La policía de Nueva Delhi lanzó una iniciativa única para frenar el espiral de violencia contra las mujeres en esta ciudad, conocida como la “capital de la violación”: un escuadrón de ciudadanos, que asisten en la prevención y la detección de delitos y contribuyen a mantener el orden.
El grupo, llamado “policías mitras” (amigos de la policía), está formado por granjeros, trabajadoras del hogar y exmilitares.
Por otra parte, los jefes de policía crearon su propia versión de los “Ángeles de Charlie”, un escuadrón de mujeres entrenadas para combatir la delincuencia, agentes con kimonos blancos que saben lanzar patadas y persiguen a los predadores sexuales en todo el país.[pullquote]3[/pullquote]
El grupo de 40 mujeres bien entrenadas en artes marciales vigila lugares “vulnerables” de la ciudad, como las escuelas y las estaciones de tren subterráneo.
India, uno de los peores países en materia de seguridad de la población femenina, incorporó una serie de iniciativas innovadoras para preservar a las mujeres de los delitos sexuales. Pero irónicamente, a pesar de leyes más duras y del fortalecimiento de policía, la violencia aumenta.
Según un informe del Contralor y Auditor General de India, delitos como violación, abuso sexual y acoso se dispararon, aumentando 60 por ciento entre el período 2010-2011 y entre 2014-2015.
Un informe de la Oficina Nacional de Registro de Delitos concluyó que hubo 337.992 denuncias de violencia, violación, crueldad y secuestro, contra las mujeres en 2014, nueve por ciento más que el año anterior.
Las denuncias de violación también aumentaron nueve por ciento, registrándose 33.707 ese mismo año, el último del que se dispongan datos.
Un estudio de la organización ActionAid concluyó que 79 por ciento de las mujeres indias han sufrido acoso o violencia en espacios públicos.
El aumento de ataques contra las mujeres disparó numerosos proyectos voluntarios, como la iniciativa Blank Noise, cuya campaña #WalkAlone (camina sola) llamó a las mujeres a romper el silencio y caminar solas para luchar contra el miedo al acoso callejero.
Otra campaña pidió a las mujeres que enviaran la vestimenta que llevaban cuando sufrieron acoso, la que se usó para montar una instalación pública.
En 2003, la organización convocó a acosadores, víctimas, espectadores y transeúntes, llamados “Héroes de Acción”, una red de voluntarios de todas las edades, géneros y orientación sexual a difundir el mensaje contra el acoso sexual en espacios públicas. También dicta cursos para ayudar a las mujeres a crear espacios seguros.
El parlamento aprobó leyes más duras contra la violación, la trata de personas, los ataques con ácido y el acoso, pero esto tampoco se tradujo en una disminución de los delitos. Algunas activistas analizan que eso se debe a que las movilizaciones generaron un contraataque de los violentos.
“Hay mucha cobertura mediática, marchas con velas y miedo en las redes sociales si las mujeres se indignan, pero en realidad no cambió nada”, observó Pratibha Malik, de la organización Aashrita.
“La presencia misma de las mujeres en espacio no tradicionales, como oficinas, bares, restaurantes, entre otros, en una sociedad patriarcal como la de India es responsable de la respuesta violenta”, opinó.
El disparador para reforzar la legislación y la acción policial fue la violencia de una estudiante de medicina de 23 años en diciembre de 2012 en un autobús en movimiento cuando regresaba del cine con un amigo.[related_articles]
Un grupo de varones, entre los que incluso había uno de 14 años, atacaron a la pareja. La mujer fue varias veces violadas y su amigo, golpeado con una barra de hierro. Ella murió poco tiempo después y todo el episodio, que ocupó los titulares de los diarios de todo el mundo, motivó protestas masivas reclamando medidas contra la violencia.
Al tiempo, se creó el Comité de Justicia Verma, en cuyo informe mencionó “la gobernanza deficiente no crea un ambiente seguro y digno para las mujeres de India, constantemente expuestas a la violencia sexual”.
Los tres agresores del sonado caso de 2012 fueron condenados a muerte. Además, se aprobó una ley ampliando la definición de delitos sexuales para incluir la penetración forzada mediante cualquier objeto, el acoso, la violencia con ácido e, incluso, contra desvestir a las mujeres.
Pero ellas todavía no se sienten seguras, pues consideran que todavía acecha el peligro, en especial en las grandes ciudades, donde salir de noche aún se considera una “aventura”.
“No me siento para nada segura en espacios públicos ni en el transporte público. Sé que nadie va a salir a defenderme si estoy en problemas”, confesó la cocinera Rekha Kumari, de 30 años.
“Llevo gas pimienta y un cuchillo cuando vuelvo tarde de la oficina”, coincidió Shashibala Mehra, una contadora de 52 años. “En los 40 minutos que tengo de regreso a casa, hablo por teléfono con mi esposo para que sepa si tengo algún problema”, acotó.
Laxmi Aggarwal, quien sufrió un ataque con ácido y se dedicó a luchar para prohibir la venta de esa sustancia en este país, señaló que el gobierno no ha hecho mucho al respecto. “Jovencitas vulnerables sufren ataques en distintas zonas rurales de India”, apuntó.
La joven de 27 años trabaja con la organización Stop Acid Attacks para ayudar a otras víctimas como ella y defender sus derechos en la justicia.
Además de comparar armas y gas pimientas, muchas mujeres recurren a aplicaciones de seguridad, toman clases de defensa personal y se unen a grupos de autoayuda.
El colectivo femenino Brigada Roja, por ejemplo, ofrece a mujeres y niñas técnicas de autodefensa y persigue a los hombres que cometieron una agresión sexual.
“Tratamos de que el hombre errado entre en razón hablando con él y sus padres. Si no escucha, vamos a la policía”, detalló Usha Vishwakarma. “Si sigue obstinado, pasamos a la acción”, puntualizó.
Una parte importante del apoyo de la Brigada Roja es ayudar a las víctimas a sacarse el sentimiento de culpa de que son responsables de la violencia sufrida.
Traducido por Verónica Firme