CAMBIO CLIMATICO: Pequeñas victorias del Sur

Tras cuatro años de debate, el mundo en desarrollo consiguió vencer la resistencia del Norte a discutir la forma en que las regiones deberían adaptarse al cambio climático en lugar de centrarse sólo en mitigar los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero.

”El énfasis de la próxima conferencia de cambio climático estará en la adaptación”, anticipó a IPS el director de Asuntos Ambientales de la cancillería de Argentina, Raúl Estrada Oyuela, principal organizador de esa cita mundial a celebrarse del 6 al 17 de diciembre en Buenos Aires.

Para los 132 países en desarrollo representados en el Grupo de los 77 (G-77), el mayor bloque de la Organización de las Naciones Unidas, la aceptación de un debate dividido entre mitigación y adaptación es un logro, porque permitirá mantener los esfuerzos de reducción de emisiones al tiempo que se atienden las vulnerabilidades críticas de cada región ante el recalentamiento global.

”La adaptación es fundamental”, aseguró a IPS el climatólogo argentino Osvaldo Canziani, copresidente de uno de los grupos del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático, que asesora a los organismos gubernamentales de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

”Fue una lucha del G-77 desde la COP-VI” (Sexta Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático), realizada en 2001 en Nairobi, recordó el experto. ”El GEF (las siglas en inglés del Fondo para el Medio Ambiente Mundial) no aceptaba financiar proyectos de adaptación, pero sí le daba importancia a la mitigación”, agregó.

Canziani explicó que la emisión de gases que provocan el llamado efecto invernadero, cuya responsabilidad principal recae en los países industrializados, tiene un impacto global que se distribuye en la atmósfera y afecta a todos los países. Por eso las naciones ricas aceptaban financiar proyectos orientados a la mitigación.

En cambio, cuando se hablaba de adaptación, que implica para los países pobres construir infraestructura de prevención o invertir en investigación y tecnología, el mundo industrializado, representado en el Grupo de los Siete (G-7) países más ricos, ”sugería que era un asunto local, que no merecía financiamiento del GEF”, remarcó.

Tras sucesivas conferencias sobre el cambio climático y ante la acumulación de evidencia científica acerca de la necesidad de prepararse para el inevitable aumento de la temperatura, los países del G-7 aceptaron por primera vez discutir los temas de adaptación en la décima conferencia que se realizará en Buenos Aires.

Los gases que agravan el efecto invernadero, entre los que se destaca el dióxido de carbono (producido fundamentalmente por la combustión de petróleo, carbón y gas), capturan las radiaciones solares en la atmósfera y elevan las temperaturas medias modificando el clima mundial.

Ese cambio se manifiesta en perturbaciones del régimen de lluvias y en el derretimiento de los hielos polares, lo cual eleva el nivel de los mares.

El asunto fue aceptado en la reunión de delegados de los 188 países parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se realizó del 16 al 25 junio en Bonn. En esa oportunidad se realizaron talleres separados para mitigación y adaptación y se aceptó que el énfasis de la conferencia de Buenos Aires esté en el segundo.

”Los países desarrollados comprendieron que, si la parte del mundo que produce alimentos no se adapta al cambio climático, puede perder sus cosechas y someter al hambre a la otra parte”, ejemplificó Canziani, para luego señalar la necesidad de la adaptación regional al cambio de clima.

”Si hay deforestación en el Amazonas, las lluvias desaparecen y no habrá más ríos en (la cordillera de) Los Andes”, sostuvo el experto, para mostrar la vinculación transfronteriza del impacto que tiene el aumento gradual de la temperatura en la atmósfera.

Los delegados del G-77 también consiguieron que el GEF acepte dejar a un lado la metodología de nutrir su fondo financiero con aportes fijos de los países, y establecer, en cambio, un presupuesto más acorde con las necesidades que tienen los países en desarrollo para llevar adelante sus proyectos de adaptación.

El G-7 prefería que no se discutiera cuánto dinero poner sino decidirlo unilateralmente, pero los países en desarrollo creen que el presupuesto se debe establecer de acuerdo a las necesidades indicadas en las comunicaciones nacionales, explicaron en Buenos Aires delegados que asistieron a las reuniones del GEF en Bonn.

”Queremos que en la COP-X (Décima Conferencia de la Convención Marco de las Naciones las Unidas sobre el Cambio Climático) se definan cuántos son los fondos necesarios”, afirmó Ana Bianchi, integrante de la delegación argentina, durante un encuentro con organizaciones no gubernamentales preparatorio de la cita de diciembre.

Por su parte, Estrada dijo que para la COP-X se espera que Rusia ratifique el Protocolo de Kyoto, el documento elaborado en 1997 en esa ciudad japonesa y que estableció los compromisos de los países industrializados para reducir las emisiones de gases nocivos hasta llegar en 2012 a un volumen cinco por ciento inferior a lo producido en 1990.

Para su entrada en vigor hace falta la ratificación de naciones cuyas emisiones alcancen 55 por ciento del total mundial. Hasta fines de 2003, las ratificaciones sumaban 44,3 por ciento de emisiones y, si se agregara Rusia, bastaría porque se llegaría a 61 por ciento.

Empero, sería mejor aún si se sumara Estados Unidos, pues el cumplimiento aumentaría a 80 por ciento, sin contar a Rusia, por tratarse del principal responsable de las emisiones. Pero el actual gobierno de George W. Bush rechazó el Protocolo y retiró la firma que había incluido en el Protocolo su antecesor Bill Clinton.

Hasta ahora, las últimas conferencias fracasaron porque el principal énfasis de los delegados estuvo en tratar de convencer a las potencias de que suscribieran los compromisos. Esta vez, si bien existe la posibilidad de que se integre Rusia, Estrada adelantó que la agenda de temas permitirá avanzar aun sin que se concrete ese paso.

No obstante, el diplomático comentó que entre los delegados hay ”cierta disposición” a comenzar a discutir el segundo período de compromisos de reducción de emisiones para después de Kyoto (que fija como metas los años del período entre 2008 y 2012), a fin de ”crearle a Estados Unidos una alternativa para volver al sistema”.

Estrada reconoció que esa alternativa sería la de discutir metas de eficiencia en el uso de la energía relacionadas con el producto bruto o con volúmenes de producción por sector económico. El funcionario adelantó que esos temas no se definirán en Buenos Aires pero sí hay voluntad para dar en este país el puntapié inicial de la negociación.

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