Italia recuerda con una exposición antológica a uno de sus grandes pintores de este siglo, Renato Guttuso, un militante comunista convertido al catolicismo en el último momento de su vida.
La muestra itinerante de la obra de Guttuso, a quien el escritor Alberto Moravia definió como "expresionista mediterráneo", comenzó el día 20 en la norteña ciudad de Ferrara y será presentada en varias capitales europeas.
Unas 60 pinturas y 30 dibujos forman parte de la muestra, la primera de carácter antológico del pintor después de su muerte, verificada en 1987, a los 75 años.
Las obras expuestas, algunas de las cuales están valoradas en centenares de miles de dólares, representan los tres períodos más creativos de Guttuso: el primero, entre 1934-1945, el segundo 1957- 1969 y el último, 1975-1980.
Guttuso, nacido en Sicilia, se estableció hacia 1931 Roma, donde se relacionó con los grupos antifascistas, mientras sus sentimientos de rebeldía ante el régimen de Benito Mussolini se expresaban en la acentuación del realismo de sus pinturas.
"Fuga del Etna", de 1939, una obra en que se observa la influencia de Pablo Picasso, más tarde amigo de Guttuso, es la pintura más representativa de esa primera etapa, según los expertos.
También hay influencia de Vincent Van Gogh y de los pintores realistas franceses, en particular de Gustave Courbet y Théodore Géricault, y del neoclásico Jacques-Louis David.
Guttuso se afilió en 1940 al Partido Comunista Italiano (PCI) y en 1942 fundó el movimiento "Corrente", que reclamaba de los artistas un mayor compromiso político y tenía como punto de referencia el "Guernica", de Picasso.
En 1941 dio vida a la "Crucifixión", una meditación sobre la pintura, la historia y la muerte.
En el segundo período, comenzado en 1957, Guttuso renovó su realismo con elementos expresionistas y de otras corrientes europeas, mientras que en el último, entre 1975 y 1980, la madurez lo llevó a representar la realidad cotidiana, como el "Caffé Greco".
Se trata del café más antiguo de Roma, ubicado en su centro histórico, punto de gran atraccion turística, y lugar de encuentro hasta hace algún tiempo de escritores y pintores.
Guttuso retrató en el cuadro a algunos de los clientes habituales del Greco, como el pintor Giorgio de Chirico, el escritor André Gide y el poeta Guillaume Apollinaire.
En un ángulo aparece, solo, Buffalo Bill, el famoso cazador de bisontes del oeste estadounidense, que en 1883 llevó a Roma su circo, del cual formaba parte el cacique indígena Toro Sentado, vencedor del legendario general George Custer.
Guttuso tenía su taller en el Palacio del Grillo, ubicado en el corazón de la Roma antigua, y allí trabajaba hasta las seis de la tarde. A partir de esa hora, el lugar se convertía en uno de los más famosos salones mundanos de la ciudad.
Allí llegaban directores de cine como Bernardo Bertolucci, Gillio Pontecorvo, Lina Wertmuller, artistas como Andy Warhol y Henry Moore, y escritores como Moravia y Pier Paolo Pasolini.
En los últimos años de su vida prefería recibir sólo a algunos pocos y fieles amigos, con los cuales, con el pretexto de jugar a las cartas, terminaba de beber la botella de whisky que había abierto en el almuerzo, mientras fumaba un cigarrillo tras otro.
Entre esos visitantes escogidos se contaba Giulio Andreotti, siete veces jefe del gobierno italiano y la figura más destacada de la ya desaparecida Democracia Cristiana.
También, el obispo Fiorenzo Angelini, un elegante y discreto conocedor de arte, y Antonello Trombadori, del PCI, la contrafigura del anterior: un hombre extrovertido, siempre agitado y gritando como si estuviera peleando con el mundo.
Así mismo, las puertas de su casa estuvieron siempre abiertas para la condesa Marta Marzotto, quien fue su amante por más de 20 años y le inspiró numerosas pinturas de desnudos femeninos.
Pese a esa relación, Guttuso nunca abandonó a su esposa, Mimise, que lo había ayudado en su juventud y a quien llamaba, por su fortaleza, "la combatiente". (FIN/IPS/jp/ff/cr/96
