El presidente de Venezuela, Rafael Caldera, lanzará medidas económicas "duras, sin lugar a dudas", cuando hable al país el próximo martes, adelantaron jefes del Movimiento al Socialismo, uno de los dos partidos que apoyan al gobierno.
"La situación económica es sumamente grave, y la terca realidad ha terminado por imponer un conjunto de medidas que van a ser, sin lugar a dudas, duras", dijo el secretario general de los socialistas, Enrique Ochoa, tras reunirse con Caldera.
Entre las medidas estarían duplicar o triplicar el precio de la gasolina, devaluar un tercio la moneda y desmontar controles sobre la economía, todas de impacto inflacionario inmediato para una población exasperada por la carestía.
"Estamos coqueteando con la hiperinflación", admitió el ministro de Planificación, Edgar Paredes, pues "si se anualiza la inflación de enero-febrero (16,7 por ciento) se obtiene una inflación de tres dígitos".
"Esto no se aguanta más" es la frase más oída en los expendios de víveres, con hombres y mujeres pobres que cada semana deben decidir de cuáles alimentos se privarán.
Por ejemplo, el presidente de la Federación de Ganaderos, Zeilah Carrasco, estimó que los venezolanos consumirán este año sólo 13 kilogramos de carne, contra 18 en 1995.
El país arrastra tres años de recesión en su economía no petrolera, inflación anual de 70 por ciento, la mitad de los trabajadores labora en el sector informal y el desempleo abierto pasó de un dígito en 1993 a 12 por ciento, según el gobierno, 17 según empresarios y 20 por ciento según sindicatos.
En ese terreno abonado para una "explosión social", según gremios de empresarios, la jerarquía católica y políticos de oposición, deben caer las "medidas duras" que Caldera "ha decidido adelantar", según Ochoa.
La indefinición, parálisis y contradicciones del gobierno en materia económica, por la "ausencia de un plan", ha sido el flanco de su gestión más atacado por empresarios, economistas independientes, sindicalistas y políticos, tanto oficialistas como opositores.
También lo ha criticado el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que el gobierno negocia desde octubre un acuerdo de préstamo por 3.000 millones de dólares y conseguir aval ante otros organismos multilaterales e inversionistas privados.
El FMI demandó medidas para enjugar el déficit fiscal, que fue de cinco puntos del producto interno bruto (PIB) en 1995 y puede ser de siete en 1996 -un tercio del presupuesto- en caso de que se repita el esquema de ingresos y gastos del año anterior.
El acuerdo con el FMI se anunció primero para diciembre de 1995, luego para enero, marzo o mayo de este año, y de una fuente del equipo venezolano trascendió que el viaje de una misión negociadora se suspendió a fines de febrero por falta de respuesta a un cuestionario del organismo multilateral.
El gobierno explicó esa suspensión como medida cautelar, a la espera de que el 2 de marzo se produjese un relevo en la conducción del parlamento, ahora dirigido por las fuerzas más críticas de la gestión económica de Caldera.
Los recursos del FMI apuntalarían las reservas de divisas para desmontar el control de cambios, implantado en junio de 1994 con una tasa oficial de 170 bolívares por dólar que se mantuvo fija durante año y medio.
El control activó un mercado negro, y para alcanzarlo el gobierno devaluó la moneda en diciembre, situando la paridad oficial en 290 bolívares por unidad, pero el dólar paralelo siguió disparado y esta semana cruzó el umbral de los 500 bolívares.
El ministro de Hacienda, Luis Matos, admitió este viernes que la devaluación de diciembre "se tomó con base en informaciones erróneas del Banco Central, sobre el nivel de las reservas", al cuestionar estimados del instituto emisor según los cuales el déficit puede ser de 11 puntos del PIB en 1996.
El opositor socialcristiano Gustavo Tarre, presidente de la comisión de finanzas del parlamento, no pudo contenerse.
"Me gustará saber lo que dirán en Corimón -gran empresa química en peligro de cierre- cuando sepan que sus pérdidas de diciembre se debieron a la mala información que tenía el gobierno", afirmó.
Mientras, entre jueves y viernes, el gobierno dio marchas y contramarchas en las medidas de racionamiento de divisas que implantó para quienes viajen al exterior, avivando los rumores sobre una nueva devaluación.
El nuevo precio oficial del dólar se fijaría entre 360 y 390 bolívares por unidad, según los más insistentes rumores.
En cuanto al precio de la gasolina, un tema que Caldera se reservó porque la consigna de gasolina barata animó su exitosa campaña electoral de 1993, los nuevos valores pueden quedar entre los precios de costo y los de exportación.
Claus Graf, vicepresidente del grupo estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), recordó que producir un litro de gasolina cuesta entre seis y 10 centavos de dólar, según su octanaje, con valores de exportación entre 11 y 13 centavos.
Venezuela tiene la gasolina más barata del mundo, tres centavos de dólar el litro, pero su precio se asocia al peligro de la explosión social, porque en 1989 a un incremento del combustible siguieron alzas especulativas de transportistas.
El súbito incremento de tarifas detonó un estallido que se conoció como "Caracazo", semana de desórdenes y saqueos que se saldaron con centenares de muertos, numerosos heridos y daños a comercios por 150 millones de dólares. (FIN/IPS/hm/ag/if/96)