Hungría se encuentra nuevamente bajo el flagelo de la tuberculosis, una enfermedad que resurge en países donde se creía erradicada, y no necesariamente entre los sectores de más edad o de menos recursos de la población.
Oficialmente, 195 húngaros murieron de tuberculosis en 1995, aunque hace un par de años la dolencia estaba bajo absoluto control en el país, como en la mayoría de las naciones industrializadas.
"Hablar sobre los peligros de la tuberculosis se ha puesto de moda últimamente", manifestó Anna Ungar, médica jefe de una clínica de tuberculosis de Budapest.
"Muchas personas creen erróneamente que se trata de una enfermedad exclusiva de marginales, como gente sin vivienda o alcohólicos, pero debemos darnos cuenta de que esta epidemia que creíamos derrotada nunca desapareció completamente y está volviendo a ganar terreno en todos los sectores", agregó Ungar.
Para los años 80 la tuberculosis se consideraba completamente erradicada en los países industrializados, pero en los últimos años volvió con renovada fuerza, especialmente en aquellos países donde los servicios de salud cuentan con escasos recursos, como en las economías de transición del antiguo bloque soviético.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tuberculosis mata más adultos que todas las otras enfermedades infecciosas combinadas, y es la principal causa de muerte entre los enfermos de sida (30 por ciento).
En Hungría, las cifras muestran un aumento de 17 por ciento en los casos reportados desde 1990. En 1994, Budapest fue declarada ciudad amenazada, ya que 959 de los 4.400 enfermos de tuberculosis reportados en todo el país vivían en la capital. De acuerdo con las cifras oficiales, 165 de esos enfermos murieron.
"El número 165 puede no parecer muy alto para un país de 11 millones de habitantes, pero creo que nadie debería morir de una enfermedad curable", dijo Ungar a IPS.
Además del decreciente nivel socioeconómico de vida, la principal causa de la reaparición de la tuberculosis en Hungría es el debilitamiento del sistema de control.
Aunque el examen anual aún es obligatorio, no se ha tomado ninguna medida en los casos de aquellas personas que no se lo realizan. En la capital, sólo la mitad de la población se somente a examen médico regularmente.
La enfermedad puede tardar años en manifestarse, mientras sus portadores la diseminan inconscientemente.
"No hay dónde esconderse del bacilo de la tuberculosis", advirtió Arata Kochi, director del Programa Mundial contra la Tuberculosis de la OMS. "Cualquiera puede contraer la enfermedad simplemente inhalando un bacilo que alguien dejó en el aire al toser o estornudar", explicó.
"Estos gérmenes pueden quedar suspendidos en el aire varias horas e incluso meses. Todos estamos en riesgo", previno Kochi.
Los expertos locales reclaman leyes que obliguen a las empresas a enviar regularmente a sus empleados a realizarse exámenes médicos. Actualmente, aun al personal de salud se le exige examen médico sólo al ingresar a la institución.
Si bien es cierto que la tuberculosis no hace distinción de edad, sexo o diferencias sociales, los sectores más desposeídos de la sociedad son los menos motivados para procurar atención médica, aún cuando la enfermedad ya se ha manifestado.
Richard Bumgarner, subdirector del Programa Mundial contra la Tuberculosis, considera que los médicos no hacen lo suficiente. "Es responsabilidad del médico asegurar que el paciente cumpla con el tratamiento. Es su responsabilidad curar la enfermedad, y no culpar al paciente por incumplimiento", aseguró.
Además, "los ministerios de salud deben tomar esa amenaza en serio y actuar en consecuencia", añadió Bumgarner.
Sin embargo, los ministerios de salud de Europa central y oriental se ven obligados a realizar drásticas reducciones presupuestales para cumplir con los objetivos económicos, la mayoría fijados por instituciones financieras multinacionales.
"Actualmente la tuberculosis es mucho más que un problema de salud", afirmó Istvan Samu, médico especialista de Budapest y ex jefe de un proyecto contra la tuberculosis. "Requiere una completoatención social que asegure tanto el tratamiento físico como mental del paciente", añadió.
Pero los recortes presupuestales de la salud pública afectaron duramente el proyecto, que actualmente sólo puede asegurar servicios mínimos. "Todo lo que podemos ofrecer es medio litro de leche, 50 gramos de pan y dos gramos de manteca, aparte del té y las medicinas", explicó.
"Bajo tales condiciones, la enfermedad volverá a atacar una y otra vez", advirtió. Sin embargo, la OMS asegura que una buena reforma de la salud pública haría posible detectar 70 por ciento de todos los casos de tuberculosis y curar 85 por ciento de ellos utilizando tratamientos poco costosos.
Se estima que en Budapest hay unos 300 enfermos de tuberculosis sin tratamiento, que circulan libremente por la ciudad infectando a otras personas. (FIN/IPS/tra- en/ar/rj/ml/he/96)
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