Rusia, China y Vietnam parecen decididos a mantener sus intereses en Cuba a pesar de enfrentar una disyuntiva sólo comparable al "ser o no ser" del famoso personaje de William Shakespeare.
A juzgar por la ley Helms-Burton, más temprano que tarde los viejos aliados del antiguo campo socialista tendrán que elegir entre la pequeña isla en medio del Caribe o el país más poderoso de finales de este siglo, Estados Unidos.
La ley estadounidense, aprobada el 12 de marzo, intenta castigar a terceros países que comercian con Cuba y, en no pocos casos, supedita cualquier tipo de ayuda económica al mentenimiento de vínculos con el país caribeño.
"Los empresarios deben optar entre hacer negocios con (el presidente cubano) Fidel Castro o con Estados Unidos", advirtió el martes en Santiago de Chile el representante republicano Dan Burton.
Así y todo, delegaciones parlamentarias de Rusia y China, y un alto funcionario vietnamita coincidieron esta semana en La Habana para mantener conversaciones oficiales con el gobierno cubano con el propósito de fortalecer las relaciones bilaterales.
Tras varios años de tensiones, 1995 estableció el pragmatismo como tendencia dominante en las relaciones entre Cuba y los antiguos países socialistas de Europa, incluída Rusia, principal heredera de las relaciones con la extinta Unión Soviética.
No sólo Rusia dio pasos de acercamiento. Se mantuvieron las buenas relaciones con Ucrania y Hungría, en tanto la República Checa inició el nuevo año con la renovación de sus esquemas de cooperación en la rama energética cubana.
A los ojos de los países del ex bloque socialista, Cuba aparece como un importante mercado para sus productos y tecnologías, y como el puente ideal para el acceso a la región de América Latina y el Caribe.
Vitali Ivanovich Sevastianov, presidente de la Comisión de Mandatos de la Duma Rusa, encabezó la misión que esta semana se reunió con Castro, visitó varios objetivos de interés económico y recorrió la central electronuclear de Cienfuegos, a 336 kilómetros de La Habana.
Rusia protagonizó el deshielo de sus relaciones con Cuba en noviembre, con la firma de ocho acuerdos que contemplaron el intercambio de azúcar por petróleo, la continuidad de la planta nuclear y el mantenimiento de la base de radioescuchas de Lourdes, en las afueras de La Habana.
Especialistas locales aseguran que Moscú pretende sobre todo mantener la base de Lourdes, como un importante instrumento de presión en sus relaciones con Estados Unidos.
Al mismo tiempo, sigue interesada en buscar terceros socios para la construcción y futura explotación del proyecto electronuclear que enfrenta la oposición expresa del gobierno estadounidense y especialistas en energía nuclear de ese país.
Según la ley Helms-Burton, Estados Unidos reducirá la asistencia a las repúblicas de la ex Unión Soviética en la misma medida en que éstas beneficien al gobierno cubano, ya sea mediante el comercio, créditos o contribuciones económicas.
"Se incluirían las constribuciones económicas para hacer funcionar la instalación nuclear de Cienfuegos o cualquier instalación militar de inteligencia como la de Lourdes", asegura el primer capítulo de la ley sobre el "fortalecimiento de las sanciones internacionales al gobierno de Cuba".
Los contactos de esta semana en La Habana coincidieron con una visita de trabajo a Moscú del general Julio Casas Regueiro, sustituto del ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
Además de rechazar la ley Helms-Burton, Moscú se colocaó nuevamente este martes junto a La Habana, al reclamar a Estados Unidos que impida que continúen las violaciones del espacio aéreo cubano que llevaron en febrero a la "crisis de las avionetas".
En cuanto a China y Vietnam, con el socialismo como bandera común, decidieron dar continuidad a los contactos iniciados por Castro durante su visita a los dos países asiáticos a fines del año pasado.
Según analistas locales, Castro intentó poner fin al "aislamiento ideológico" de Cuba, tras la desaparición de sus principales socios comerciales en los primeros años de esta década.
China, segundo socio comercial del país caribeño después de Rusia, despierta el interés de las autoridades cubanas, que ven al gigante asiático como un ejemplo de la viabilidad de la apertura económica dentro del sistema socialista.
El presidente de la Asamblea Popular Nacional China, Quiao Shi, aseguró durante su visita a La Habana, que incluyó un encuentro con Castro, que las relaciones de cooperación entre ambos países entran en "una nueva etapa de desarrollo".
Por su parte, el ministro de Comercio de Vietnam, Le Van Triet, firmó un "acuerdo de comercio y de otras formas de colaboración económica" hasta el año 2000 que prevé un discreto intercambio comercial anual por 30 millones de dólares.
Fuentes cercanas a la cancillería cubana dijeron que el acercamiento parece verificarse entre los pocos países socialistas que quedan en el mundo, pero también entre aquellos que un día integraron el bloque económico del Consejo de Ayuda Mútua Económica (Comecom).
Analistas locales vieron con gran interés que "la casualidad" uniera en el Caribe a los viejos aliados, pero hasta el momento no trascendió la realización de algún contacto fuera de los programados en la agenda con la parte cubana.
"La hora de la verdad llegará cuando entre en vigor la ley Helms-Burton", dijo un especialista del Centro de Estudios de la Economía Mundial, que manifestó el temor de que, al final, la balanza no se incline a favor de Cuba. (FIN/IPS/da/ag/ip-if/96)