América Latina es hoy una de las regiones del Sur con mayor ingreso de capitales externos. Pero algunas características hacen temer a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) que esa reinserción en los mercados internacionales no sea sostenible.
En primer lugar, señala el organismo regional, ese ingreso de capitales está fuertemente concentrado en pocos países: Chile, México, Argentina y Brasil. Un segundo hecho es que se han captado capitales, mediante mecanismos no tradicionales de financiamiento, de gran volatilidad.
Además, Cepal da cuenta de un predominio de capitales de corto plazo, en muchos casos de carácter especulativo y poco importantes en la inversión real de las economías de la región.
Precisamente, el comportamiento y las perspectivas de las inversiones externas en América Latina y el Caribe será uno de los temas de discusión durante la reunión bianual que la Cepal realizará del lunes al sábado proximos en San José.
En la década del 70 y principios de la del 80, las fuentes de financiamiento de América Latina y el Caribe fueron los bancos comerciales. En la primera mitad de la actual, esas fuentes han sido sustituídas por inversión extranjera directa y de cartera (venta de bonos, acciones y otros valores).
La región recibió desde 1990 un promedio anual de 79.000 millones de dólares. El flujo neto de recursos de orígen privado aumentó de 7.049 millones de dólares en 1989 a 105.101 millones en 1993.
En términos porcentuales las corrientes privadas de dinero pasaron de representar 56 por ciento de los ingresos netos totales en 1990 a 91,1 por ciento en 1994, a diferencia de lo que ocurrió en la segunda mitad del decenio de los 80, cuando la financiación privada no superó 50 por ciento.
Esta tendencia es vista por Cepal como el retorno de América Latina y el Caribe a los mercados internacionales de capital. Pero no ve con buenos ojos la concentración que caracteriza este ingreso de capitales en países como Argentina, Brasil, Chile y México.
México, cuya economía representa 25 por ciento del producto interno bruto (PIB) regional, captó casi 50 por ciento de los movimientos netos de capital.
Por otra parte, Cepal también advierte que la abundancia de capitales foráneos no se ha reflejado proporcionalmente en un aumento de los niveles de inversión real, porque esos recursos han tenido un alto grado de volatilidad.
Además, en algunos países han incidido negativamente en el tipo de cambio y la oferta monetaria, situación que ha dado paso a una "nueva forma de vulnerabilidad externa".
El análisis que hace Cepal señala también que de toda la inversión extranjera que llega a la región la más vigorosa es la directa, que supone la creación o ampliación de unidades productivas. Entre 1987 y 1994 ésta ha aumentado a una tasa promedio anual de 15 por ciento.
Esta es quizá, la más aconsejable, porque permite la formación bruta de capital y la introducción de nuevas formas de organización y de conocimientos tecnológicos.
Por orígen geográfico, América Latina y el Caribe reciben sus mayores montos de inversión de los países desarrollados, sobre todo de Estados Unidos, en virtud de que las transnacionales de ese país tienen una importante presencia.
Nuevos socios han aparecido en el horizonte económico regional, como Nueva Zelanda, Australia, España y Canadá, en tanto todavía es débil la presencia de Japón y otros países asiáticos de más reciente industrialización.
Hay diferencias según las dimensiones de los receptores de recursos. Los países más grandes y, por lo tanto, con mercados más atractivos reciben inversiones de mayor variedad de fuentes, en tanto que en los pequeños predominan las de Estados Unidos.
Europa occidental es la segunda fuente más importante de inversiones extranjeras directas para América Latina y el Caribe. Esa región participa con 35 por ciento del total.
Un ingrediente que destaca Cepal es que el creciente proceso de integración económica regional ha dado cabida al nacimiento de un nuevo actor en el escenario regional: la empresa transnacional latinoamericana, también estimulada por los procesos de privatización.
Estas inversiones intrarregionales y sus efectos están dando paso al proceso de integración comercial y acompañando la voluntad política en ese sentido, expresada en los acuerdos regionales.
Tras hacer el análisis de la inversión extranjera, Cepal aborda el ángulo de las perspectivas e indica que los nuevos flujos de financiamiento presentan posibilidades de desarrollo, pero también riesgos y desafíos que es necesario encarar.
Uno de los peligros que ve necesario conjurar es el de una crisis de solvencia, eventualmente provocada por la necesidad de hacer frente a las obligaciones en divisas originadas en la gran cantidad de depósitos e instrumentos financieros colocados.
Es necesario tomar en cuenta también que una significativa proporción de las inversiones son onerosas y de plazos breves, sobre todo los ingresos de capital de corto plazo como créditos e inversiones de cartera.
También le preocupa a Cepal el alto grado de volatilidad que conlleva el retorno del capital nacional que había sido transferido al exterior, al igual que los movimientos espectulativos con rentabilidad de corto plazo.
Otro de los riesgos es que en los últimos años se registra un nuevo auge de las importaciones y el consecuente aumento del déficit comercial de la región, que pasó de 10.266 millones de dólares en 1992 a 18.205 millones en 1994, a pesar del esfuerzo exportador. (FIN/IPS/mso/ag/if/96)