Mientras los investigadores estadounidenses continúan buscando a los culpables del atentado con una bomba en los Juegos Olímpicos de Atlanta, el presidente Bill Clinton aprovechó el incidente para reiterar la necesidad de endurecer la legislación antiterrorista.
"Como americanos, podemos y debemos unirnos para derrotar al terrorismo cada vez que golpea", dijo Clinton durante el fin de semana a un grupo de veteranos de guerra lisiados.
El mandatario logró en abril la aprobación de una severa ley antiterrorista que amplía los poderes federales para monitorear a grupos opositores al gobierno.
"Obtuvimos algunos resultados, previniendo actos terroristas y capturando gente que comete atentados terroristas", apuntó Clinton en un elogio a la legislación. "Pretendemos hacer más…".
Algunas medidas favorecidas por la Casa Blanca -especialmente la expansión del espionaje federal en teléfonos y otras formas de vigilancia electrónica, así como el seguimiento de sustancias químicas comúnmente usadas para explosivos- fueron quitadas de la última legislación a raíz de una alianza entre activistas de libertades civiles y el poderoso grupo de presión sobre armas.
El presidente está usando ahora la bomba del sábado, por la cual murieron dos personas y otras 100 resultaron heridas, así como la explosión de hace 15 días contra el Jumbo de TWA, para reiterar que esas medidas deben ser puestas en vigor.
La Casa Blanca ya ordenó reforzar la seguridad en los aeropuertos estadounidenses en respuesta a la tragedia del vuelo 800 de la TWA, por la cual perecieron 230 pasajeros y tripulantes.
Incluso sin que haya explicaciones hasta ahora por las explosiones del Jumbo y en los Juegos Olímpicos, Clinton está demandando otra vez leyes que permitan al Buró Federal de Investigaciones (FBI) el espionaje teléfonico contra sospechosos de terrorismo.
Mediante ese sistema, el FBI podrá grabar conversaciones desde cualquier teléfono usado por supuestos extremistas.
La Casa Blanca pretende tambien que los fabricantes "marquen" los productos químicos comúnmente usados para fabricar explosivos. Clinton dijo que ese paso ayudará a las autoridades a identificar las fuentes de bombas como la detonada en Atlanta.
El ataque, provocado por un artefacto de elaboración casera consistente en un trozo de tubo embutido con explosivos- ayudó al presidente a exponer su punto de vista ante una gran audiencia. Incluso activistas civiles están divididos si se deben implementar más medidas para contrarrestar el llamado "verano de terrorismo".
"La cuestión que surge del pedido de aumentar las medidas de seguridad es: ¿se trata de algo razonable?", comentó Mary Ramadan, directora legal del Comité Antidiscriminación Arabe- Estadounidense (ADC). "Es razonable esperar una intensificación de las medidas de seguridad tras los últimos incidentes", concluyó.
Sin embargo, algunos críticos se preguntan cuáles cambios sobre seguridad serán los apropiados, dada la turbia naturaleza de los incidentes del TWA y las Olimpíadas.
"No estamos preparados para aumentar las grabaciones telefónicas", declaró el senador Arlen Spectern, de Pennsylvania. "Hubo una consideracion formulada en el Congreso que estábamos preparados para ceder un poco de seguridad por ese trozo de libertad", añadió.
"Existe una noción convencional (en los medios) que esos incidentes demuestran que necesitamos fuertes medidas antiterroristas", dijo Jim Naureckas, un analista de medios del grupo "Imparcialidad y Exactitud en Reportajes" (FAIR). "Parece ser una reacción exagerada decir que debe hacerse algo específico".
"En todos los casos, tenemos que asegurarnos que cualquiera sean las medidas que se adopten, deben ser transparentes", expresó Hala Maksoud, presidente del ADC.
Maksoud recordó que árabes y musulmanes fueron puestos en un principio bajo la mira, tras la bomba de 1995 en el edificio federal de Oklahoma City, supuestamente colocada por miembros de milicias derechistas estadounidenses. Las medidas, que hubieran permitido monitorear los teléfonos de grupos antigubernamentales, no hubieran sido justas para esas comunidades en caso de haberse aplicado.
Greg Nojeim, consejero legislativo de la Union Americana de Libertades Civiles (ACLU), una fuerte opositora de la legislación de abril, apuntó que el gobierno no necesitaba echar mano a nuevos poderes para combatir el terrorismo.
"El pueblo ya ha expresado muchas veces su disenso a que el gobierno grabe comunicaciones telefónicas, si bien bien continúa pretendiendo ampliar su autoridad para escuchar nuestras conversaciones", manifestó.
"La actual legislación dispone de todos los elementos para prevenir e investigar crímenes asociados con terrorismo", dijo Nojeim. Según la ACLU, alrededor de dos millones de conversaciones telefónicas domésticas fueron registradas por el FBI solo en 1994.
A pesar de eso, muy pocas grabaciones estuvieron relacionadas con actos de sabotaje. Un reciente informe oficial comprobó que el 0,2 por ciento de 10.000 vigilancias electrónicas pedidas entre 1985 y 1995 tuvieron que ver con incendios, bombas o armas de fuego. El propio gobierno reconoció que el 80 por ciento de las conversaciones grabadas no tuvieron relación con actos criminales.
Un incremento de la vigilancia electrónica tampoco tendría mucho efecto sobre atentados como la bomba en Atlanta. Fuentes del FBI atribuyeron el ataque a un pequeño grupo local molesto por el espíritu internacional de los Juegos, y no a terroristas profesionales.
El vocero del FBI, David Tubbs, dijo que las autoridades estaban interrogando a milicias antigubernamentales basadas en Georgia, "como una parte rutinaria de nuestra investigación".
No obstante, algunas fuentes federales ya se han pronunciado y llaman "Bubba" a los sospechosos del atentado en Atlanta, en referencia a individuos sureños, blancos de la clase trabajadora.
Los investigadores dijeron que la llamada de advertencia a funcionarios médicos sobre el estallido del sábado fue hecha por un sujeto con ligero acento del sur. Otra fuente dijo a IPS que un grupo de observadores blancos en el Parque del Centenario Olímpico fue visto congratulándose mutuamente despues de la explosión.
La sospecha que grupos locales están involucrados en la bomba de Atlanta ayudó a enmudecer las especulaciones de los medios sobre terrorismo, señaló Naureckas, de FAIR. "La prensa no considera que los artículos sobre terrorismo local sean atractivos", dijo. (FIN/IPS/tra-en/fah/yjc/ego/ip).
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