El Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil, que la prensa local suele comparar a grupos guerrilleros, surgió como consecuencia de una concentración de la tierra que excluye a millones de campesinos y de cuatro décadas de frustradas luchas por la reforma agraria.
Con sus fulminantes ocupaciones de predios improductivos y locales gubernamenales, campamentos rurales y marchas por las carreteras, el MST sorprende por su capacidad de movilización y organización, tanto en el sur como en el norte amazónico, en el noreste más pobre o cerca de la metrópoli industrial Sao Paulo.
Se trata del "movimiento social más importante del pais hoy", señaló Moema Valarelli, experta del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (Ibase) y coordinadora de una Campaña Nacional por la Reforma Agraria luego convertida en foro informal de organizaciones interesadas en el tema.
El MST "reúne a las personas que no se sometieron a la violenta lógica del desarrollo vigente, se resisten a ser marginales y afirman su ciudadanía y su derecho de producir", aseguró la antropóloga.
La reforma agraria no es sólo una cuestión rural, sino una necesidad para toda la sociedad, una solución para el desempleo, la violencia urbana, la exclusión generalizada, añadió. El MST la llegó a definir en uno de sus congresos ocmo "una lucha de todos", recordó Valarelli.
Hace unos 35 años, el ex diputado Francisco Juliao, líder de las Ligas Campesinas, enemigo número uno de los latifundistas de la época, calificaba a la reforma agraria como "la madre de todas las reformas" y advertía que sin ella, 30 años después "multitudes hambrientas" invadirían y cercarían las ciudades.
Su profecía se hizo también maldición. Los militares asumieron el poder en 1964 tras un golpe de Estado contra las "reformas de base" intentadas por el gobierno del presidente Joao Goulart. El régimen castrense, que se prolongó hasta 1985, agravó la concentración de laa tierra.
Las ciudades se hincharon de "favelas" y de periferias miserables y violentas. La población urbana, que apenas representaba 40 por ciento del total en 1960, se acerca a 80 por ciento actualmente, tras un éxodo rural probablemente sin precedentes por su rapidez y la cantidad de gente involucrada.
Durante ese proceso nació el MST, articulando luchas aisladas que nunca se interrumpieron.
Fundado en 1984 en el marco de un encuentro nacional de dirigentes campesinos, consolidó su organización en el primer Congreso de enero de 1985, con 1.500 delegados, cuenta Neuri Rosseto, uno de los coordinadores del movimiento.
La "modernización conservadora de la agricultura en los años 70", acompañada de la mecanización, el uso intensivo de insumos y el incentivo a monocultivos de exportación, todo ello sin modificar la estructura de la propiedad de la tierra, generó desempleo y expulsión de campesinos, especialmente en el sur.
Esa política aplicada por la dictadura, así como el surgimiento de un nuevo sindicalismo, la acción de la Iglesia Católica por derechos sociales, la resistencia de poblaciones desplazadas por centrales hidroeléctricas y áreas indígenas y la movilización por la democracia están en el origen del MST, explicó Rosseto.
Su base social está constituida por las 150.000 familias instaladas en asentamientos en los últimos años y por otras 30.000 que viven en campamentos organizados en predios ocupados o en las inmediaciones de las carreteras.
El movimiento opera en 22 de los 27 estados brasileños y es dirigido por 90 coordinadores de región o de actividades, como salud, educación, producción y esparcimiento.
Consta de una dirección ejecutiva de 21 miembros, cuya identidad sólo es revelada cuando se lo considera indispensable, para evitar la represión y ataques de los hacendados.
Además de por el acceso a la tierra y por una reforma agraria integral, el MST lucha por "reformas estruturales en la sociedad", promoviendo la agrodustria en el campo, la descentralización del desarrollo y la quiebra de la presión pdemográfica sobre las ciudades, señaló Rosseto.
Para Carlos Guanzirolli, dirigente del MST e investigador de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ese modelo, que supone el fomento de la agricultura familiar, base de todas las economías desarrolladas, exige un cambio radical del actual, fundado en el gran latifundio
El gran avance registrado en 1995 es que el problema de la tierra volvió a ser discutido publicamente, indicó. "Se rompió el bloqueo de la prensa", destacó Guanzirolli.
"Un apoyo urbano es indispensable", ya que "el peso político de la población rural es insuficiente" para impulsar la reforma agraria, subrayó.
El MST calcula que hay en Brasil unas 4,8 millones de familias campesinas sin tierra. De los 400 millones de hectáreas aptas a la agricultura en el país, 180 millones podrían ser expropiadas para distribuirlas entre esa gente, una cantidad más que suficiente, según Moema Valarelli.
Las fuertes relaciones entre latifundistas, políticos y grandes capitales industriales y financieros -la empresa automotora Volkswagen y los bancos poseen gigantescas haciendas, el ministro de Agricultura, José Andrade Vieira, es banquero y hacendado- representa el principal obstáculo, añadió la experta.
La situación agraria en el Brasil de hoy podría ser comparable a la que se huboera presentado en Estados Unidos si los sudistas hubieran triunfado en la guerra de Secesión hace 130 años, aformó Ladislau Dowbor, economista de la Universidad Católica de Sao Paulo.
Cerca del 44 por ciento del territorio nacional es abarcado por apenas uno por ciento de las propiedades.
El objetivo del actual gobierno de asentar a 280.000 familias campesinas entre 1995 y 1998 es poco ambicioso, pero aún así no será alcanzado si el ritmo actual se mantiene, se lamentó Rosseto. (FIN/IPS/mo/dg/pr-ip/96)