/REPETICION/AMERICA LATINA: El "ejército de desesperados"

Los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos no son delincuentes sino personas en búsqueda de una vida mejor, según la conclusión a la que llegó la Conferencia Regional Centro y Norteamericana sobre Migración.

La propuesta de los participantes en la reunión, realizada este mes en Puebla, México, es perfecta desde el punto de vista teórico pero necesita de un enorme esfuerzo de educación y comunicación para ser transformada en algo concreto y práctico.

Mientras la retórica oficial condena la discriminación, la realidad en la calle muestra lo opuesto, o sea la negación de derechos básicos, conforme revelan encuestas en Estados Unidos y en países latinoamericanos que reciben gran número de inmigrantes.

Habrá que buscar un cambio de valores en la opinión pública de muchos países, porque es muy fuerte la tendencia de la gente común de asociar el desempleo y la inseguridad pública a los extranjeros, legales o no.

Cambiar valores es un proceso que toma algún tiempo y requiere una amplia movilización de recursos publicitarios y de comunicación, pero no "hay otra alternativa", advierte el experto estadounidense en opinión pública Daniel Yankelovich.

"El actual fenómeno migratorio tiene como característica marcante el hecho de que presenta una cara positiva y otra negativa, no importa el lado por el cual se lo observe", afirma la resolución final de la Conferencia Tricontinental de Derechos Humanos, realizada en noviembre de 1995 en islas Canarias.

Visto por el lado del país que exporta "desesperados" representa una válvula de escape para la crisis económica interna y una fuente importante de ingresos por concepto de remesas. Ese es el caso de México, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Perú y Bolivia.

La cara negativa es, por ejemplo, la pérdida de mano de obra.

En los países que reciben extranjeros, como Canadá, Estados Unidos, Chile, Argentina, Costa Rica y Panamá, la llegada de mano de obra barata viabiliza actividades económicas que no soportan sueldos elevados pero afecta el nivel interno de empleo, al reemplazar obreros nacionales mejor pagados por extranjeros dispuestos a todo por un sueldo de hambre.

"No hay solución definitiva para el problema de las migraciones por razones económicas mientras sigan los actuales desequilibrios entre países ricos y aobres", admite el tanzaniano I.S. Kajembo, uno de los principales expertos en cuestiones laborales de Naciones Unidas.

"Desempleo y migración son hoy las dos caras de una misma moneda y es imposible separarlas", señala.

Mexico recibe anualmente un aporte de 4.000 millones de dólares enviados por los casi seis millones de emigrantes en Estados Unidos.

El Salvador recibe mil millones, monto que conforma el principal ingreso del pais en divisas fuertes. Guatemala, que no es un exportador tradicional de "desesperados" recibe por año el equivalente a 600.000 dólares.

"Si Estados Unidos decide deportar a todos los inmigrantes hispánicos habria un caos económico en países como México, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, porque el desempleo interno alcanzaría límites intolerables", afirma el vicecanciller guatemalteco Gabriel Aguillera.

La declaración de Aguillera pone en evidencia uno de los varios nexos entre la cuestión migratoria y la del desempleo endeéico.

Datos de la oficina de la OEA encargada de estudiar el fenómeno migratorio señalan que el éxodo de trabajadores siempre aumenta cuando los índices de desempleo crecen. En otras palabras, cuando aumenta la desesperación. (FIN/IPS/cc/dg/pr-ip/96)

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