Mujeres de India reclaman su derecho a ingresar a los templos

Numerosos sacerdotres suelen prohibir el ingreso de las mujeres que están menstruando a los templos. Crédito: Neeta Lal/IPS.
Numerosos sacerdotres suelen prohibir el ingreso de las mujeres que están menstruando a los templos. Crédito: Neeta Lal/IPS.

Las mujeres constituyen casi la mitad de los 1.200 millones de habitantes de India, pero la desigualdad de género y la mentalidad patriarcal que perduran conspiran para excluirlas de algunos sitios sagrados en pleno siglo XXI.

Este país se vio sacudido por una ola de furor porque templos populares prohibieron el ingreso de mujeres con argumentos tan dudosos como retrógrados: la menstruación las vuelve “impuras” y no aptas para los lugares de culto.

Pero ahora, a diferencia de años atrás, las mujeres cuestionan las normas arcaicas y hacen frente a sus verdugos. Declaraciones sin precedentes como “la menstruación no es ni sucia ni vergonzosa, sino un simple hecho biológico” encuentran un lugar en el glosario popular y resuenan en millones de personas.

La declaración de un sacerdote del templo de Sabarimala, en el sureño estado de Kerala, sobre que las mujeres no podrían ingresar hasta que no se inventara una máquina capaz de detectar si son “puras” o si no están menstruando, generó un malestar generalizado en noviembre de 2015.

Las mujeres y niñas que están menstruando tienen prohibido ingresar a los lugares de culto en muchos templos. Crédito: Neeta Lal/IPS.
Las mujeres y niñas que están menstruando tienen prohibido ingresar a los lugares de culto en muchos templos. Crédito: Neeta Lal/IPS.

Alrededor de un millón de peregrinos hindúes se congregan todos los años en las montañas Ghats occidentales en homenaje a la deidad Ayyappan, quien meditaba en el lugar, según la mitología hindú.

Episodios como ese sirvieron de inspiración a la campaña “feliz sangrado”, que se rápidamente se propagó y se volvió viral en la red social Facebook. La iniciativa convocaba a las mujeres a tomarse una foto con un cartel en que se leyera el eslogan y ponerla como su imagen de perfil.

Pronto, la red social se vio inundada de mujeres sosteniendo el cartel, algunos de los cuales estaban hechos de toallas sanitarias y tampones. La campaña logró que la prohibición de Sabarimala pasara a la órbita judicial, pues la Asociación de Jóvenes Abogados presentó un recurso ante la Corte Suprema reclamándole que solicitara una explicación a las autoridades religiosas por la prohibición.

Otro ejemplo se dio en enero de este año, cuando 500 mujeres furiosas marcharon desde la occidental ciudad de Pune hacia el templo Shani Shingnapur, en Maharashtra, donde los sacerdotes las excluyeron de los lugares de culto.

La organización Brigada Ranragini Bhumata (Guerreras de la Madre Tierra) irrumpió en el templo en un acto de rebeldía contra una tradición de 400 años de antigüedad. El grupo chocó contra una gran barrera de seguridad fuera del pueblo y en el templo, compuesta por una barricada y agentes armados. Pero no se dejaron desanimar.

Según Trupti Desai, lideresa de la brigada, se trata de “tradiciones hechas por el hombre. Dios no discrimina entre hombres y mujeres. Si ellas quieren entrar al templo, ¿cómo van a frenarlas? ¿Acaso el templo lo maneja el Talibán? No necesitamos permiso para visitar a Dios”, arguyó.

La presión pública parece dar resultados. Un alto tribunal de Mumbai solicitó el 30 de marzo al gobierno estadual de Maharashtra que garantizara el ingreso de las mujeres a todos los lugares de culto.

El fallo judicial es claro: “No hay nada que impida el ingreso de las mujeres. Los agentes de seguridad deben actuar en contra de quienes se los impiden”, y agrega: si los hombres tienen derecho a ingresar a un lugar sagrado, las mujeres también tienen que poder entrar.

Las activistas buscaron la implementación de la Ley de Autorización de Ingreso a Lugares Públicos de Culto Hindú en Maharashtra, de 1956, que reza: “no se puede impedir ni desalentar a ninguna persona (que profese la religión) hindú de cualquier clase o grupo social a ingresar a lugares públicos de culto ni impedirles que recen o realicen ritos religiosos”.

La violación de la norma se castiga con seis meses de cárcel.

Y no son solo las hindúes, las musulmanas también luchan contra la prohibición de ingresar a la popular mezquita del siglo XV, Haji Ali, en Mumbai.

La organización defensora de los derechos de las mujeres Bharatiya Muslim Mahila Andolan presentó un recurso ante un alto tribunal reclamando el derecho a ingresar al santuario. Hasta 2012 podían llegar hasta el mazar (mausoleo), pero luego se les prohibió por “su propia protección y seguridad”.[related_articles]

Según Anirudh Kashyap, profesor adjunto del departamento de historia de la Universidad de Nueva Delhi, ese tipo de actitudes son un reflejo de las arraigadas concepciones patriarcales que no consideran a las mujeres en un plano de igualdad.

“La oposición al derecho de las mujeres a rendir culto también atenta contra la noción de India como la mayor democracia del mundo dirigida por el primer ministro (Narendra Modi), quien aspira a colocar al país entre los principales actores globales”, arguyó Kashyap en diálogo con IPS.

Según especialistas,un asunto que complica la situación en India es que la Constitución confiere al Estado la potestad de realizar reformas sociales, pero no distingue entre este y la religión, lo que habilita a plantear la interrogante de si las autoridades religiosas tienen derecho a prohibir o no el ingreso de las mujeres a los templos.

“La respuesta es sí y no”, explicó la abogada Pratibha Pandey.

La Constitución garantiza la libertad de culto, pero el artículo 26 (b) otorga a las organizaciones religiosas el derecho a decidir sobre las cuestiones religiosas, que suelen caer en actitudes sexistas, aunque el artículo 25 (2) habilita la intervención estatal en sus asuntos cuando está en juego el “bienestar social”, lo que puede derivar en abusos de autoridad.

“Las dispensas políticas complican la cuestión al ceder frente a intereses creados, doblegarse a las demandas de poderosas autoridades religiosas e ignorar los derechos constitucionales de las mujeres”, explicó Pandey.

El actual escándalo religioso ha dejado una lección, pues numerosos estudios subrayan los beneficios de una sociedad con igualdad de género. Una alta comisión sobre el estatus de la mujeres, creada por el gobierno central, ubicó el año pasado a India en el lugar 141, entre 142 países, según indicadores de salud y supervivencia.

Además, numerosos economistas coinciden en que una economía en desarrollo como la de India no puede permitirse limitar los derechos de las mujeres ni privarse de una política inclusiva.

Según un informe del Instituto Global McKinsey, la mejora de la igualdad de género puede ayudar a este país a agregar 2,9 billones de dólares a su producto interno bruto para 2025.

En ese sentido, permitir el ingreso de las mujeres a los templos y lugares de culto puede ser un buen comienzo.

Traducido por Verónica Firme

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