Costa Rica ha sido en las últimas décadas el laboratorio en que el poderoso Grupo Maseca (Gruma), de México, prueba con éxito la industrialización de la tortilla de maíz y de golosinas saladas, y donde ahora aprende a producir y exportar palmitos y a hacer pan.
Casi 25 años después de haber puesto pies en Costa Rica para "probar" suerte en un mercado pequeño, la filial de Gruma en América Central, Derivados de Maíz Alimenticio SA (Demasa), se apresta a ampliar su negocio de tortillas al resto de la región.
Según Hans Bucher, presidente de Demasa, en Costa Rica se consume un promedio de 75 gramos de tortilla de maíz por habitante y por día, frente a un consumo cuatro veces y media superior en en el resto de Centroamérica, donde llega a 350 gramos.
Demasa se prepara así para reinar en un área en que sus tortillas no enfrentarán competencia y donde podrá introducir también otros productos, en virtud de la creciente influencia comercial de México.
Bucher considera que el acuerdo de libre comercio entre Costa Rica y México, vigente desde enero de 1994, no ha beneficiado ni dañado las operaciones de Demasa, pero opina que este país no está preparado para ese tipo de convenios por su escasa capacidad para competir tanto interna como externamente.
"Tal y como estamos, cualquier país nos puede invadir comercialmente y no porque sean tagarotes (voraces), sino porque no sabemos con qué productos responder en sus mercados", dijo el empresario.
Pero Demasa sí parece saber cuál es el camino. Hasta ahora, la industrialización de la tortilla le ha estado vedada en los otros países centroamericanos, debido a que, por tratarse de un alimento básico de la dieta regional, su demanda es muy sensible a los precios.
El maíz destinado a la elaboración de tortilla está subvencionado en América Central. Pero la etapa de los subsidios empieza ser superada y Demasa, que no cuenta con ese beneficio, espera su momento.
Mientras, sigue presente en el istmo con harina de maiz. Cuenta con un molino en Guatemala, dos en Honduras y otro en construcción en El Salvador. Fuera de la región, también está presente en Venezuela con el mismo producto, y en México y Estados Unidos con tortillas.
En total, las inversiones de Demasa en América Central suman cien millones de dólares, y la mayor parte de ese capital -62 millones- se halla en Costa Rica, donde la empresa sigue probando productos nuevos.
El empresario mexicano Roberto González, propietario de Gruma, forjó en Costa Rica su "imperio de la tortilla" a principios de los años 70, cuando fue invitado por el entonces presidente José Figueres – – padre del actual mandatario, José María Figueres – – a invertir en el país.
González ofreció en Costa Rica una tortilla con proteínas y, de paso, rescató ese plato, una tradición indígena que se perdía ante el Mercado Común Centroamericano y la industrialización.
Su preparación artesanal estaba en manos de mujeres que poco a poco eran atraídas a trabajar en las fábricas.
Para dar una idea de lo que significó la industrialización de la tortilla de maíz, Bucher comentó que las primeras máquinas utilizadas en Costa Rica producían entre 600 y 800 unidades por minuto.
Actualmente, la fábrica de Demasa en Los Angeles, la mayor entre todas las factorías del grupo, produce dos millones de docenas de tortillas por día.
Junto a los derivados del maíz, Demasa produce en Costa Rica arroz, palmitos, golosinas saladas y desde hace un año, el pan de trigo Breedy, que se disputa el mercado local con la también mexicana firma Bimbo, instalada en el país tras la entrada en vigencia del acuerdo de libre comercio con México.
Además de Demasa, Gruma engloba a Burguer Boy, la cadena de comida rápida más grande de México, la fábrica de harina de maíz Maseca, y Ciasa y Tecnomaíz, que producen la tecnología necesaria para los derivados del maiz.
Todo el conjunto de empresas factura anualmente 1.000 millones de dólares, lo que coloca al grupo, según Bucher, en la posición número 20 en América Latina. Pero en el campo tecnológico, el empresario considera que Gruma ocupa el primer lugar, porque desarrolla sus propios equipos.
A diferencia de Costa Rica, que sigue siendo un campo de pruebas, Demasa trabaja con socios locales en Guatemala, Honduras, El Salvador y Venezuela.
Bucher afirmó que Demasa pretende ingresar "en el mercado de acciones de Costa Rica", pero sólo lo hará "cuando éste sea atractivo".
Según dijo, Costa Rica no ha desarrollado un buen mercado de capitales debido a que la población no tiene la costumbre del ahorro vía acciones de sociedades anónimas.
"Si salimos al mercado no será por necesidad de capitales, sino para democratizar la inversión de Demasa, para que esté repartida", agregó. (FIN/IPS/mso/ff/if/96).