Un riesgo de las misiones de paz es que sus tropas actúen como un ejército de ocupación, o que hagan la vista gorda a dinámicas que afectan sobre todo a la población femenina. Las mujeres que integran las fuerzas de paz latinoamericanas en Haití podrían marcar una diferencia.
En noviembre de 2007, la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) repatrió a todo el batallón de Sri Lanka, pues una centena de sus integrantes fueron acusados de abuso y explotación sexual.
Sobre todo después del terremoto del 12 de enero, que mató a 300.000 haitianos y dejó a millones sin hogar, crecieron las denuncias de violencia sexual en los campamentos informales donde viven hacinadas cientos de miles de personas.
A mediados de este año, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas decidió desplegar un contingente policial exclusivamente femenino de 600 integrantes en algunos de esos campamentos. En junio arribó una unidad de 110 policías mujeres bangladesíes.
Pero, si bien 10 países latinoamericanos contribuyen con tropas a la Minustah —algunas muy numerosas— no pueden responder con esas cantidades, porque la presencia femenina en sus fuerzas de seguridad y defensa es reciente y escasa.
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Los países de la región que más mujeres aportan a la misión en Haití son Uruguay, Argentina y Chile. Pero están muy lejos de los varones en cantidad y poder de decisión.
De Uruguay son sólo 85 mujeres en un contingente de 1.700 militares, las argentinas son 31 en 493 uniformados y civiles, y hay apenas 11 chilenas entre 516 efectivos.
«Si se incrementa el número de mujeres, podríamos estar más alerta» a la cuestión de género, dijo a TerraViva la capitán del ejército chileno Andrea Fuentes, soltera y de 30 años, que pretende postularse en 2011 a la misión de paz en Bosnia-Herzegovina.
En junio de 2009, Fuentes viajó a la norteña ciudad de Cap-Haïtien para integrar por seis meses el Batallón Chile, que participa en la Minustah.
Fue la primera chilena con cargo de oficial en la unidad de Coordinación Cívico-Militar, que trabaja directamente con la gente de Haití, el país más pobre de América.
Antes de ser enviada a destino, se capacitó en su país sobre la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad, que dispuso hace una década la participación prioritaria de las mujeres y la integración del género en todas las operaciones de paz.
Con dos suboficiales a su cargo, a Fuentes le tocó desempeñar tareas como coordinar la construcción de baños distintos para hombres y mujeres en una escuela o dirigir un curso de pastelería para apoyar la inserción laboral de haitianas.
«Todavía se ve bastante» a las mujeres en roles tradicionales, como enfermeras, médicas o asistentes sociales, dijo a TerraViva la abogada Malena Derdoy, directora de políticas de género del Ministerio de Defensa de Argentina.
La incorporación femenina depende de varios factores, apuntó la asesora de igualdad de oportunidades del Ministerio de Defensa de Chile, Pamela Villalobos. La postulación es voluntaria, y las mujeres deben responder a perfiles requeridos por las Naciones Unidas y pasar con éxito las pruebas.
Para la capitán Fuentes, el aporte de las mujeres militares «es distinto» al de los varones, dijo. «Ni mejor ni peor, porque nosotras tenemos otra sensibilidad, que te acerca mucho más a la gente».
La Minustah llegó poco después del golpe de Estado de 2004, que derrocó a Jean-Bertrand Aristide, y su mandato fue sucesivamente renovado y ampliado ante la debilidad del Estado y los desastres naturales, como el terremoto de enero.
Sólo dos de los países latinoamericanos en la Minustah, Argentina y Chile, tienen planes para implementar la Resolución 1325.
Chile se convirtió en agosto de 2009 en el primer país de América en contar con un plan de acción nacional en ese aspecto. Argentina aprobó otro circunscrito sólo al área de defensa. Apenas 22 estados tienen planes de este tipo en todo el mundo.
En Chile, un avance concreto, según Villalobos, es la incorporación de cuestiones como la protección especial de las mujeres y las niñas en la formación de las academias militares. Otro resultado es la producción de estadísticas de género, que visibilizan a las mujeres en estas misiones.
El encargado de prensa del ejército de Uruguay, mayor Jesús Aires, dijo desconocer si los militares uruguayos en la Minustah reciben formación en equidad de género. «La misión no está orientada al tema género», dijo otra fuente militar que pidió no revelar su nombre.
* Con aportes de Marcela Valente (Buenos Aires) y Silvana Silveira (Montevideo).