Cientos de familias ecuatorianas han dejado sus parcelas agrícolas para dedicarse al ecoturismo, una actividad que, aseguran, les ofrece mayores ganancias que la producción de alimentos para comercializar.
"Antes dependíamos de los precios de nuestros productos y del clima", comentó Agustín Greffa, curandero y guía turístico de la comunidad indígena de Río Blanco, en la provincia del Napo, a 230 kilómetros al oriente de la capital.
"Además gastábamos mucho dinero en transportar nuestra cosecha y corríamos el riesgo de que los compradores rechacen nuestros productos si se habían golpeado en el camino", señaló.
Río Blanco, junto a otras trece comunidades quichuas de la región amazónica de Ecuador, fundaron hace cinco años una red de ecoturismo que contó con la capacitación y el apoyo financiero de la organización no gubernamental Ayuda en Acción.
En total unas 280 familias (con un promedio de cinco miembros cada una) se dedican a las actividades turísticas, solamente en esta región.
"Nuestro principal reto", apuntó Tarquino Tapuy, director del proyecto de ecoturismo en el Napo de Ayuda en Acción, "ha sido capacitar a las comunidades en el manejo administrativo".
Según Tapuy, los integrantes de las comunidades, acostumbrados a vivir de la agricultura, carecen de una visión administrativa "que comienza con guardar correctamente las sábanas de las camas", ya que "si los ratones les hacen hoyos ya significa un gasto".
Sin embargo, según el director y fundador del proyecto, la experiencia ecoturística "es una alternativa de vida" de resultados positivos.
"La gente sigue sembrando distintos productos pero ahora para su propio consumo y el de los visitantes", apuntó Tapuy.
Ello permite que las ganacias por el turismo se destinen a satisfacer las necesidades básicas de la población, como agua, luz y salubridad y que un porcentaje sea reinvertido en el proyecto.
"Sabemos que la naturaleza, todo lo que nos rodea, es nuestro único tesoro y el de nuestros hijos", señaló Greffa.
La comunidad de Río Blanco, conocida por sus tratamientos naturistas para la cura de distintas enfermedades como a leishmaniasis y algunos tipos de cáncer, cuenta con más de 2.000 hectáreas de selva amazónica bajo su custodia.
Uno de los principales atractivos turísticos del lugar es el muy cuidado jardín botánico, donde se exponen 450 especies de plantas medicinales.
Los jóvenes de la comunidad son los encargados de mantener el jardín, mientras los adultos les enseñan los diferentes secretos curativos.
Según Greffa, la comunidad de Río Blanco tiene una tradición medicinal "que viene de la necesidad", pues "el hospital más cercano se encuentra a cuatro horas de camino".
"Hemos atendido a varios extranjeros que en otros lados les dan unos meses de vida. Nos pagan 1.000. o 2.000 dólares por los tratamientos y salen totalmente curados", dijo.
Cada comunidad ofrece una parte de su cultura a los visitantes y, de manera inevitable, adquiere costumbres externas en su estructura organizativa, destacó Tapuy.
Para Greffa, el intercambio cultural en el marco del turismo ecológico ha enriquecido la actividad hacia el interior de las comunidades.
"Las mujeres antes no hablaban, no participaban en las grandes decisiones, pero con el turismo ahora son las primeras que opinan", subrayó. (FIN/IPS/mg/dg/if-pr/96).