En alguna parte, quizás todavía en Sudán, tres hombres están escondidos y son buscados por el Consejo de Seguridad de la ONU, debido a su denunciado papel en el intento de asesinato del presidente egipcio Hosni Mubarak, el año pasado.
Se sabe que escaparon a Sudán tras el ataque contra la caravana de autos de Mubarak en Addis Abeba, perpetrado en junio último, cuando el "reis" llegó a la capital etíope para asistir a una cumbre de la Organización de Unidad Africana (OUA).
El problema para Jartum es que el Consejo de Seguridad ha ignorado sus protestas de inocencia respecto a la complicidad con los sicarios egipcios y el conocimiento de su identidad, y el 31 de enero le dió un plazo de dos meses para entregarlos.
La resolución del Consejo tambien exigió el fin del apoyo gubernamental al "terrorismo", y marcó un endurecimiento de la línea internacional contra los supuestos vínculos de Jartum con organizaciones extremistas islámicas.
Jartum es sospechoso de brindar campos de entrenamiento y refugio a grupos radicales e individuos. El hecho que el año pasado entregara a Francia al ex guerrillero izquierdista Illich Ramírez Sanchez, conocido como "Carlos, el Chacal", hizo muy poco para mejorar su reputación.
Los vecinos de Sudán lo han acusado innumerables veces de pretender desestabilizarlos mediante su apoyo a movimientos disidentes, en tanto Estados Unidos lo puso en su lista negra en 1993 por su "apoyo al terrorismo internacional".
Si bien las sanciones no han sido especificadas, la resolución del Consejo de Seguridad podría obligar al régimen a traicionar esos vínculos. A comienzos de marzo, el nandatario sudanés, Omar al-Bashir, visitó Siria, Nigeria y Kenia, en un intento de lograr respaldo diplomático en las naciones Unidas.
Además, en el caso de Damasco, según se cree, viajó para convencer a Siria de asumir su responsabilidad por los movimientos radicales que se encuentran en Sudán.
"Vinieron con la idea de un gobierno islámico internacional para todo el mundo", dijo Abdul Rasour al-Nour, un dirigente del proscripto partido Umma. "Ahora, el único amigo con que pueden contar es Alá…"
Hubo una reacción cauta en Sudán cuando al-Bashir depuso al inestable gobierno del primer ministro Sadiq al-Mahdi en 1993, tres años despues que resultara electo. Los 15 miembros del Consejo del Comando Revolucionario para la Salvación Nacional, que asumieron el poder, removieron la constitución y el parlamento.
También eliminaron los partidos políticos y los sindicatos, encarcelaron a sus líderes y cerraron los diarios independientes.
Afirmaron que su principal propósito fué poner fín a la guerra civil de seis años realizada en el sur por el Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), un grupo que lucha por el rechazo de la Sharia (la ley islámica), el retorno a la constitución secular y el otorgamiento de mayor poder político-económico al sur, marginalizado y con mayoría cristiana.
Sin embargo, el régimen incluyó a algunos civiles notorios por estar cerca del intransigente Frentre Nacional Islámico (NIF) de Hassan al-Turabi. Si bien nominalmente está prohibido junto con los demás partidos políticos, ese grupo gradualmente reforzó su influencia a través de una serie de restructuraciones en el gabinete que, en 1993, vieron a muchos de los primeros líderes del golpe inclinarse hacia la creación de una administración civil.
La oposición sudanesa proclama que el verdadero gobierno en el país es el NIF y al-Turabi, un alto clérigo musulmán que representa al verdadero poder. Apuntó que la ironía es que el NIF es un producto de la extinta Guerra Fría de Estados Unidos, fomentado cuando Sudán comenzó coquetear con el comunismo a principios de los años '70.
El carácter del régimen es firmemente fundamentalista, comprometido con la islamización de todo el país. Considera a la guerra en el sur en términos de una "Jihad" (guerra santa) y ha militarizado la sociedad al punto que los ninños en las escuelas lucen tambien los unifomes miméticos del ejército.
También ha sido acusado en numerosos informes sobre abusos de derechos humanos, incluyendo detenciones secretas, torturas y ejecuciones extrajudiciales. El ejército fué objeto de purgas tras al menos siete intentos de golpes, con la reconocida ejecución de 48 oficiales y prisión perpetua para otros 18.
Sid Ahmed Hussein, secretario general del Partido Demócrata Unionista y viceprimer ministro hasta el golpe de al-Bashir, ha estado en prisión en numerosas oportunidades o bajo arresto domiciliario desde 1989.
Hussein está convencido que los motivos del régimen están referidos "a dinero y poder… No tienen nada que ver con Dios y la religión".
La influencia de al-Turabi llega hasta "donde está el dinero, que es el lugar que ocupa el poder", apuntó Hussein, quién describió el régimen como "increiblemente corrupto" porque extorsiona a los empresarios privados para dejarlos actuar y al- Turabi "controla esos fondos".
Según Hussein, Occidente podría haber hecho mucho más para influir en el régimen de esta empobrecida nación pero deliberadamente se abstuvo. "Si quiere un ejemplo de fracaso (de un gobierno islámico), ha tenido éxito con este. La gente ya no quiere oír hablar más de islamismo".
Manal Ileas es una pía docente musulmana y miembro del NIF. "No lo considero un partido sino un modo de vida", dijo. "No es el Islam que comete errores, es la gente. "Si los errores son cometidos por la gente no se debe pensar en el Islam".
En un intento de explicar la trayectoria del régimen en materia de derechos humanos, Abbas Abdul Azis, un programador de computación que retornó recientemente de Arabia Saudita, dijo que "mucha gente en Sudán no está educada. Hay que confiar en gente instruída cuando dicen que cerraron un diario".
Aldin Mohammed Abdullah, titular de Sudan Airways, declaró a IPS: "normalmente, el comienzo de cualquier régimen militar es duro…, pero si se lo compara con otros regímenes del mundo árabe o Africa, no es represivo".
Hussein admitió que en los últimos meses el régimen se ha relajado, hasta el punto que sus huéspedes no son intimidados y no hay torvos agentes de seguridad apostados fuera de su casa. No obstante, dijo que mientras líderes políticos son liberados, para la gente común todavía impera la violencia y la represión".
Ese ramo de olivo a los políticos, así como las elecciones presidenciales y parlamentarias iniciadas el 7 de marzo, parecen ser parte del propósito gubernamental de ampliar su base de apoyo y demostrar a la comunidad internacional que se está reformando.
Las elecciones apartidarias, basadas en el modelo libio de congresos populares, han sido de todos modos boicoteadas por la oposición, la cual afirma que son insignificantes en una situación en que el estado de emergencia está vigente y los derechos básicos de expresión y reunión son inexistentes.
"El NIF está exhortando a la gente que acepte sus términos, pero nosotros no aceptaremos nada que esté por debajo del multipartidismo. El NIF no tiene nada que ver con los intereses públicos de Sudán… ha antagonizado a todos", afirmó Hussein.
El dirigente cree que el camino hacia adelante está en un levantamiento popular, una demostración espontánea de rabia que ya ha derrocado a dos regímenes militares anteriores. Quizás más esperanzado que cierto, Hussein apuntó que la crisis económica del país afectó a las fuerzas de seguridad "y su moral es diferente porque saben que las cosas no pueden continuar así indefinifamente".
Al-Nour tambien habla de la "Jihad cívica" incruenta que resulte de un congreso soberano nacional, en el cual tambien participe el SPLA, donde el futuro de la Sharia no estará sobre la mesa y "comience el proceso de reconciliación nacional". (FIN/IPS/tra-en/oa/kb/ego/ip).
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