Para ganar el centro y las elecciones generales de España del próximo domingo, el líder del Partido Popular (PP), José María Aznar, enterró al dictador Francisco Franco, así como 15 años antes el socialista Felipe González lo hizo con Carlos Marx.
La inmensa mayoría de los españoles huye de los extremos políticos y se ubica en el centroizquierda, coinciden en afirmar todos los sociólogos y directores de encuestas de opinión pública.
Quizás sea esa la consecuencia de haber vivido una de las más cruentas guerras civiles de este siglo (1936-39) y de soportar después la dictadura franquista durante cuatro décadas (1939-75).
Ese hecho fue advertido en la década del 70 por especialistas alemanes que asesoraron a Felipe González, después de la legalización del Partido Socialista Obrero Español, en 1976, al iniciarse en España la transición demcrática, bajo la monarquía de Juan Carlos I.
Por eso González, ya entonces secretario general y líder indiscutido de su partido, dejó caer como al pasar, en una cena con un grupo de periodistas celebrada en Barcelona en 1979, que esperaba que el próximo congreso del PSOE, a realizarse en mayo de ese año, abandonase su definición marxista.
Sin embargo, al votarse la cuestión en el congreso partidario, triunfó la tesis de quienes querian mantener el nombre de Marx. Esa mayoría, no obstante, fracasó en su intento de formar una lista única para dirigir el PSOE y González renunció al cargo de secretario general pues no quería dirigir un partido marxista.
En medio de lágrimas y de una gran tensión, el congreso resolvió formar una comisión de gestión, con el objeto de convocar uno nuevo, extraordinario, que resolviese la cuestión.
En éste, celebrado seis meses después, González logró imponer su tesis de eliminar la definición marxista, aunque prometió que el marxismo sería uno de sus principales referentes. Desde ese momento pasó a controlar la máquina partidaria y Marx ni siquiera fue invocado nunca más como inspirador de nada.
Ahora, Aznar culmina un paulatino y parecido viraje del PP, pero desde la derecha hacia el centro.
El 26 de febrero, delante de un grupo de periodistas del diario El Mundo, "enterró" definitivamente a Francisco Franco al definir su gobierno como una dictadura. Además, dijo que "la tarea del general Franco ha sido profundamente negativa para la vida española".
El candidato presidencial del PP niega que existan la derecha y la izquierda clásicas y afirma que "España necesita ser gobernada desde el centro, con actitudes de centro y con una política de centro".
Todos los sondeos de intención de voto confirman que Aznar ha logrado conquistar una faja mayoritaria del voto centrista. No obstante, las dudas sobre la posibilidad de gobernar con una política de centro se plantean incluso desde medios conservadores, como el matutino ABC.
La influyente reportera política de ABC Isabel San Sebastián le preguntó a Aznar si no teme que la derecha, "que existe", dijo, esté esperando su momento para pasarle factura.
El candidato le respondió que si había alguien así, lo encontrará a él enfrente pues "todo lo que sean actitudes radicales están de antemano descartadas del comportamiento del partido y de un gobierno del PP".
El viraje hacia el centro, o la extensión de su banda de influencia hasta ese sector, comenzó inmediatamente después de que Aznar fuese elegido presidente del PP, por consejo de su fundador y líder histórico, Manuel Fraga Iribarne, hace cinco años.
Desde entonces incorporó paulatinamente a su programa planteos del estado de bienestar social, como el mantenimiento del sistema público de jubilaciones e inició el diálogo con las centrales sindicales, a cuyos máximos dirigentes invitó a su último congreso partidario.
Incluso, el comunista Antonio Gutiérrez, secretario general de Comisiones Obreras, fue recibido con una ovación.
Asimismo, incorporó a su partido a políticos que fueron ministros en el gobierno del centrista Adolfo Suárez, como Rafael Arias Salgado, Javier Rupérez, Marcelino Oreja y Rodolfo Martín Villa, todos ellos conocidos por su talante nada propenso hacia actitudes derechistas.
Y formó su equipo de trabajo más cercano con jóvenes, algunos del PP, otros independientes y dos provenientes de la izquierda.
Rupérez es, además de portavoz parlamentario de asuntos exteriores del PP, secretario general de la Internacional Demócrata Cristiana.
Un último acontecimiento que confirmaría ese giro hacia el centro es la posición de Fraga, presidente de la Comunidad Autónoma de Galicia, en relación al derribo de dos avionetas por Cuba.
Fraga ha enviado técnicos de su gobierno a Cuba para conocer de cerca lo que ocurrió. Pero, advirtió, está en contra de cualquier intervención extranjera en el asunto, en clara alusión a Estados Unidos.
En tales condiciones, si se cumplen los pronósticos de las encuestas, Aznar llegará al gobierno con un programa y con los votos de centroderecha. Sólo faltará que cumpla sus promesas.
Las encuestas también dicen que los ciudadanos confían poco en los programas y las promesas, que una mayoría votará a Aznar para provocar un cambio ante la decadencia del gobierno socialista, pero sin demasiada convicción en las promesas de aquél.
González logró poner una lápida sólida sobre la tumba de Marx, que no lo molestó para nada en sus 13 años de gobierno, al extremo de poder realizar un programa económico de tinte neoliberal.
Resta por saber si la colocada por Aznar podrá mantener quietos a los cada vez más escasos nostálgicos del extinto dictador Francisco Franco y, sobre todo, impedir que aparezcan nuevos herederos. (FIN/IPS/td/jc/ip/96)