El gobierno de Chile se mantiene a la expectativa ante el desenlace de las elecciones presidenciales en Bolivia, en el cual se juega el futuro de un millonario contrato para la construcción de un gasoducto entre los dos países.
El izquierdista Evo Morales, que luchará por la presidencia de Bolivia en la instancia final del Congreso, señaló que se opone a conceder a Chile la exportación de gas natural boliviano.
Así, si Morales se convierte en el próximo presidente del vecino país, anulará la posible negociación con Santiago, que tiene como ingrediente adicional la posibilidad de que Bolivia cuente con acceso al océano Pacífico.
Morales, candidato del indigenista Movimiento al Socialismo, obtuvo el segundo lugar en las elecciones presidenciales del 30 de junio, detrás del ex mandatario Gonzalo Sánchez de Lozada, del centrista Movimiento Nacionalista Revolucionario.
El Congreso boliviano debería decidir el 4 de agosto entre ambos candidatos, siempre y cuando no prosperen las reclamaciones presentadas este miércoles por Manfred Reyes, de la derechista Nueva Fuerza Republicana, quien se ubicó en tercer lugar.
Morales es un líder de los campesinos productores de coca que es impugnado por el gobierno de Estados Unidos, que lo señala de querer convertir nuevamente a Bolivia en un país exportador de cocaína.
El Departamento de Estado estadounidense defendió este miércoles el pretendido derecho de su gobierno a intervenir en la política interna de Bolivia y respaldó a su embajador en La Paz, Manuel Rocha, quien llamó a no votar por Morales.
Rocha advirtió el 26 de junio al electorado boliviano que, si elige a los que quieren que Bolivia vuelva a ser un exportador de cocaína, pondrá en peligro la ayuda de Estados Unidos.
Morales sostiene que el origen del narcotráfico no está en los cultivos de coca sino en la alta demanda de cocaína en Estados Unidos y en los precursores y otros insumos para la elaboración de esa droga que llegan de ese país.
El líder indigenista manifestó también en la fase final de la campaña electoral su categórico rechazo a un acuerdo con Chile para que el puerto de Mejillones, unos 1.400 kilómetros al norte de Santiago, se convierta en terminal de un gasoducto desde territorio boliviano.
El consorcio hispano-británico Pacific LNG tiene en contrato para la construcción del gasoducto desde los ricos yacimientos bolivianos de Margarita hasta la costa del océano Pacífico, que puede ser Mejillones o el meridional puerto peruano de Ilo.
La elección entre uno u otro puerto deberá tomarla el actual presidente de Bolivia, Jorge Quiroga, cuyo mandato concluye el 6 de agosto.
En medios gubernamentales y empresariales de Chile se estima que tanto Quiroga como el consorcio Pacific LNG tienen preferencia por Mejillones como punto de llegada de esa obra, que demandará una inversión del orden de los 5.000 millones de dólares.
Bolivia, a través del gasoducto hacia un puerto del Pacífico, podrá exportar regularmente su gas natural al occidental estado de California y otras zonas de Estados Unidos, que representan una demanda permanente para este producto.
La estabilidad política y la relativa solidez mayor de su economía, que representan un atractivo para la inversión extranjera, parecen dar ventajas a Chile sobre Perú en la disputa por el gasoducto boliviano.
Pero la aspiración chilena tiene como obstáculo la histórica rivalidad con Bolivia, que se arrastra desde la llamada guerra del Pacífico, entre 1879 y 1883.
En esa guerra, Chile derrotó a Perú y Bolivia y a través de tratados posteriores incorporó a su territorio a la provincia peruana de Tarapacá y a la provincia boliviana de Antofagasta.
Chile y Bolivia tuvieron accidentadas relaciones en el siglo pasado y desde 1978 están interrumpidos sus vínculos diplomáticos, aunque se mantienen a nivel consular, en medio de un constante crecimiento del intercambio comercial.
El gobierno de chileno Ricardo Lagos, en las conversaciones mantenidas hasta ahora con Bolivia, avanzó en la propuesta de conceder un área costera sobre el Pacífico de unas 1.000 hectáreas para la construcción del puerto.
En este terreno, Bolivia ejercería el control administrativo y aduanero, pero con la prohibición de instalar allí contingentes policiales y militares.
Según Morales, aceptar el acuerdo con Chile sería un acto de traición a la patria, en tanto considera que el puerto de Mejillones, así como todo el territorio de Antofagasta, siguen siendo legítimamente de Bolivia.
Bajo ese premisa, el candidato presidencial sostiene que corresponde negociar con Perú y amenazó con llevar a juicio a Quiroga si cierra la negociación con Chile antes de entregar su mandato al sucesor que elija el Congreso el 4 de agosto.
La ministra chilena de Relaciones Exteriores, Soledad Alvear, no descartó que las negociaciones puedan volver a partir de cero con el futuro gobierno boliviano.
Alvear señaló que el asunto del gasoducto a través de Chile tiene una alta sensibilidad para Bolivia en el momento actual y consideró que las negociaciones no continuarán hasta que asuma el próximo gobierno en ese país.
La canciller chilena declinó pronunciarse acerca de las posiciones y advertencias de Morales, indicando que la política exterior en democracia se hace entre gobiernos y no con candidatos. (FIN/IPS/ggr/dm/ip/02