RÍO DE JANEIRO – La pandemia de covid-19 hizo más visibles los desafíos económicos de Brasil, al agravar la desindustrialización y arruinar un sistema educativo y de innovación tecnológica indispensable dentro de las transformaciones mundiales.
La compañía estadounidense Ford desistió de seguir produciendo vehículos automotores en Brasil y con su anuncio de abandono del país reencendió la ansiedad nacional por detener la desindustrialización o buscar nuevas vías de desarrollo.
Una recuperación económica, que ya muchos han vislumbrado para este año, podría salvar la actual generación de líderes políticos de Brasil, amenazada con la extinción por la campaña anticorrupción.
La economía en Brasil atraviesa una recesión encarada como un ciclo que, aunque más prolongado que otros, se superará en uno o dos años más. Su industria, sin embargo, parece vivir una crisis que pone en duda su destino.
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