El pequeño pero agitado puerto de Koh Kong en Camboya alimenta desde hace tanto tiempo la corrupción y el comercio ilegal con Tailandia que incluso las autoridades se refieren a él como "el paraíso de los contrabandistas".
Situado al oeste en un área rica en cursos de agua, manglares y vida marina, el puerto occidental carece de conexión terrestre con el resto de Camboya y no hay vuelos diarios a la capital, Phnom Penh.
Koh Kong fue utilizado en el pasado para el contrabando de bienes esenciales para la supervivencia de Camboya, pero ahora, más de cuatro años después que Estados Unidos levantara un embargo, su ubicación remota constituye un santuario para contrabandistas, narcotraficantes, evasores de impuestos, fugitivos e inmigrantes ilegales.
La falta de formalidades que exijan visas en la frontera tailandesa en Haad Lek aumenta las dificultades para controlar las redes de prostitución que venden a mujeres y niños camboyanos a delincuentes de Tailandia.
En una conferencia organizada en 1995 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y organizaciones no gubernamentales (ONG), el primer ministro camboyano, el príncipe Norodom Ranariddh, prometió tomar medidas para hacer frente al tráfico de niños.
Pero más fácil es decirlo que hacerlo, admitieron fuentes del gobierno de Phnom Penh, quienes explican que el problema es complejo, dado que la corrupción involucra a policías y militares de varios rangos en el negocio simultáneo de exportaciones ilegales de madera y tráfico de niños y drogas.
Parte del comercio de contrabando con Tailandia involucra el cultivo de marihuana de alto grado para la exportación a otros mercados asiáticos.
Los precios alcanzan 40 dólares por kilo, según autoridades locles, las cuales admiten que los militares a menudo protegen a traficantes y participan ellos mismos en el comercio ilegal.
Recientemente, Camboya fue incorporada a la lista negra de "naciones narcotraficantes" de Estados Unidos, una calificación que causó fuertes protestas de Phnom Penh.
En una carta dirigida al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Boutros Boutros Ghali, el canciller de Camboya, Ung Huot, dijo que su país "no es productor ni consumidor de drogas. Puede que esté en una ruta de tránsito, pero es víctima del tráfico ilegal".
El ministro del Interior, Sar Khen, sostiene que el gobierno en Phnom Penh ha formado una comisión para reducir a "malos elementos en el ejército", desterrar la corrupción oficial e intentar presentar soluciones para controlar el comercio ilegal fronterizo.
El alcalde de Koh Kong, Pall Sann, no deposita muchas esperanzas en el plan del gobierno. "Sea cual sea la decisión de Phnom Penh, no quiere decir que será ejecutada aquí", afirmó, subrayando que esta provincia remota ha logrado una cuasi autonomía, producto de 20 años de contrabando. (FIN/IPS/tra-en/tf/cpg/lp/ip/96)