Con la firma del decreto que declara a esta capital "zona saturada de contaminación", el gobierno de Chile oficializó este miércoles el colapso ambiental que afecta a esta urbe de casi cinco millones de habitantes.
Los ministros de la Secretaría General de la Presidencia, Genaro Arriagada, y de Salud, Carlos Massad, firmaron el decreto respectivo, mientras la capital vivía su segundo día consecutivo de medidas de preemergencia a raíz del incremento de la contaminación atmosférica.
El gobierno comenzará a trabajar este jueves en un nuevo plan de descontaminación que estará en marcha dentro de un año y cuyas medidas "no serán indicativas, sino imperativas", según advirtió Arriagada.
El ministro añadió que ahora se podrá aplicar drásticas sanciones a quienes contaminen, con multas que ascenderán hasta unos 75.000 dólares y cuya frecuencia podría ser diaria.
El plan enfatizará en un mejoramiento de la calidad del combustible para el transporte público, así como en la ampliación y optimización de la infraestructura vial para disminuir las congestiones de tránsito.
Del mismo modo, se impulsará el uso del gas natural, que comenzará a llegar en 1997 desde Argentina, como combustible para el transporte público y las industrias, cuya instalación a la vez será más rigurosamente normada.
Santiago, de acuerdo al decreto, es una ciudad saturada ambientalmente por la presencia continua en su atmosféra de varios contaminantes, como ozono, monóxido de carbono, polvo particulado y otras sustancias nocivas para los seres humanos.
Los grupos ecologistas apoyaron críticamente la decisión gubernamental, advirtiendo que la declaratoria de "zona saturada de contaminación" debió producirse mucho antes, de acuerdo a la evolución del problema en los últimos años.
"La adopción de esta medida es el reconocimiento del fracaso de las soluciones 'de parche' que se han tomado hasta ahora", indicó Miguel Stutzin, presidente del Comité Nacional Pro Defensa de la Fauna y Flora (Codeff).
Sara Larraín, coordinadora de la Red Nacional de Acción Ecológica (Renace), calificó de "prehistóricas" las esperanzas de las autoridades en probables lluvias para terminar con la preemergencia de los dos últimos días.
Desde el martes se adoptó el sistema de preemergencia, luego de que los índices de contaminación de Santiago superaran los indicativos críticos de 300 partículas tóxicas por metro cúbico de aire en las estaciones de medición.
Mediante la preemergencia se amplía de 20 a 40 por ciento el porcentaje de vehículos de combustible convencional o con plomo, prohibidos de circular, y se paralizan las actividades de más de un centenar de industrias.
Las medidas incluyen asimismo la suspensión de actividades físicas y deportivas en los colegios para prevenir la ya alta expansión de las afecciones respiratorias, que afectan sobre todo a recién nacidos y ancianos.
En los hospitales pediátricos de Santiago se observa desde el pasado fin de semana una incesante afluencia de madres que solicitan atención de urgencia para sus menores con cuadros de bronconeumonía, bronquitis y obstrucciones asmáticas.
El médico Fernando Rivas, del Hospital de Niños Luis Calvo Mackenna, el más importante centro pediátrico de Santiago, señaló que las consultas respiratorias de urgencia aumentaron este mes 70 por ciento en relación a mayo.
Rivas insistió en que la capacidad de este y otros hospitales está colapsada, como lo demuestra el hecho de que hayan tenido que habilitar camas en los pasillos para atender a menores que requieren hospitalización.
Larraín dijo que el aumento de las enfermedades respiratorias y las difusas esperanzas en la lluvia, contrastan con el discurso modernista y el culto a la tecnología con que el gobierno busca insertar a Chile en la llamada globalidad.
El fenómeno de la contaminación comenzó a tomar características graves en Santiago desde la década del 80, en medio de la desregulación del transporte público y de un incesante aumento del parque automotor. (FIN/IPS/ggr/ag/en/96)