El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, realizará esta semana visitas oficiales a Japón y Corea del Sur para afianzar sus vínculos estratégicos con estos países, sobre el telón de fondo de una continua tensión con China.
Aunque planificado desde la reunión del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) celebrado en noviembre en Osaka, este viaje se produce en un momento crítico de la región.
Mientras en los vínculos comerciales que unen a Washington con Tokio y Seúl persiste el signo de la irritación, esto no sucede en lo que refiere a cuestiones militares.
Cuatro años después de que Estados Unidos desmanteló sus gigantescas bases navales y aéreas de Filipinas, los asiáticos desean saber si el país norteamericano tiene intenciones de retirar sus tropas en la región.
La respuesta del gobierno de Clinton es un enfático no, aunque funcionarios de Washington insisten en que la presencia militar del otro lado del océano Pacífico no obedece a la hipótesis de algún enemigo específico, como sí sucedió durante la guerra fría.
El envío el mes pasado de dos portaviones estadounidenses a las cercanías de Taiwan cuando China desarrolló pruebas de misiles sin precedentes cerca del país insular preocupó profundamente a la región y sembró dudas sobre los compromisos de Washington en la región.
Las incursiones de soldados fuertemente armados de Corea del Norte en la zona desmilitarizada en la frontera con Corea del Sur la semana pasada también provocaron un sentimiento de inseguridad.
"No hay desafío más importante que mantener nuestras alianzas y estabilizar nuestra presencia en Asia oriental. Los episodios recientes lo hicieron dramáticamente claro", dijo el secretario de Estado de Estados Unidos, Warren Christopher.
La crisis de Taiwan puso de nuevo en el centro de atención la alianza militar entre Washington y Tokio, que será reafirmada en un comunicado oficial durante la visita de Clinton.
Las demostraciones de fuerza de Washington durante el episodio tuvieron el objetivo doble de reafirmar el pacto y enviar un fuerte mensaje a Beijing, afirmaron fuentes del gobierno de Estados Unidos.
"No habrá un despliegue de fuerzas de Estados Unidos sin una alianza poderosa entre Washington y Tokio. Esta es la base de la paz y la estabilidad en Asia oriental. Así lo fue durante la guerra fría y así será en los penumbrosos años del fin de este siglo y en el 21", dijo un alto oficial del Pentágono.
Uno de los mensajes más fuertes de este viaje es que Washington no reducirá un solo soldado de los 100.000 ya desplegados en la región. Lo mismo sucederá con la presencia aérea y naval.
Esto pasará a pesar de la creciente presión que ejerce el Congreso, dominado por el opositor Partido Republicano, y los incidentes ocurridos en Okinawa y Seúl, que agriaron las relaciones entre la tropa acantaonada en las bases militares de Estados Unidos y los residentes.
El secuestro y violación de una niña de Okinawa por parte de tres soldados estadounidenses provocaron reclamos de cierre de la base militar del país norteamericano en la localidad.
Apenas cinco por ciento de los japoneses creen que el objetivo principal de la presencia de los 60.000 soldados y marinos estadounidenses en su país sea protegerlo. Sin contar los salarios y otros beneficios al personal, Tokio paga alrededor de 70 por ciento del costo.
Los incidentes registrados hace poco en Corea del Sur entre la población y algunos de los 37.000 soldados estadounidenses en ese país y el privilegio con que cuentan de importar bienes sin impuestos inflamó a la opinión pública, en medio de la amenaza militar de Corea del Norte.
Funcionarios de los tres países trataron de solucionar estos problemas de varios modos. El Departamento de Estado y Tokio instalaron un comité de acción especial en Okinawa poco después del secuestro, en el que se acordó trasladar la base en otro lugar y reducir la cantidad de soldados.
Funcionarios de Washington dijeron este viernes que los gastos del traslado, que ascenderían a miles de millones de dólares, correrían por parte de Japón.
Las autoridades de Estados Unidos accedieron el año pasado que las de Tokio arrestara a los sospechosos.
Washington debió comportarse de forma similar en Seúl, donde los acuerdos vigentes permiten a los militares estadounidenses retener en custodia a los soldados acusados de crímenes contra coreanos hasta que se completen los procedimientos legales, incluso las apelaciones.
Un funcionario de Washington informó que, en algunos casos, soldados procesados por asesinato o violación permanecían bajo custodia militar de Estados Unidos. El gobierno de Clinton quiere que la supresión de reglamentos casi coloniales satisfaga a la opinión pública en Corea del Sur y Japón.
Pero la actividad militar de China y Corea del Norte obligaría a Estados Unidos a continuar respaldando a ambos países, pues éstos podrían armarse para protegerse en un peligroso vecindario.
Washington también sostiene que sus vínculos militeres con Tokio y Seúl no implican la oposición a ningún país de la región.
La visita de Clinton a Corea del Sur enfatizará en la necesidad de que Corea del Norte inicie negociaciones serias con Seúl.
"La velocidad con que mejorarán nuestras relaciones con Pyongyang depende de la mejora del vínculo entre las dos Coreas", dijo el principal asesor de Christopher en asuntos regionales, Winston Lord.
En cuanto al acuerdo con Japón, funcionarios de Estados Unidos afirman que no se trata de una estrategia de "contención" contra China. "Esta no es una alianza dirigida contra ningún país", dijo un alto funcionario del Departamento de Estado este viernes.
En ese sentido, mencionó que Christopher se reunirá con el canciller de China, Qian Qichen, en La Haya, en los próximos días. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/mj/ip/96)