Alvaro Uribe, gobernador del noroccidental departamento de Antioquia, en Colombia, condenó la matanza de 16 campesinos atribuída a la guerrilla en la región de Urabá y reclamó la presencia de los cascos azules de la ONU.
Cuando la violencia ha llegado a los extremos que presenta en Urabá, donde la acción del Estado no es suficiente, es necesario reconsiderar el concepto de la soberanía nacional y aceptar ayudas más efectivas, dijo Uribe.
Los dos ataques, ocurribos el domingo en las localidades de Pueblo Bello y Alto de Mulatos, fueron atribuídos por autoridades locales a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la mayor y más antigua organización guerrillera del país.
Según la alcaldesa de Urabá, Gloria Cuartes, los campesinos murieron de los enfrentamientos entre la guerrilla y grupos paramilitares de derecha que se disputan el control territorial y político.
Los campesinos, sin vinculaciones directas con ninguno de los bandos enfrentados, fueron asesinados por el simple hecho de habitar en localidades por donde han pasado los grupos paramilitares en los últimos días, señaló Cuartes.
La masacre es la tercera que se registra en ésta región, que por su posición estratégica se disputan grupos guerrilleros, paramilitares y del narcotráfico.
La región de Urabá, donde se cultiva más del 70 por ciento del banano de exportación de Colombia, es rica en petróleo y minerales, y posee costas sobre el oceáno Pacífico, aptas para la salida de droga y la entrada clandestina de armamentos.
En este año han muerto 200 personas en forma violenta en Urabá, una región de 45.000 habitantes que tiene la tasa más alta del mundo por muertes por razones políticas, según el defensor del pueblo, Jaime Córdova. (FIN/IPS/yf/ag/ip-hd/96)