Los muros que rodean el hospital Al Jalah, en el centro de esta nororiental ciudad libia, están cubiertos con fotos de personas desaparecidas desde que comenzaron las protestas contra el régimen, la mayoría adolescentes y jóvenes.
Dentro, cientos de personas heridas de bala se recuperan de los enfrentamientos callejeros entre las fuerzas de Muammar Gadafi y ciudadanos de Bengasi.
Al Jalah, el único hospital de emergencia en la ciudad con capacidad para practicar cirugías neurológicas y ortopédicas, recibió a la mayoría de las víctimas de la carnicería.
El sábado 19 de febrero, Adel Al Salini, de 29 años, se dirigía al cementerio a enterrar a su hermano mayor, Ayet, asesinado el día anterior por hombres de Gadafi. Cuando los familiares y amigos salieron de los automóviles para la despedida final, mercenarios en uniformes camuflados comenzaron a dispararles.
Adel recibió un tiro que dañó su hígado y sus riñones. Los médicos lo operaron, dejándole una cicatriz en el medio del vientre, pero confía en una plena recuperación. "Alhamdulilah", afirmó, la expresión árabe para decir "gracias a Dios".
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Imed Halissa Seli, de 31 años, vive cerca de una base militar. El mismo sábado escuchó disparos en la calle y salió a ver lo que ocurría. "Unos hombres libios y africanos negros, con sobretodos largos, estaban escalando los muros de la base y saliendo a las calles", contó.
"Comenzaron a disparar a todos los que veían. Yo recibí un disparo. La gente se escondió hasta que los mercenarios se aventuraron hasta la mitad de la calle, y entonces todos comenzaron a atacarlos desde todas partes con rocas, espadas y hachas. Atrapamos a uno y lo entregamos al comité de seguridad de Bengasi", añadió.
Seli recibió un disparo en el cuello, pero tuvo que esperar siete días para ser operado ya que había otros pacientes con heridas más serias antes que él.
Médicos informaron a la Cruz Roja que 256 personas murieron y 2.000 resultaron heridas en Bengasi en lo que va de la crisis.
En la morgue del hospital, los forenses tenían poco espacio para trabajar con tantos cadáveres. Los cuerpos de dos mercenarios de Gadafi, uno aparentemente libio y el otro de otra nación africana, se descomponen sin posibilidad de identificarlos.
Expertos forenses también trabajan para identificar los restos carbonizados de nueve soldados que habrían sido asesinados a tiros y quemados por sus propios compañeros tras haberse negado a disparar a la población.
Tres médicos con mascarillas de protección examinaban el cuerpo de uno de esos soldados. Usando un pequeño taladro cortaron el fémur para extraer hueso, que será sometido a pruebas de ADN. Los otros ocho cadáveres permanecen en un cuarto adyacente en bolsas verdes de plástico.
"Necesitamos hacer esto para identificar los cuerpos", dijo Sabah, uno de los forenses, mientras intentaba encontrar la muestra más adecuada. "Esta habitación parece vacía ahora, pero la semana pasada estaba al máximo de su capacidad. Las familias siguen llegando aquí en búsqueda de sus familiares desaparecidos".
En el Centro Médico de Bengasi, un gigantesco y nuevo hospital en las afueras de la ciudad, la situación no parece tan grave como en Al Jalah, pero lo que vieron los médicos los indignó.
"Las muertes aquí fueron principalmente causadas por heridas de bala en la cabeza, en el pecho y en el abdomen, la mayoría jóvenes de menos de 25 años", informó el director del hospital, Jamal Eltalhi.
"Algunos llegaron muertos, otros fallecieron aquí. Y no sólo disparos normales, también hubo artillería pesada. El tamaño y tipo de esas heridas eran horrendos. Algunos fueron cortados a la mitad. Cada paciente admitido en este hospital fue víctima de un disparo hecho a matar", añadió.
Los habitantes de Bengasi siguen temiendo nuevos ataques.
"Estamos en plena alerta porque no sabemos qué va a pasar ahora", dijo Eltalhi. "Pero estamos manejándonos con el número mínimo de enfermeras y médicos. No podemos bajar la guardia. No tenemos servicios para pacientes externos debido a la escasez de personal y suministros. Tenemos carencia de medicamentos para el cáncer, la diabetes y la epilepsia", añadió.
"Son medicinas vitales, pero no han sido prioridad en los últimos días. Si algo sucede en Bengasi, este hospital no tendrá posibilidades de dar respuesta. Ni siquiera pudimos dar servicios ante un gran accidente de tránsito. Pero también nos tenemos que concentrar en lo que sucede en el oeste (del país), donde hay una verdadera crisis", añadió.
Allí "hay muertes todos los días. En Trípoli están matando gente y ocultando sus cadáveres para que nadie pueda verlos. Mi madre está varada en Trípoli, y me dijo por teléfono que nadie podía salir de su casa a comprar alimentos. Todos se esconden en sus hogares buscando respuestas", señaló.