Anemia en el oriente cubano destapa desigualdades

La técnica en informática Gladys Pavón, de 32 años, junto a su hijo Irving, en Bayamo, en la oriental provincia de Granma, Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños_IPS

Cuba cumplió la meta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de reducir el hambre, pero persiste la anemia causada por malnutrición en bebés, niñas y niños pequeños y mujeres embarazadas de este país caribeño, que intenta superar una crisis económica de más de 20 años.

“Las carnes son las más difíciles de conseguir. También lo son las frutas y vegetales que compramos para los niños. La leche llega por la tienda (cartilla de racionamiento)”, relata Gladys Pavón, madre de dos pequeños en la ciudad de Bayamo, 730 kilómetros al este de La Habana, en diálogo con IPS.[pullquote]3[/pullquote]

Esta técnica en informática, de 32 años, le incorpora los primeros alimentos a Irving, de nueve meses de edad. “El pequeño ya come frutas, viandas (tubérculos), pastas y todas las carnes. Trato de darle una dieta balanceada al igual que a Javier Alejandro, de dos años”, detalla.

“Mis hijos nunca han padecido anemia”, dice esta madre, mientras carga orgullosa al rollizo Irving, libre de un mal que todavía afecta a estos grupos vulnerables en la región oriental, a pesar de las acciones del Plan Nacional para la Prevención y Control de la Anemia y apoyos sostenidos de la cooperación internacional para erradicarlo.

“La anemia por causa alimentaria está entre los principales problemas nutricionales en la provincia de Granma (cuya cabecera es Bayamo), al igual que en el resto del oriente cubano”, informa a IPS la doctora Margarita Cruz, al frente del Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutrición en la localidad.

Según la experta, “la causa fundamental es la deficiencia de hierro en la dieta. Los niños y las embarazadas no consumen las cantidades suficientes que necesita el organismo”.

“Hay problemas con la disponibilidad y acceso a una adecuada alimentación pero también con los malos hábitos nutricionales. Incluso el gusto por la comida chatarra comienza a tener un impacto negativo”, explica.

Cada vez se habla con más fuerza sobre la malnutrición, reflejada tanto en la falta de nutrientes como en la obesidad.

Hoy viven 2.000 millones de personas en el mundo con deficiencias de micronutrientes, lo que atenta contra una vida saludable y productiva, según el primer Informe de la Nutrición Mundial, publicado en noviembre pasado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Y la subnutrición mata cada año a casi 1,5 millones de mujeres, niñas y niños. Mientras en Cuba este índice está por debajo de cinco por ciento de la población de 11,2 millones de personas.

Cada habitante aquí recibe una cuota básica de alimentos subsidiados a través de la llamada “libreta” (cartilla de racionamiento), muy criticada, pero imprescindible para sectores de bajos ingresos. Y a las embarazadas, bebés y niños hasta los 13 años se les provee una dieta especial con añadidos de carne, leche fortificada, compota y yogur.

Para servir la mesa hasta fin de mes, las familias están obligadas a pagar los altos precios de los alimentos en los mercados agropecuarios, tiendas estatales en pesos convertibles (equivalentes al dólar) y el mercado negro, que resiste a las redadas policiales y las condenas de hasta tres años de cárcel por contrabando.

Datos del estatal Centro de Estudios de la Economía de Cuba muestran que la alimentación concentra entre 59 y 75 por ciento de los gastos familiares, en un país donde el principal empleador es el Estado, que paga un salario promedio de 19 dólares al mes.

Compuesto por las provincias de Las Tunas, Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo, el oriente cubano presenta las tasas más bajas de desarrollo de la nación caribeña.

Según el último Censo de Población y Viviendas 2012, en cada provincia oriental son muchas más las personas que se van que las que llegan. La región aporta en algunos casos hasta más de 75 por ciento de los inmigrantes de toda la vida en los restantes 10 departamentos.

Aunque sigue siendo un problema de salud, la anemia bajó en los últimos años.

Un estudio realizado en el oriente cubano entre 2005 y 2011 concluyó que la prevalencia de la enfermedad cayó de 31,8 a 26 por ciento en menores de cinco años. Los indicadores más altos fueron detectados en el grupo de seis a 23 meses de edad, reveló el artículo publicado en 2014 en la revista cubana Medicc Review.

Con 830.600 habitantes, Granma está hoy por debajo de 25 por ciento de prevalencia de la anemia en los menores de cinco años y 20 por ciento en las embarazadas, indica Cruz, que integra también el colectivo de autores del texto en Medicc Review.

“Se ha trabajado, por eso hay resultados”, se alegra. “Las personas han ido mejorando en el consumo de vegetales y en cómo combinar ciertos alimentos para aprovechar todos los nutrientes”, especifica.

Solo el Programa Mundial de Alimentos (PMA) financió desde 2002 hasta 2014 en las cinco provincias orientales dos proyectos millonarios, diferentes pero consecutivos, de apoyo al Plan Nacional para la Prevención y Control de la Anemia, del Ministerio de Salud Pública.[related_articles]

Estas iniciativas, de conjunto con instituciones cubanas, incluyeron estrategias de comunicación y educación sobre el tema para las familias, crearon sistemas de vigilancia de la anemia en el sector sanitario, entregaron de forma gratuita cereales fortificados con micronutrientes y ayudaron a la producción local de estos cereales.

Y el nuevo programa de país que el PMA inicia este mes hasta 2018 prioriza el monitoreo nutricional y la ayuda al agro cubano, a tono con el énfasis del gobierno de Raúl Castro en la agricultura y el empoderamiento de las localidades para reducir las importaciones de alimentos anuales de 2.000 millones de dólares.

Con arroz cultivado en Cuba, la estatal Empresa de Productos Lácteos de Bayamo comienza este mes a obtener Nutriarroz, un cereal fortificado a base del grano más consumido por la población. “El producto ha tenido buena aceptación en las pruebas realizadas”, revela Rauel Medina, director de esta fábrica

La mayor empresa de su tipo en el país debe entregar 1.200 toneladas anuales para su distribución gratuita entre niñas y niños pequeños y embarazadas en los municipios orientales que todavía tienen alta prevalencia de anemia, como parte de la cooperación entre el PMA y esta nación caribeña.

“Es necesario detectar este problema en las mujeres en edad fértil”, aporta la médica Mariela Velis, jefa del Programa de Atención Materno Infantil en Granma. “Una madre anémica puede tener un niño con el mismo padecimiento y se crea un ciclo”, explica.

Por ello, detalla que se monitorea desde la adolescencia la hemoglobina (proteína en la sangre que en baja concentración indica anemia) en la localidad.

Editado por Verónica Firme

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