Más de 200 escritores aficionados, la mitad de ellos mayores de 40 años y habitantes de aldeas, participaron en un concurso de cuentos cortos en Sudáfrica, 17 por ciento de cuyos habitantes son analfabetos.
La organización Todos Están Leyendo en Africa (ERA) convocó un concurso que atrajo este año a autores de muchas localidades pobres, quienes presentaron sus cuentos escritos a mano y en hojas de cartulina.
La gran parte de las historias se referían al sida (síndrome de inmunodefiencia adquirida), y en segundo lugar al abuso sexual de menores, datos que dejan en evidencia las preocupaciones predominantes en este país.
Lo que hace a este concurso literario diferente de otros es que los cuentos no son juzgados por la gramática, la sintaxis o la ortografía, sino más que nada por la capacidad de atrapar al lector de la historia, explicó la directora de ERA, Beulah Thumbadoo.
Thumbadoo quiere crear una cultura de lectura entre los sudafricanos, pues considera que es indispensable para el crecimiento individual y el desarrollo de la naciónn.
La fundadora de ERA aseguró que 90 por ciento de los 41 millones de habitantes de Sudáfrica carecen de hábitos de lectura, en especial como consecuencia del apartheid, el sistema de segregación institucionalizada en perjuicio de la mayoría negra vigente hasta 1994.
El apartheid excluyó a los negros de la educación pública, y a la creciente pobreza, que no permite a muchos comprar revistas o diarios.
ERA nació en 1991 como un proyecto de la Universidad de Witwatersrand, de Johannesburgo, con la intención de solucionar la falta de material de lectura. Thumbadoo le dio nuevos bríos años después al asumir su dirección.
La organización comenzó a vender material de lectura a presos, compañías comunitarias y organizaciones no gubernamentales, hasta que decidió organizar el concurso para apoyar a los narradores locales.
El ganador del primer premio de este año fue un maestro, Louis Jeevanantham, con el cuento Una sorpresa, que narra la historia de un negro sudafricano que, tras perder su empleo, recorre las calles en busca de un trabajo temporal. Un blanco lo encuentra y lo contrata como esclavo sexual.
El tema es recurrente en la literatura sudafricana y simboliza la degradación que continúa caracterizando la relación entre negros y blancos.
El segundo premio fue para Neville M. Maakana, por El descubrimiento, que aborda el problema de muchos aldeanos sudafricanos que pierden identidad cultural al abandonar sus respectivas localidades rumbo a Johannesburgo.
El tercer premio lo ganó Sydney Mathibe Wa Sepeng, quien ya había participado en otra edición del concurso, con su cuento El búmerang, y el cuarto fue obtenido por Lesley Shillinglaw, por El cachorro Pablo y su hueso.
ERA también organiza actividades en escuelas y librerías de todo el país, con ferias de libros, exposiciones, lecturas de cuentos famosos, obras teatrales y concursos literarios para niños.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) estima en 900 millones el número de adultos en el mundo que no saben leer y escribir y en 100 millones el número de niños que no asisten a la escuela.
El analfabetismo no es sólo un problema de los países en desarrollo, pues también afecta a naciones industrializadas como Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Japón.
Veintidós por ciento de los adultos británicos tienen problemas para leer o escribir, según la Unesco.
En Sudáfrica, 3,5 millones de personas mayores de 16 años nunca fueron a la escuela, y otras 2,5 millones perdieron su capacidad de lectura o escritura debido a una mala educación o a falta de práctica.
Por esta razón, incluso las pequeñas iniciativas como el concurso de cuentos cortos de ERA son un importante esfuerzo para alentar a nuevos escritores. (FIN/IPS/tra-eng/st/mn/rp/mj/cr/02