La ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, María Emma Mejía, completó hoy una visita de dos días a Venezuela, durante la cual ambos gobiernos decidieron dinamizar la agenda política bilateral para dejar atrás año y medio de constantes roces diplomáticos.
El argumento de Mejía, y de sus interlocutores venezolanos, es muy simple: el comercio bilateral se multiplicó por siete en los últimos cinco años, hay cuantiosas inversiones en juego, y en toda la región la integración económica está a la orden del día, lo que obliga a entenderse y a limar asperezas.
"Somos como un matrimonio sin derecho a divorciarse, aunque tengamos nuestras diferencias", dijo Mejía en una reunión este martes con dirigentes del sector privado, que se comprometieron a contribuir para "bajar el tono" a las controversias.
El presidente colombiano Ernesto Samper planteó la necesidad de una reunión con su par venezolano Rafael Caldera, pues ambos no se encontraban en un marco estrictamente bilateral desde 1994, pero la difusión en Bogotá de un informe gubernamental crítico hacia Venezuela llenó la cita de escollos.
Mejía vino a superarlos y, tras reuniones con su colega Miguel Angel Burelli y Caldera, consiguió acuerdo para prontos y sucesivos encuentros de los ministros de Defensa, Justicia, Ambiente, Economía, los gobernadores de las zonas limítrofes y de comisiones que procuran el desarrollo fronterizo.
"Colombia concede la mayor prioridad a la integración y al desarrollo de las regiones de frontera, y lo seguirá haciendo por encima de situaciones de conflicto o de comunicación que hayamos tenido. He venido aquí apenas nueve días después de nombrada", dijo la ministra.
Las cifras que esgrimió Mejía son las de dos países que se tienen como principales socios comerciales, después de Estados Unidos: el intercambio alcanzó 2.200 millones de dólares en 1995, con casi 1.300 millones en exportaciones venezolanas y 930 millones en las colombianas.
"En 1996 esperamos que el comercio alcance 2.300 millones de dólares y que por primera vez Colombia pase de 1.000 millones de dólares en exportaciones a Venezuela", dijo Mejía, pues objetivo colombiano es lograr equilibrar su balanza con el país vecino.
La ministra dijo que cada día entre 400 y 500 comerciantes u otros hombres de negocios viajan entre Colombia y Venezuela, hay 200 empresas colombianas con presencia en suelo venezolano, y en 1995 hicieron inversiones por 300 millones de dólares.
"Fue un buen año", resumió en su encuentro con empresarios.
Reconoció "el aporte de los empresarios a la integración", y lo contrastó con la actitud de "personas subyugadas por noticias negativas, que son preocupantes pero de menor importancia que los objetivos comunes".
El 20 de julio, mientras Samper presentaba su informe anual al parlamento, se conoció en Bogotá un informe gubernamental que acusaba a "militares corruptos" de Venezuela por vender armas a guerrilleros y narcotrafiantes colombianos.
También se acusaba a los militares venezolanos de hostigar a pescadores colombianos en áreas marinas pendientes de delimitación y a la cancillería venezolana por su lentitud para negociar la misma.
Cuando el informe fue oficialmente desautorizado -su redactor, el consejero presidencial de seguridad Guillermo Uribe debió renunciar- ya la cancillería en Caracas había replicado con indignación, a partir de informes de prensa según los cuales el propio Samper habría hecho las críticas en el parlamento.
Resortes nacionalistas se dispararon en Venezuela y todavía una semana después, ya con Mejía de visita en Caracas, políticos de oposición seguían exigiendo a Caldera que descartase una posible reunión con Samper.
El roce se agregó a una lista ya larga de incidentes, originados por hechos de frontera y que desatan batallas verbales en las capitales, sucedidos después que en febrero de 1995 guerrilleros colombianos atacaron un puesto fluvial venezolano y mataron ocho infantes de marina.
Desde entonces Venezuela reclama a Colombia una mayor presencia militar en la frontera, equivalente a la suya, con 84 puestos de vigilancia militar frente a sólo 14 del país vecino.
Mejía, por cierto, sugirió este martes que esa disparidad podría usarse como "estrategias complementarias para combatir a un enemigo común", pues los puestos colombianos serían móviles en tanto que los venezolanos son fijos.
De cualquier manera, el informe de Uribe, que exaltó los ánimos entre militares y políticos venezolanos, que insisten en que su país es "víctima y no victimario", quedó "definitivamente superado por las cancillerías", dijo Mejía.
Las denuncias sobre materia militar y de seguridad fronteriza serán temas técnicos, que tratarán las reuniones de los ministros concernidos -Defensa y Justicia- en reuniones que realizarán en agosto.
Burelli y Mejía firmaron una declaración que repasó la agenda común, exaltó la coincidencia de Colombia y Venezuela en los foros internacionales y sostuvo el compromiso de tratar los asuntos bilaterales en un clima de distensión.
Mejía, ex ministra de Educación, cerró su visita a Venezuela entregando la condecoración cultural colombiana "Caro y Cuervo" al escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, quien recientemente cumplió 90 años. (FIN/IPS/hm/ag/ip-if/96