Mira Markovic, esposa del presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, tuvo una gran idea con miras a la reconstrucción de Belgrado. Pretende instalar un barrio chino en el centro de la ciudad. Pero enfrenta un pequeño problema. Allí no hay chinos, a no ser unos pocos diplomáticos.
La iniciativa, de todos modos, entusiasmó a los gobernantes de la ciudad. "Nunca es tarde para una buena idea, y la apertura de un barrio chino en Belgrado es una que contrubuye a devolver a nuestro país a la comunidad internacional", sostuvo el diario Politika.
Markovic es la líder del partido Izquierda Marxista Unida Yugoslava, y fue ubicada por el diario británico London Times en el lugar 31 de la lista de mujeres más poderosas del mundo. Y ocupa el segundo lugar entre los políticos de Serbia, después de su propio marido.
El alcalde de Belgrado, Nebojsa Covic, ya comenzó a buscar un lugar adecuado donde instalar el barrio chino.
Para convencer a los azorados habitantes, que viven al filo de la pobreza, Marcovic argumentó que el gasto permitiría "mejorar las relaciones con China y probar al mundo que Belgrado es una ciudad cosmopolita".
Para ella, el barrio chino de Belgrado, que podría estar atravesado por una romántica "Calle de la Seda", poseería tiendas y restaurantes chinos, consultorios de acupuntura y farmacias orientales tradicionales.
La prensa oficialista relegó de sus portadas las deliberaciones por la paz en los Balcanes y privilegiaron informes sobre los barrios chinos existentes en todas las capitales del mundo, de los que destacaron su valor económico y cultural.
Pero ninguno mencionó el obstáculo más obvio para la concreción del proyecto de Markovic. Sin contar los funcionarios de la Embajada de China y sus familiares, que suman una cincuentena, no existe en Belgrado una sola persona originaria del país asiático.
Los periódicos independientes calificaron el proyecto de ridículo. "La imaginación de nuestros lunáticos no tiene límites", comentó el semanario independiente Vreme.
La revista propuso con ironía que la plaza de la República, la principal de la ciudad, fuera rebautizada como plaza Tiananmen, para que el hambre y la debacle económica se solucionen mágicamente.
"Los problemas de nuestra sombría situación social tienen solo dos respuestas. Una de ellas es una revolución al estilo de la de Bucarest. La otra, una represión al estilo de la de Tiananmen", dijo el analista Branislav Milosevic.
El gobierno de China reprimió a balazos una demostración pacífica emprendida por estudiantes en favor de la democracia en la plaza de Tiananmen, en Beijing, en junio de 1989. Se estima que murieron cientos de manifestantes y otros miles resultaron heridos.
El periódico Nasa Borga calificó el proyecto de barrio chino como una torpe medida propagandística dirigida a establecer relaciones más estrechas con uno de los pocos países que no sumó su voz a la condena mundial contra Serbia desde el comienzo de la guerra en los Balcanes en 1991.
Según esta versión, la propuesta estaría destinada a reforzar la esperanza de una rápida recuperación económica con ayuda de China. "La intención es persuadir al público de que Beijing puede invertir en el desarrollo del país", sostuvo el periódico.
El corresponsal de Nasa Borba en Beijing informó que el gobierno de China estaba sorprendido por la iniciativa. "Según su punto de vista, para abrir un restaurante chino sólo se necesita dinero, pero para fundar un barrio chino se necesitan chinos", anotó el periodista.
En cambio, el corresponsal de la agencia estatal de noticias Tanjug en la capital de China afirmó que el gobierno del país asiático recibiría la idea con entusiasmo si se aprueban leyes que den seguridad y garantice las ganancias a la inversión que supondría este proyecto.
Pero la mayoría de los observadores piensan que la iniciativa tiene poco que ver con la diplomacia o con el desarrollo del comercio.
La idea de Markovic, según ellos, es considerada la expresión de un marxismo aún sin reformar o el deseo de emular el modelo chino de gobierno autoritario controlado por un partido que supervisa el crecimiento económico.
Markovic visita China con frecuencia, donde pronuncia conferencias en su carácter de profesora de sociología especializada en marxismo.
Beijing fue la única capital del mundo que recibió una visita de estado de gobernantes de Serbia y Montenegro, aún federadas como Yugoslavia, incluso después de las sanciones internacionales en contra de ambas repúblicas.
El presidente de Yugoslavia, Zoran Lilic, considerado un ladero político de Milosevic, viajó s China a comienzos de este año. El ministro de Defensa de la federación, Pavle Bulatovic, estuvo en Beijing varios días la semana pasada.
En su columna semanal en la revista Duga, Markovic dijo que "la maquinaria propagantística de la oposición trabaja a pleno desde que se lanzó la idea de un barrio chino en Belgrado".
"El estilo burlón de la prensa opositora contra la iniciativa refleja, simplemente, intolerancia hacia el sistema social de la República Popular China y hacia ese país. Es una actitud primitiva contra un país entero y contra su pueblo", anotó.
Pero, probablemente, el proyecto será olvidado, dado las tradiciones chinas despiertan poco interés entre los serbios, que ni siquiera aprecian las delicias de su cocina, omnipresente en otras partes del mundo.
Sólo uno de los cuatro restaurantes chinos abiertos en Yugoslavia en el último decenio está aún en actividad. Y no está en Belgrado, sino a 80 kilómetros de la ciudad, en Novi Sad, ciudad de la provincia de Vojvodina, cuya población es mayoritariamente húngara. (FIN/IPS/tra-en/vpz/rj/mj/ip/96)