El Caribe debe reclamar y trabajar para que el aumento de la temperatura global no supere los 1,5 grados centígrados, señaló la red de institutos Panos Caribe, que trabaja con comunidades pobres y marginadas para afrontar las dificultades que plantea el cambio climático.
Con vistas a la cumbre climática que se realizará en diciembre, Yves Renard, coordinador interino de Panos Caribe, dijo que la movilización, la diplomacia y los compromisos deben ser firmes y ambiciosos.
Eso necesario para garantizar que la transición hacia las energías renovables y la fuerte reducción de las emisiones contaminantes no solo se implementen sino se aceleren.
“Es una misión que no debe dejarse solo en manos de los negociadores de cambio climático. La sociedad civil, el sector privado, las autoridades y los diplomáticos del Caribe también deben alzar su voz tanto en el ámbito local como internacional”, dijo Renard a IPS.
“La respuesta global al cambio climático no debe reducirse a un concepto mecánico. Debe acompañarse de un renovado enfoque de desarrollo económico y de cambio de mentalidad, para que se incluya en el contexto más amplio de las formas de ingreso, los valores sociales y las prioridades de desarrollo de la gente”, explicó.
Artistas, líderes de la sociedad civil y otros actores del Caribe deben subrayar la necesidad de desafiar los enfoques dominantes del desarrollo y ayudar a moldear nuevas relaciones entre la gente, las empresas, las instituciones y el mundo natural, añadió el coordinador de Panos.
Mientras, el Instituto de Rrcursos Naturales del Caribe dijo que los enfoques comunitarios basados en los ecosistemas son fundamentales para construir resiliencia al cambio climático, en especial en los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID).
“Invertir en conservar, realizar un manejo sostenible y recuperar los ecosistemas genera múltiples beneficios en lo que respecta a la construcción de resiliencia ecológica, económica y social, así como beneficia a la mitigación a través del secuestro de carbono de bosques y manglares”, explica.
Renard recordó que tal como lo muestra la evidencia en el Caribe, son las personas más pobres, marginadas y más vulnerables las más afectadas por el recalentamiento del planeta.
Entre ellas se encuentran los pequeños agricultores que padecen la fuerte sequía, los hogares sin seguro, incapaces de recuperarse de huracanes devastadores, y las personas discapacitadas que no pueden hacer frente a las consecuencias de los desastres.
“El cambio climático exacerba las desigualdades, y las medidas de adaptación deben ofrecer la necesaria contención y apoyo a los sectores más pobres y vulnerables”, dijo Renard a IPS.
“Todos los marcos políticos sectoriales, nacionales e internacionales, deben reconocer los beneficios que pueden sacar de la participación y de las asociaciones, incluido el empoderamiento de comunidades, empresas, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil que les permiten desempeñar un papel directo en la identificación y la implementación de soluciones, en particular en referencia a la adaptación”, explicó.
Además, dijo que la arquitectura y las operaciones de instituciones que financian iniciativas climáticas deben mejorarse para facilitar el acceso directo a actores nacionales y regionales; y considerar la financiación de acciones de adaptación apuntando al costo total, en especial en los pequeños países, donde hay limitadas posibilidades de garantizar una financiación conjunta.[related_articles]
Las instituciones financieras también necesitan facilitar la participación de la sociedad civil y el sector privado en el diseño y la ejecución de proyectos, además de aumentar la representación de los PEID en la gobernanza de las instituciones financieras, indicó.
Renard señaló que dada la importancia crítica de los enfoques descentralizados y comunitarios para la adaptación y la construcción de resiliencia, las instituciones y los mecanismos financieros deben diseñar e implementar instalaciones que permitan que la asistencia técnica y los fondos estén disponibles para los actores locales como viene haciendo con gran éxito el Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF).
Aún en algunos países pobres de la región, los actores locales asumen las iniciativas contra el cambio climático, destacó.
“En el Caribe, se necesita una coalición regional de actores de la sociedad civil para construir solidaridad y compartir experiencias de acción climática en contextos locales”, indicó Renard.
“Esas redes de la sociedad civil deben reforzar y basarse en acciones tomadas por los gobiernos regionales, y se necesita más apoyo internacional para emprender ese trabajo”, observó.
“Se necesitan más recursos y capacidades en comunicación y acciones para difundir la evidencia científica sobre el cambio climático, a fin de profundizar la comprensión sobre este y sus consecuencias y promover más acciones ambiciosas contra el cambio climático a escala global”, añadió Renard.
En el 73 período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el canciller de Granada, Peter David, llamó a otras naciones del Caribe y a los PEID a oficiar de “casos de estudio” para la implementación a escala nacional de tecnologías e innovaciones vinculadas al clima.
El Caribe también presenta algunos de los casos más convincentes de inversión privada en energías renovables y sostenibles, apuntó David.
“Ser climáticamente inteligente va más allá de las políticas”, puntualizó. “Va más allá de viviendas, infraestructura y agricultura resistentes. Quiere decir que la región también puede servir como un modelo mundial en materia de energías renovables y de eficiencia energética”, precisó.
“Apuntamos no solo a ser resilientes, sino a que con el enorme potencial que tiene la región en materia de energía hidroeléctrica y geotérmica, también podría ser climáticamente inteligente”, explicó David.
Traducción: Verónica Firme