COMERCIO: Hagan juego, señores

La Organización Mundial del Comercio (OMC) logrará casi seguramente en este mes la aprobación del texto que necesita para sostener la negociación de la Ronda de Doha, pero el contenido puede llegar a ser muy desvaído, coinciden muchos delegados.

El pronóstico se funda en el sinnúmero de diferencias que ha levantado entre los 147 países miembros de la OMC el proyecto de decisión sobre el marco en que se desarrollará la segunda fase de la ronda destinada a liberalizar el comercio mundial, programada idealmente para terminar a fines de este año.

”No será fácil, pero algo finalmente saldrá”, aventuró el negociador de un país en desarrollo. La delegada de una nación caribeña opinó que las discrepancias evidenciadas en estos días conducen ”irremediablemente a un texto light”, de contenido liviano.

El borrador fue distribuido el viernes, y partió de inmediato a las capitales para su evaluación por los ministros especializados y los gobiernos. Aún antes de la llegada de reacciones, muchos negociadores adelantaron sus discrepancias con algunas partes del documento.

En apenas dos días de discusiones de la iniciativa han surgido numerosas sugerencias y propuestas de modificaciones, lamentaron este martes los dos responsables de la negociación, Supachai Panitchpakdi, director general de la OMC, y Shotaro Oshima, embajador de Japón, quien preside este año el consejo general de la institución.

Los dos funcionarios recomendaron a las delegaciones que limiten las propuestas de cambios y que posterguen la discusión de sus preocupaciones para la segunda etapa de las negociaciones

”Tratemos de sobreponernos a la decepción y de esperar hasta después de julio para afrontar el problema”, dijo Supachai.

El origen de tanta controversia es una tajada del gran pastel de los nuevos mercados liberalizados, que pueden llegar a valer unos 500.000 millones de dólares, según una estimación del Banco Mundial.

Los países en desarrollo, relegados por los procesos anteriores de apertura comercial y en particular por la Ronda Uruguay (1986-1994), pujan ahora por una porción más suculenta, sobre todo del negocio agrícola, vital para sus economías.

En el sector opuesto, la mayoría de los países industrializados pretenden limitar las reducciones de sus políticas proteccionistas de la agricultura y, como contrapartida, obtener aún más ventajas con las aperturas en sectores como bienes manufacturados, servicios y propiedad intelectual.

En ese debate, hasta ahora ningún país ha objetado de plano el borrador del acuerdo y es improbable que surja un veto. Los principales protagonistas del sistema multilateral de comercio han declarado cierta conformidad con el texto, aunque algunos con mayor entusiasmo que otros.

La Unión Europea (UE) no ha ocultado su satisfacción, al igual que Estados Unidos, a pesar de que su representante comercial adjunto, Peter Algeier, dijo que tienen ”algunas dificultades” con el documento.

Las críticas más contundentes provienen de los países en desarrollo, aunque tampoco se oponen de manera rotunda.

El Grupo de los 20 (G-20), bloque liderado por Brasil, India y Sudáfrica que ha defendido con firmeza las posiciones de los países del Sur durante el último año, dijo este martes que el texto es una base adecuada para proseguir las discusiones.

Pero el negociador brasileño Luiz Felipe Seixas Correa, coordinador del G-20, advirtió que van a ser necesarios muchos cambios para que el texto refleje el equilibrio entre los miembros de la OMC y respete el mandato otorgado por la conferencia ministerial realizada en Doha, en 2001.

El G-20 expuso la preocupación de muchos delegados de países en desarrollo respecto de un desequilibrio que encuentran en el documento.

Los puntos centrales que interesan a las naciones industrializadas están garantizados desde el comienzo, observó Seixas Correa. En cambio, las cuestiones fundamentales para los países en desarrollo se dejan para la segunda fase de las negociaciones, lo que no nos tranquiliza en absoluto, insistió.

Otro reproche alude al capítulo del documento referido a las cuestiones de desarrollo, que supuestamente tiende a dividir a los países del Sur, mediante la creación de nuevas categorías en sus filas, aunque sin manifestarlo explícitamente.

A pesar de esas diferencias, el G-20 anunció que está dispuesto a entrar en un debate de fondo y también a discutir la redacción del documento.

Durante una semana proseguirán las negociaciones y el próximo martes 27 se iniciará la sesión de cuatro días del consejo general de la OMC, de donde deberá surgir un texto para asegurar la continuación de la Ronda de Doha.

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