Haití debe revitalizar urgentemente su industria del café, o podría convertirse en un neto importador en el 2000, advirtió el experto y ex ministro de Agricultura Claude Pierre-Louis, en un estudio para la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID).
El colapso de la industria del café podría tener un impacto catastrófico sobre los campesinos haitianos, para los cuales la cosecha es la principal fuente de dinero, mientras los exportadores de café serían los menos afectados, ya que muchos diversificaron su actividad a otras áreas.
El informe de Pierre-Louis incluye un catálogo de carencias. La calidad del suelo es mala, las técnicas de producción inadecaudas, las enfermedades como la roya del grano de café han devastado las cosechas, y los agricultores están desabastecidos.
Además, el estudio subraya la importancia del sector. Un censo del Banco Mundial de 1991 contó 250.000 pequeñas plantaciones dispersas en 135.000 hectáreas, con una producción anual de unas 35.000 toneladas de café.
El cultivo de café, aunque se encuentra por debajo de la capacidad productiva real del sector, representa entre 70 y 80 por ciento de las exportaciones agrícolas de Haití, las cuales han disminuído desde 1987, cuanto se vendían 300.000 bolsas de 60 kilogramos, a menos de 100.000 bolsas en 1995.
Los especialistas atribuyen esta caída a un largo período de precios reducidos en el mercado mundial de café, y a la creciente actividad de redes de contrabando que operan desde la vecina República Dominicana.
Las exportaciones de café han sido la fuente principal de divisas para los gobiernos haitianos, que las usaron para pagar el petróleo y aumentar las reservas del Banco Central, y su severa reducción estancaría la economía.
Según economistas, en 1990 la contribución de la agricultura a las exportaciones totales cayó 21 por ciento, aunque en 1980 representó más de 50 por ciento de las exportaciones que incluyen cacao, vegetales, sisal y aceites esenciales comestibles.
La presentación atractiva ha mantenido la demanda de café natural haitiano, -secado al sol para luego quitar la cáscara-, una variedad de alta reputación en Europa. Italia, el mayor importador del continente, consume un tercio de las exportaciones anuales, seguida de Bélgica y Francia.
El otro tipo de café haitiano, al cual se le quita la cáscara entre dos procesos de fermentación, representa 10 por ciento de las exportaciones del país caribeño, y conquistó mercados en Japón, Estados Unidos y Alemania.
Un proyecto piloto para revitalizar el café con asistencia técnica del Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) fue puesto en marcha por las autoridades en el sudeste de Haití, con la introducción de nuevas variedades resistentes a la roya.
Financiado por USAID, el proyecto involucra ahora a un pequeño número de áreas de cultivo, pero se estudia su extensión a otras regiones, y en una segunda etapa a todas las plantaciones del país.
Pierre-Louis advirtió que Haití no puede darse el lujo de olvidar el "síndrome del algodón norteamericano" y cometer el error de adoptar, sin hacer un estudio de viabilidad, nuevas variedades "que no puedan incorporarse a nuestro sistema típico de policultivo de subsistencia".
El experto se refirió al desastre irreparable provocado por la introducción en las décadas de 1970 y 1980 de algodón estadounidense en sustitución del algodón haitiano. (FIN/IPS/tra-en/ha/tt/lp/dv/96)