Los pronósticos sobre la economía mundial apuntan al Sur como la región de mayor inversión externa y crecimiento en los próximos años. Dentro de ella, América Central no llega a ser tema de econometristas, pero marcha a su ritmo aprovechando el derrame en la olla del dinero.
Los organismos internacionales coinciden en que los países del Grupo de los 77 (G-77) y China serán los de mayor crecimiento. Esto es importante aún para los ricos, que ven en las naciones en desarrollo la esperanza de nuevos mercados.
Sin embargo, este crecimiento será desigual. El mayor salto lo dará China, que en los próximos dos o tres años tendrá tasas de nueve por ciento, seguida de Asia-Pacífico con ocho por ciento, el resto de Asia, con cinco por ciento, América Latina, con 3,5 por ciento, y Africa, con dos por ciento.
En América Latina tambíen hay desigualdades. La inversión externa, como en los últimos años, seguirá concentrándose en cuatro o cinco países entre los que no se encuentran los de América Central.
La razón es muy simple. Aún en conjunto, el mercado del istmo es muy pequeño, pero esto, aunque es una desventaja, puede ser también un punto a favor, según el econometrista Juan Rafael Vargas, de la Universidad de Costa Rica.
Según el experto, si llegaran a América Central el tres por ciento de los capitales que se dirigen a China, rebasarían su capacidad y distorsionarían todo su sistema económico.
"Con lo que se derrame de una olla alcanzaría para América Central, esa es la ventaja, y una de esas ollas que se está derramando es la de la inversión de México, Estados Unidos y Canadá", señaló Vargas.
Por un lado, indicó, la economía mexicana es muy grande y está en dificultades. En 1995 tuvo un crecimiento negativo de siete por ciento y en 1996 será de menos de dos por ciento. Y como las tasas de interés en el primer mundo están muy bajas, América Central puede resultar un buen lugar para destinar capitales.
Por otra parte, el istmo empieza a ser importante para México como mercado, en virtud de que la crisis económica restringe el poder de compra de la población de ese país.
Las principales inversiones mexicanas se dirigen hasta ahora hacia Guatemala, país limítrofe, y Costa Rica, con el cual tiene un tratado de libre comercio en vigencia desde 1994.
Los casos más notables son los del pan. Dos importantes grupos empresariales han instalado industrias panificadoras en varios países de la región donde compiten por el mercado.
Uno de ellos es el Grupo Maseca (Gruma), cuya filial Derivados de Maiz Alimenticio S.A (Demasa), se instaló en Costa Rica en 1972 y ahora se expande a toda la región con plantas procesadoras de harina de maíz.
Hans Bucher, presidente de Demasa, dijo a IPS que América Central tiene buenas perspectivas de desarrollo y por esa razón confía en los resultados de sus operaciones en Guatemala, Honduras y El Salvador, además de Costa Rica.
Esas perspectivas de desarrollo se basan en las cifras de crecimiento. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el país centroamericano cuya economía creció en 1995 a un ritmo más lento fue Costa Rica, con 2,5 por ciento.
Este país ocupó, sorprendentemente, el primer lugar en recepción de inversion externa, tanto directa como de corto plazo, entre 1989 y 1992.
Aunque Vargas no dispone de cifras, indicó que en ese período Costa Rica debe haber atraído tanto capital como toda América Central junta, mientras los vecinos veían esta situación acariciándose la barbilla.
Esto hizo entender a Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua que había espacios importantes y que, al salir de la guerra podrían emprender el mismo camino.
El alumno más aventajado fue El Salvador. Hoy ese país atrae inversiones sostenidas, aparte de los 800 millones de dólares en remesas familiares anuales, que le han deparado un crecimiento de siete por ciento en los últimos dos años y se repetirá en 1996.
Una muestra de la agresividad empresarial de los salvadoreños es el transporte aéreo en la región. La salvadoreña Taca compró buena parte de otras líneas, como la guatemalteca Aviateca y la costarricense Lacsa, y estableció un "holding" que maneja el mercado regional a costos mucho más bajos.
La guerra, si bien nunca deja ganancias, fue un factor de peso en lo que hoy viven Nicaragua y El Salvador, según Vargas. Muchos hombres tuvieron que emigrar a Estados Unidos para evitar ser enrolados y ahí se entrenaron, aprendieron inglés, a negociar y se internacionalizaron.
Nicaragua, el país más rezagado de la región, creció cuatro por ciento en 1995, después de un decenio de decrecimiento.
Costa Rica ahora abriga la preocupación de que no puede atraer más inversión a cuenta de la seguridad y la paz, porque en todos los países del área impera la estabilidad, con la desventaja de que la mano de obra costarricense es la más cara de la región.
Pero Vargas considera que en conjunto América Central avanza, aunque a diferentes ritmos.
En la década del 80, "cuando el dinero venía regalado vía cooperación, estos países crecían poco. Ahora la región está creciendo porque la sociedad civil está rehaciendo las economías", concluyó. (FIN/IPS/mso/ag/if/96)