Iraq resurge en el radar de EEUU por caída de Faluya

El primer ministro Nuri al Maliki ha presionado a Washington por el envío de aeronaves de combate desde antes del retiro de Estados Unidos de Iraq, en 2011. Crédito: dominio público

La toma de posesión de la ciudad de Faluya por el Estado Islámico de Iraq y Siria (EIIS), una organización armada vinculada a Al Qaeda, volvió a concentrar la atención de Washington en el país que pretendía haber dejado atrás permanentemente.

La administración del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, descartó toda intervención militar directa, pasados dos años de que los últimos soldados de combate de Estados Unidos abandonasen Iraq en diciembre de 2011.

Pero se apresuró a enviar misiles Hellfire y otros equipos militares al ejército iraquí, que rodea la ciudad bajo control de EIIS desde el día 4. Faluya es la segunda ciudad de la provincia occidental de Al Anbar y el epicentro de la insurgencia sunita durante los ocho años de la ocupación estadounidense.

Washington también procura que al menos un legislador clave, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Robert Menéndez, libere la entrega de una flota de helicópteros de ataque Apache que reclama el primer ministro iraquí Nuri al Maliki.

El líder de una coalición de chiíta ha presionado para que el gobierno estadounidense le envíe los helicópteros y aviones de combate F- 16, incluso desde antes de la retirada de Estados Unidos, y más recientemente durante una visita a Washington en noviembre.

Pero algunos críticos de Maliki y del gobierno de Obama quieren que el primer ministro demuestre una mayor flexibilidad hacia los reclamos de la minoría sunita en Iraq. Para ello,  piden que la ayuda adicional a Bagdad se condicione a que Maliki adopte un firme compromiso en ese sentido.

«Es importante matar y capturar a los guerrilleros de Al Qaeda, por cierto, pero sin la reconciliación política con la población sunita”, la organización extremista “no tendrá problemas para regenerar sus pérdidas», escribió Max Boot, analista militar del independiente Council on Foreign Relations.

Boot se opuso firmemente a la decisión de Obama de retirar los soldados de Iraq después de que el parlamento iraquí se negó a otorgarle la inmunidad jurídica a los efectivos estadounidenses por sus acciones en el país del sudoeste de Asia.

“De hecho, la aplicación indiscriminada de la capacidad de ataque de Maliki, si bien puede caerle bien a la base chiíta del primer ministro…, es probable que simplemente incite una mayor oposición sunita”, escribió Boot en el blog neoconservador  Commentary.

Pero otros analistas en Washington discrepan con esa opinión e insisten en que debe derrotarse al EIIS, preferiblemente con la ayuda de guerrillas locales alineadas al ejército iraquí. Aseguran que echarle la culpa a Maliki por la situación actual “confunde la causa con el efecto”.

«El problema fundamental es que un número importante de anbaris aún no se conforman con la pérdida de poder – y los privilegios aparejados – tras la caída de Saddam Hussein (en 2003)”, según Douglas Ollivant, de New America Foundation.

Ollivant fue un asesor clave del general David Petraeus, el comandante de las fuerzas de Estados Unidos que intervinieron Al Anbar y Bagdad en 2007 y 2008 y limitaron las matanzas intestinas que llevaron a Iraq al borde de la guerra civil en 2006.

«Esto generó dos resultados: las manifestaciones para expresar reclamos que son políticamente imposibles fuera de un sistema autoritario y el retorno a la violencia que Al Qaeda ha intentado precipitar durante años”, escribió Ollivant en la página digital de la revista Foreign Policy.

Algunas versiones indicaban el miércoles que el EIIS inició su retiro de Faluya bajo la presión de dirigentes locales, que temen una nueva destrucción, como la que sufrió la ciudad durante el cruento asedio de las fuerzas estadounidenses en 2004.

Pero que EIIS lograra tomar la ciudad, así como partes de Ramadi, la capital provincial, así sea brevemente, subraya la amenaza que existe de una guerra civil similar a la que desgarra a Siria desde hace casi tres años.[related_articles]

De hecho, el EIIS,  fuerza insurgente dominante en la vecina Siria, declaró su intención de establecer un emirato transnacional como parte de un objetivo más amplio de anular la influencia del Irán chiíta. Maliki, el presidente sirio Bashar Assad y libanés Hezbolá son considerados meros títeres de Teherán por este grupo.

El propio Obama declaró que quiere evitar “tomar partido en una guerra religiosa entre chiítas y sunitas”, ya sea en Siria o en el resto de la región.

El secretario de Estado estadounidense John Kerry expresó una postura similar con respecto a Iraq, el día 5 en Jerusalén.

“Esta es una lucha que pertenece a los iraquíes”, recalcó, aunque añadió que Washington haría “todo lo posible” por ayudar a Bagdad a derrotar el EIIS, a cuyos integrantes denominó “los actores más peligrosos” de la región.

«No contemplamos, obviamente, regresar (a Iraq). No estamos contemplando poner las botas en el terreno. Esta es su lucha, pero vamos a ayudarlos en su lucha”, aseguró Kerry.

Además de los misiles Hellfire, que en la actualidad arman los aviones ligeros de alas fijas de la pequeña fuerza aérea iraquí, Washington se comprometió a acelerar la entrega de aviones teledirigidos de vigilancia, o drones, que pueden requerir la capacitación del personal iraquí.

Varios funcionarios habrían instado al gobierno a ofrecer drones armados a Iraq con la condición de que sean operados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), como sucedió en Pakistán y Yemen. Pero se considera poco probable que Maliki acepte esa condición.

La mayoría de los analistas coinciden en que los helicópteros Apache, de los cuales Bagdad ordenó varias decenas, serían particularmente eficaces contra las presuntas unidades del EIIS en el desierto abierto de Al Anbar.

Pero la entrega de los helicópteros está trancada por algunos legisladores preocupados porque podrían utilizarse contra la oposición política legítima.

Las fuerzas iraquíes reaccionaron varias veces de manera letal contra protestas inicialmente pacíficas.

Las unidades antiterroristas entrenadas por Estados Unidos también fueron acusadas el pasado año de graves violaciones por observadores de derechos humanos, incluso del asesinato y la detención arbitraria de destacados dirigentes y activistas sunitas.

El gobierno de Obama también deploró lo que considera la inclinación cada vez más sectaria de Maliki, y presionó al líder iraquí para que adopte una postura más conciliatoria hacia la comunidad sunita, especialmente en Al Anbar, donde el movimiento guerrillero Sahwa (Despertar) tuvo, con el respaldo de Estados Unidos, un papel decisivo en la derrota de Al Qaeda en 2007 y 2008.

Washington se queja de que Maliki incumplió en gran medida los compromisos de integrar a miembros de Sahwa al ejército y las fuerzas de seguridad iraquíes.

Para superar estas preocupaciones, el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, mantuvo consultas prácticamente diarias con Maliki y dirigentes sunitas durante la primera semana del año.

Biden habló por teléfono con Maliki el miércoles 8 y “alentó al primer ministro a continuar” con el diálogo “del gobierno iraquí con los dirigentes locales, tribales y nacionales”, dijo la Casa Blanca en un comunicado.

Además, “recibió con satisfacción la decisión del Consejo de Ministros de extender los beneficios estatales a las fuerzas tribales que murieron o resultaron heridas en la lucha contra el Estado Islámico de Iraq y el Levante (EIIS)”.

Maliki también envió una carta al senador Menéndez, el bastión contrario a la venta de los helicópteros, en que detalló las medidas que adoptará para involucrar a la comunidad sunita y garantizar que las armas de Estados Unidos se utilicen únicamente en la lucha contra el terrorismo, según la publicación digital The Daily Beast.

Entre tanto, la Organización de las Naciones Unidas, la Cruz Roja y Human Rights Watch (HRW) expresaron su preocupación el miércoles 8 por la situación humanitaria en Faluya.

Se hicieron eco de versiones de que se estarían agotando los alimentos y el agua en la ciudad. Más de 10.000 habitantes habrían abandonado la urbe desde que comenzaron los combates el 1 de enero.

La organización humanitaria HRW, con sede en Nueva York, denunció que las fuerzas del gobierno arrojaron morteros de forma indiscriminada sobre barrios civiles, mientras los combatientes del EIIS y sus fuerzas aliadas realizaron ataques desde zonas pobladas.

El blog de Jim Lobe sobre la política exterior de Estados Unidos se puede leer en inglés en Lobelog.com

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