guerra del Golfo en 1991, y no solo entre Siria y los palestinos.

"Siria siempre apoyó al pueblo palestino en todas las circunstancias", dijo Arafat este jueves en Latakia. De todos modos, Assad no tradujo esa solidaridad en un completo respaldo al líder palestino.

Arafat y Assad se enfrentaron en varias ocasiones desde 1983, y la situación empeoró cuando ambos se ubicaron en las antípodas durante la guerra de 1991, uno del lado de Iraq y el segundo en la coalición que encabezó Estados Unidos.

La brecha se profundizó cuando Arafat se apartó de la estrategia postulada por Siria (la coordinación de las partes árabes en el diálogo con Israel) y avaló las negociaciones secretas que culminaron con el acuerdo de Oslo en 1993.

En la cumbre árabe celebrada en El Cairo a fines de junio, y a la luz de la política de línea dura levantada por Netanyahu, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, persuadió a Arafat y a Assad de que se reunieran frente a frente. Luego, el líder palestino accedió a continuar esa conversación en Damasco.

Netanyahu se dio cuenta de que, contra su voluntad, se había convertido en un catalizador que acabó con las peleas entre líderes árabes. Por eso, dio marcha atrás, especialmente en el frente palestino. La reunión de Levy con Arafat fue una señal de ello.

Pero Netanyahu no puede dejar de contemplar a la derecha judía que lo instaló en el poder, lo que quedó claro por el modo como interpretó la reunión de su canciller con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina.

"Esta reunión es importante para la instalación de mecanismos de negociación continua entre Israel y la Autoridad Palestina. El propósito es el cumplimiento de acuerdos violados por los palestinos. Ellos tienen algunos reclamos que dependerán del cumplimiento de los compromisos", dijo.

Netanyahu opina que al "efímero" combate de los palestinos contra el radicalismo de Hamas y la Jihad Islámica le faltó compromiso sostenido. Se trata de una inculpación injustificada, cuando la Autoridad Nacional Palestina tiene en sus cárceles unos 1.200 islámicos, la mayoría de ellos sin acusación ni juicio.

Por su parte, las autoridades palestinas, de Arafat para abajo, casi siempre callaron frente a las violaciones de Israel a los acuerdos.

Israel no liberó a las prisioneras mujeres, no comenzó a construir una carretera entre Gaza y Cisjordania y no se retiró de Hebrón, tres de las obligaciones contractuales más importantes del pacto.

La docilidad de la Autoridad Nacional Palestina se debe, en parte, a que Arafat no había previsto planes de alternativa para la eventualidad de que Peres fuera derrotado en las elecciones del 29 de mayo, como efectivamente ocurrió.

Cualquier pequeña retractación de sus primeras y duras posiciones hace parecer a Netanyahu un estadista razonable y pragmático y también le da base a Arafat para asegurar a la cada vez más escéptica población palestina que "el proceso de paz está en marcha".

En realidad, la victoria de Netanyahu y su gestión desde que asumió el poder en Israel hirieron gravemente la credibilidad de Arafat frente a los palestinos.

La mayoría de los observadores cree que el gobierno de Netanyahy ofrecerá tan pocas cosas a los palestinos, aun si accede a conversar sobre los enclaves judíos en los territorios autónomos o el problema de Jerusalén, que es inevitable una profunda crisis.

Arafat se dio cuenta de ello, y ante este escenario deprimente y, por primera vez desde que asumió la presidencia de la Autoridad Nacional Palestina hace dos años, se mostró abierto a un diálogo serio con la oposición religiosa y secular.

Todos los grupos opositores palestinos tienen su base de operaciones en Damasco, y en su visita allí Arafat tiene la oportunidad de tender un puente. Esto es lo que obliga al gobierno de Netanyahu a enmascarar sus políticas de línea dura con gestos moderados, como enviar un mensaje de paz a Assad.

(*) Dilip Hiro, analista de Inter Press Service, es autor del "Diccionario de Medio Oriente", publicado por las editoriales Mcmillan, de Londres, y St. Martin's Press, de Nueva York. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/mj/ip/96

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