INDIA: Templo hindú candidato a nueva maravilla del mundo

Las posibilidades parecen escasas, pero el entusiasmo es grande. Los habitantes de Madurai, la ciudad culturalmente más activa del meridional estado indio de Tamil Nadu, impulsan la candidatura de su templo Meenakshi Sundareswarar, del siglo XVI, como una de las siete nuevas maravillas del mundo.

Todavía faltan 18 meses para que se haga pública la lista final de los sitios ganadores, pero habitantes de diferentes países ya comenzaron con sus respectivas campañas para apoyar a sus obras arquitectónicas favoritas.

La primera ronda de votación a través de Internet fue lanzada en Atenas en diciembre de 2004 y terminó en mayo pasado con 77 nominados. El antiguo templo de Madurai, dedicado a Meenakshi, la amada consorte del dios Shiva, quedó en el puesto 25.

Esto estimuló a los habitantes de la ciudad a iniciar una campaña más agresiva. Los principales hoteles e instituciones ofrecieron su infraestructura y servicios para que la población vote por Internet, en algunos casos gratis.

Carteles y avisos publicitarios en radio y televisión exhortan a la población a convertirse en ”embajadores culturales de la ciudad”. En todo lugar se venden recuerdos del templo y son frecuentes los debates sobre la posibilidad de que el orgullo de Madurai se cuele en la lista final.

Sin embargo, entre la emoción hay también cierta preocupación, sobre todo de los tenderos, que temen ser desalojados del área del templo si éste pasa a ser un centro de atracción turística mundial. Los habitantes de Madurai también temen perder acceso a una ”maravilla” que ha sido parte de su rutina diaria.

La votación fue organizada por la Fundación Nuevas Siete Maravillas, creada por el cineasta suizo Bernard Weber en 2000.

Su idea no es remplazar a las siete maravillas del mundo antiguo, todas construidas entre 2.500 antes de Cristo y el año 200 de nuestra era, y elegidas por Filón de Bizancio para conformar una suerte de guía de viaje para los atenienses.

De las antiguas siete maravillas sólo quedan hoy las pirámides de Giza, en Egipto. El Faro de Alejandría, los jardines colgantes de Babilonia, el templo de Artemisa, la estatua de Zeus, el mausoleo de Halicarnaso y el Coloso de Rodas han desaparecido.

Weber explicó que su objetivo es crear conciencia del valor histórico de determinadas obras y preservar el patrimonio cultural de la humanidad. ”Es un ejercicio en el que no un hombre, sino millones de personas, se convertirán en los Filón del nuevo milenio”, dice en el sitio web de la fundación, a través del cual se hace la votación.

La elección preliminar terminará este año con una lista de 21 lugares candidatos. La fase final de votación comenzará en 2006, y se anunciará las siete nuevas maravillas el 1 de enero de 2007.

El templo de Madurai fue nominado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y se mantuvo en la lista de 77 monumentos junto a otros siete edificios de India, incluyendo al Taj Mahal.

Madurai, situada sobre el río Vaigai, se convirtió en un importante centro cultural y comercial del sur indio alrededor del año 550, y fue capital del reino de la dinastía Pandya hasta el siglo X. A su puerto llegaban barcos de zonas tan remotas como China, Grecia y Roma.

Documentos antiguos griegos y tamiles confirman que Madurai, llamada ”la Atenas del Oriente”, existía en el siglo IV antes de Cristo. El viajero veneciano Marco Polo visitó la ciudad en 1293.

Aunque el templo en honor a Meenakshi fue construido por los Pandya, su esplendor se le atribuye hoy a los Nayakas, que gobernaron Madurai entre los siglos XVI y XVIII.

Es sin duda el templo más antiguo y más grande de India. El complejo tiene en total unos 6.000 metros cuadrados con 33 millones de esculturas.

Es considerado uno de los sitios hindúes más sagrados en el sur de India. Algunos de los miles de fieles que acuden a él todos los días no quieren que sea elegido como una de las nuevas siete maravillas.

”Yo me pregunto dónde quedará la santidad”, afirmó el maestro retirado Rama Subramaniam, quien todos los días a las cuatro de la mañana acude al templo a rezar con su esposa.

Sin embargo, P. Bhaskaran, miembro de la junta administradora del edificio, aseguró que la vida del lugar no cambiará en absoluto.

”El atrio santo no será molestado, ni los devotos ni sus rituales. Por supuesto, habrá algunas reglas nuevas para respetar el interés de todos”, dijo a IPS.

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