Mientras Jean Reniteau acaricia la idea de iluminar su casa con paneles fotovoltaicos, Frantz Fanfan busca cómo expandir la producción de briquetas que sustituyan el uso del carbón de leña en las cocinas de la mayoría de los habitantes de Haití carentes de energía eléctrica."En mi hogar está prohibido cocinar con carbón. Tenemos que acabar con esa costumbre", dice Reniteau, comunicador social y profesor universitario, mientras que Fanfan, gerente de una fábrica de briquetas (combustible ecológico) en Puerto Príncipe, se manifiesta deseoso de "parar con la deforestación", para lo cual aspira a inundar el mercado local con sus productos.
Reniteau no sabe cuánto tardará en hacer realidad su sueño. "Hay una compañía que vende y monta los paneles. Según mis cuentas, todo me costaría alrededor de 1.550 dólares. Compraré de a poco lo que necesito", comentó a IPS, a sabiendas de que sus ingresos mensuales equivalentes a unos 800 dólares no le dejan más opción.
La energía renovable se abre paso en un camino que debiera ser sin retrocesos. La avenida Toussaint Louverture, una de las arterias principales de Puerto Príncipe, se ilumina cada noche con sus lámparas solares, lo mismo que otros espacios públicos de esta capital y algunos municipios del país.
En ese marco, la Fundation Nouvelle GrandAnse suscribió un acuerdo con la organización no gubernamental Cubasolar para crear en la localidad de Dekade, situada a cinco kilómetros de la sudoccidental ciudad de Jérémie, un centro de referencia de energía renovable para la región circundante y todo el país.
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"Actualmente, nuestro departamento de GrandAnse y toda el área del sudoeste se han declarado prioridad nacional", dijo a IPS el activista Maxime Roumer, dirigente de esa fundación. Más de 250 farolas de alumbrado público han sido o están en proceso de ser instaladas en la región, que se beneficiará con el uso del biogás y otros portadores limpios de energía.
El mayor reto de este país está en ofrecer alternativas al carbón de leña, que representa 72 por ciento del consumo energético nacional. El hecho de que es utilizado cotidianamente por la mayoría de los habitantes que no tienen electricidad da como resultado que hoy el área boscosa solo cubre dos por ciento del territorio, con la consiguiente erosión de los suelos.
"Si no paramos la tala indiscriminada, en un futuro hasta los árboles de mango que aún encontramos en nuestros campos será cortado y convertido en carbón", comentó Fanfan, quien defiende las briquetas como la mejor opción para que las familias puedan cocinar sus alimentos sin daño para el ambiente y la salud de las personas.
Este combustible es más económico, porque su precio está por debajo del carbón y el gas propano, no es contaminante y contribuye a eliminar basura en la ciudad. "Nosotros estamos ayudando a lo que es la limpieza del país", apuntó.
La fábrica Fuego el Sol produce unas 5.000 briquetas diarias con una máquina manual. Se confeccionan fundamentalmente de cartón, papel y aserrín de madera, que, convertidos en pulpa se coloca en moldes cuadrados hasta que se sequen. Por ahora satisfacen la demanda del Programa Mundial de Alimentos (PMA) para abastecer de combustible a algunas de las escuelas que asiste.
Los niños de la escuela Saint-Joseph, ubicada en el barrio Carrefour Fleuriot, en el norte de Puerto Príncipe, disponen cada día de almuerzo preparado especialmente para ellos, como parte de los planes de cantinas escolares que ofrece esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas en varias partes de Haití.
Ubicado en uno de los sectores vulnerables de la capital, este centro de enseñanza recibe, además de los alimentos, las briquetas necesarias para su cocción. También tiene una cocina especialmente habilitada para usar este combustible ecológico, donada por el PMA. "Estamos trabajando en un prototipo de cocina similar para poder entrar al mercado nacional con nuestro producto. Sin ello, la gente lo va a utilizar en los fogones en que habitualmente cocinan con carbón y no notarán el beneficio, pensarán que no sirve", explicó Fanfan.
Fuentes del PMA informaron a IPS que Saint-Joseph es uno de los 29 centros de enseñanza que además de los alimentos recibe briquetas, en un plan aún poco desarrollado, pero que conlleva la idea de que la experiencia sirva a entidades que trabajan en la producción de energía limpia y se interesen por expandirla.
En el año lectivo en curso, el PMA cubre 2.142 escuelas, de siete de los 10 departamentos del país, para beneficio de unos 685.000 alumnos. Este organismo alertó a principios de año que Haití afronta nuevos desafíos alimentarios debido al impacto de la sequía, la tormenta tropical Isaac y el huracán Sandy, que le afectó en 2012.
El ministro del Ambiente, Jean François Thomas, afirmó en entrevista con IPS que, junto a los planes oficiales de reforestación, se trabaja para desarrollar alternativas energéticas menos agresivas con el entorno, que puedan aliviar las presiones sobre los recursos boscosos.
Haití cubre la totalidad de su demanda energética con suministros provenientes de Petrocaribe, un proyecto regional que beneficia a 18 países de la región caribeña a los cuales Venezuela abastece de petróleo y derivados en condiciones favorables de pago.
Pero también es parte del Tratado de Seguridad Energética Petrocaribe (TSE), suscrito en 2007, por el cual las naciones firmantes asumieron, entre otros, el compromiso de desarrollar, en la medida de sus posibilidades, proyectos para el impulso de la energía renovable.
La deforestación es causante directa de la erosión de los suelos, lo cual aumenta la vulnerabilidad de Haití ante eventos climáticos extremos como huracanes, sequías e inundaciones que pueden ser cada año más intensos a consecuencia del cambio climático.