BURUNDI: Matanza continúa y diálogo de paz no se concreta

El principal grupo rebelde de Burundi se manifestó dispuesto a negociar, aunque sólo con el ejército, al que considera el verdadero poder del país.

Innocent Nimpagariste, representante en Kenia de la Coalición Nacional para la Defensa de la Democracia (CNDD), conformado por miembros de la mayoritaria etnia hutu, señaló Roma como sede del propuesto diálogo.

El ofrecimiento de Nimpagariste significa un cambio político radical de la CNDD, que hace menos de un mes había anunciado una nueva ofensiva para derribar al gobierno, que está apoyado por fuerzas hutus y tutsis.

La CNDD puntualizó que sólo negociará con los militares, considerados el verdadero poder en Burundi, pero el presidente Sylvestre Ntibantunganya, un hutu, replicó que será el gobierno quien participará del propuesto diálogo, si finalmente se realiza.

Ntibantunganya encabeza el Frente para la Democracia en Burundi (Frodebu), que participa en el gobierno junto con la Unión para el Progreso de la Nación (Uprona), representante de la minoría tutsi.

El presidente señaló al visitar Nairobi que la constitución de Burundi prohibe a los militares intervenir en política. "El ejército no es el gobierno, y toda conversación de paz debe ser realizada por el gobierno", dijo Ntibantunganya.

Pero la Uprona y el ejército se niegan a toda negociación con los rebeldes, y una mediación encarada con respaldo internacional por el ex presidente tanzano Julius Nyerere no logró vencer esa resistencia.

Nyerere reunió a fines de abril a los líderes del Frodebu y de Uprona en la norteña localidad tanzana de Mwanza, aunque sólo logró obtener una declaración de condena de la violencia.

El diálogo de Mwanza, que se reanudará el 22 de este mes, fue calificado por la CNDD de "ejercicio inútil".

"Ninguno de los dos partidos tiene poder. El poder real reside en el ejército, y nostros sólo negociaremos con el ejército", dijo Nimpagariste.

Agregó que la comunidad internacional debe presionar al ejército, para que el mando militar acepte negociar. Reiterando una amenaza anterior, dijo que "si ellos no quieren negociar, combatiremos hasta expulsarlos del Bujumbura".

Mientras, continuán las matanzas, perpetradas tanto por los rebeldes hutus como por los militares. Un hombre murió y cuatro resultaron heridos el sábado, a consecuencia de un ataque insurgente contra el hospital Khaled, en el centro de Bujumbura, la capital.

Una auténtica masacre se verificó a fines de la semana última en la noroccidental de Cibitoke. Los hechos provocaron también la huída de 2.000 personas al vecino Zaire, que de inmediato cerró la frontera para impedir el paso de más refugiados.

Así mismo, funcionarios de agencias de socorro aseguraron en Bujumbura que hay evidencias de que, hace 10 días, el ejército dio muerte a unas 200 personas en el centro del país.

Más de 100.000 víctimas se cuentan desde octubre de 1993, cuando el asesinato del presidente Melchior Ndadaye desencadenó la violencia étnica.

Ndadaye, que llegó al gobierno por votación popular, fue el primer presidente hutu de Burundi, y murió en un frustrado golpe de estado de tutsis que veían amenazado su tradicional control del poder.

De visita en Nairobi, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Boutros Boutros-Ghali, exhortó la semana última a los líderes de Burundi, Ruanda, Tanzania, Uganda y Zaire, los países de la región de los Grandes Lagos, a esforzarse por frenar el deterioro político y económico de Burundi.

A principios de este año, Boutros-Ghali solicitó a los estados miembros de la ONU la formación de una fuerza de 25.000 soldados para intervenir en Burundi si la situación de ese país se agravara.

Pero el Consejo de Seguridad no mencionó la fuerza pedida por Boutros-Ghali en su última resolución sobre Burundi. El Consejo sólo encomendó al secretario general "continuar sus consultas sobre planes de emergencia" para el caso de un empeoramiento de los hechos en Burundi.

Según los observadores, no hay duda de que la situación de Burundi se agravará en poco tiempo.

"Si el gobierno y los rebeldes hutus se niegan a negociar, muy pronto será tarde para Burundi", advirtió a IPS un funcionario de una agencia internacional de asistencia destinado a Bujumbura.

"Burundi se hunde en la anarquía, y su territorio ha comenzado a ser inseguro para todos. Hay asesinatos, amenazas y desapariciones", señaló la fuente. (FIN/IPS/tra- en/mn/kb/ff/ip/96)

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