El anuncio del cese del fuego entre Israel y la resistencia hezbollah en el sur del Líbano, fué recibido con alivio e incertidumbre por decenas de miles de refugiados que huyeron de la guerra y cayeron en la miseria.
El caso de Nasser Awarda es emblemático. El 11 de abril estaba trabajando en los campos en torno a su casa, cerca de la ciudad costera de Tiro, y comenzaron a caer las granadas israelíes.
Cuando regreso corriendo a su hogar, encontró a los miembros de su familia escondidos detrás de algunos vehículos. "Tuvieron suerte porque abandonaron la casa dos minutos antes que quedara completamente destruída", contó el granjero de 48 años.
"Ahora no tenenos vivienda aunque volvamos a nuestra aldea", dijo Awarda a IPS en el refugio de emergencia de la escuela Ramal el-Zarif, en Beirut. "No tengo dinero para reconstruir mi casa o comprar pan para mi familia. Perdí todo…"
"Mire en lo que nos hemos convertido. Debemos vivir como animales en este lugar sin baños ni agua", lamentó.
Dentro de una mezquita, en un suburbio meridional de Beirut, la familia de El Alí ha encontrado refugio para escapar de las bombas israelíes. Esa familia de siete proviene de Nabatief, la sección más expuesta del Líbano meridional.
En 1993, durante una tregua anterior entre El Líbano e Israel, El Alí perdió un hijo de ocho años. Esta vez, la familia decidió abandonar la casa. "Dejé mi trabajo y no tengo dinero… Pero prefiero sufrir hambre a perder de nuevo alguno de mis hijos".
Desafortunadamente, el suburbio donde El Alí encontro algún amparo tampoco estuvo libre de las granadas israelíes. La familia Issa, del Líbano meridional, tambien vino a Beirut en busca de refugio. Sin embargo, la madre que es viuda, no pudo escapar con sus 12 hijos hacia la capital.
La mujer, de 53 años, contó que "estaba vendiendo mis cosas en una aldea vecina cuando empezó el bombardeo. Mis hijos estaban solos en casa. Logré llegar a mi casa luego de implorarle a un camionero que me llevara".
"Encontré a mis hijos llorando. Estaban aterrorizados. No habia lugar alguno para ocultarse así que nos marchamos de la aldea. Distribuí a mis hijos en los autos de mis vecinos porque nosotros no tenemos…", dijo.
Cuando llegó a Beirut se junto con su familia pero faltaba Yousef, el hijo más pequeño de seis años de edad.
"Lo busqué por todas partes y no lo encontré. No sé si está vivo o muerto", añadió llorando. "¿Porqué mi hijo? Me pasé la vida cuidándolos y protegiéndolos. ¿Porqué debo ser castigada de esta manera?".
La mayoría de los refugiados procedentes del sur del Líbano no tienen un destino específico en Beirut. "Debemos instalarnos en las calles", se quejó un desplazado.
Otro hombre señalo que "por suerte tenemos algunas mantas así que dormimos dentro de los autos".
Muchos de los refugiados se estaban dirigiendo a los suburbios meridionales de Beirut, a pesar de que esa área fué considerada peligrosa por ser blanco constante de las bombas israelíes.
Gran cantidad de desplazados están alojados ahora en escuelas vacías. A menudo, más de 20 personas ocupan una habitación. Faltan víveres, medicamentos y mantas. Mucha gente no sabe a quién culpar de su situación desesperada, Israel, Hezbollah o su gobierno.
"¿Alguien puede decirnos que mal hemos cometido para ser mendigos sin techo en nuestra propia patria?", gritó un anciano.
Otro refugiado señaló que "el gobierno no nos ayudó en 1993 y tampoco lo hará ahora porque no tiene medios".
Tras conocerse el viernes la noticia del cese del fuego, volvió a surgir la pregunta si será posible que retornen a sus hogares. "Estuvimos antes en situaciones parecidas y siempre volvimos", comentó una mujer.
Zahara Jafer, quien llegó a Beirut con su marido y cinco hijos, aseguró que "en cuanto dejen de disparar regresamos…"
No obstante, otros creen que esta vez la crisis es más seria y temen que Israel no brinde la posibilidad que puedan volver a sus casas. Otros, como lo destacaron amargamente, ya no tienen ni siquiera un hogar. (FIN/IPS/tra-en/rt/dh/fn/ego/ip).
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