El misticismo que exudan las obras de Leonora Carrington, pintora inglesa afincada en México, son el centro de una nueva exposición realizada para demostrar que la artista, etiquetada por años como surrealista, tiene más de esotérica.
Conformada por 40 obras, la muestra que se exhibe en un museo de la capital, desde este mes y hasta febrero, fue montada luego que los curadores tomaron cursos sobre religiones antiguas, ámbito que Carrington conoce a fondo, según sus biógrafos.
Seres voladores, animales con rostros humanos, paisajes recargados de pequeños detalles y fantasmas de colores y formas diversas, son parte de los cuadros y esculturas que se exhiben.
Se transformó en un cliché eso de que Carrignton es una artista importante del surrealismo, pero en los hechos su obra es una análisis del esoterismo y las religiones antiguas, afirmó Ingrid Suckaer, curadora de la muestra.
La mayoría de las pinturas y esculturas de la artista de 86 años, que vive en México desde 1943, se sitúan en el mundo liminal, un sitio de encantamiento donde todo puede suceder, según dicen los antropólogos.
En el mundo de Carrington se pierden los límites entre el sueño y la vigilia, la vida y la muerte, el presente y el futuro. Los seres se funden en sus cuadros con las cosas y los animales, el agua se mezcla con el cielo, los duendes se hacen gigantes y los gigantes duendes.
Cada cuadro de la artista es un mundo infinito bajo atmósferas mágicas extraídas de las antiguas religiones, dijo Suckaer.
Por sus contactos con los expositores del surrealismo en los años 30 y su obra llena de figuras ajenas al mundo material y visual, Carrington fue encasillada como surrealista.
En las pocas entrevistas que ha dado, se burla de esa clasificación, pues recuerda que para los surrealistas las mujeres en general representaban una proyección, un objeto de sus sueños de feminidad.
Ser una mujer surrealista quiere decir que eres la que cocina la cena para los hombres surrealistas, declaró.
Los curadores de la exposición recién montada señalan que una mirada atenta a los seres de Carrington permite descubrir que fueron extraídos de lecturas de antiguos textos de brujería, alquimia y metafísica. Y también que se nutren de religiones antiguas y de leyendas sobre duendes y hadas.
En el catálogo de la exposición escriben psicólogos y psiquiatras, a quienes siempre ha llamado mucho la atención las obras de Carrington por sus trazos, que a veces parecen ser sueños plasmados en tinta y papel.
Entre los hechos de su biografía que, según la artista, la marcaron para siempre, destaca la hospitalización de que fue objeto contra su voluntad en 1940 en España, cuando al fragor de la Segunda Guerra Mundial sufrió un colapso nervioso.
La creadora fue tratada como demente, y le administraron poderosas drogas inductoras de estado de choque. Esa experiencia fue como una muerte psíquica y un posterior renacimiento, asegura.
Por su vida, la obra de Carrington ha sido psicoanalizada, más que analizada desde una perspectiva artística, señaló hace poco el hijo de la artista, Gabriel Weisz.
En la muestra inaugurada este mes no se buscó desde ningún punto de vista, nada que tenga que ver con la locura, sino la profundidad y misticismo de Carrington, manifestó la curadora Suckaer.
La obra que se exhibe en el museo de la Secretaría (ministerio) de Hacienda incluye dibujos, esculturas de pequeño formato de plata y bronce, óleos y principalmente litografías.
Carrington adquirió fama por la obra que produjo desde México, y que siempre mantuvo un fuerte contraste frente a lo que hacían pintores locales como el muralista Diego Rivera o la famosa Frida Kahlo.
La artista, que vive en México tratando de huir de los reflectores de los medios de comunicación, ha expuesto en los más famosos museos del mundo.
Parte de su obra puede verse en una muestra permanente instalada en el Museo de Arte Moderno de la capital mexicana, y ahora y por algunas semanas también en la nueva exposición que estará abierta hasta febrero. (