La vida en el oriente de Cuba se vuelve cada vez más difícil por la sequía que soporta desde hace más de cuatro años, que sólo puede aliviarse con una tormenta tropical, según los expertos.
«Un cicloncito, por favor», ruega Migdalia Romero, una campesina de la zona, mientras cruza los dedos para que la buena suerte la acompañe y que «venga lo que venga, traiga bastante agua, pero poco viento».
La tormenta tropical, muy temida en Cuba por los daños que causa a la economía y a las viviendas, puede ayudar ahora al oriente del país, donde las represas apenas acumulan líquido y la población recibe el agua en vehículos cisternas.
Las provincias más afectadas por la sequía son Guantánamo, Santiago de Cuba, Granma, Holguín y Las Tunas, en el extremo oriente de la isla, donde residen unas tres millones de personas, de las más de 11 millones que habitan el país.
Sin embargo, la sequía se extiende también a regiones centrales y del occidente.
«Esta zona siempre ha sido muy seca, pero nunca como ahora. Es triste pasar por las carreteras y ver el estado en que se encuentran el ganado y las pasturas», comentó Ileana Vega, vecina de la ciudad de Camagüey, a unos 500 kilómetros de La Habana.
La provincia de Camagüey, de mayor tradición ganadera de Cuba, ha visto descender su rodeo en los últimos años, primero por la escasez de pienso que trajo la crisis económica de la última década 1990 y después por los efectos de la sequía.
«Por estos días, ni los campesinos están haciendo suficiente queso», comentó Vega, quien en los últimos dos años se ha dedicado a viajar a La Habana para revender a un grupo selecto de clientes los quesos blancos camagüeyanos.
Fuentes del Ministerio de Agricultura en esa provincia informaron que en abril alcanzó a casi 130.000 los animales a los que se les proveía agua a través de vehículos cisternas. En las áreas de pasturas estaban agotadas más de 1.430 fuentes de agua, principalmente pozos y minipresas.
El traslado de agua en vehículos ya abastece a unos 300.000 animales en todo el país, lo cual encarece la actividad ganadera, por el gasto de combustible, y afecta a los vacunos, porque la entrega se hace en forma intermitente.
La situación es aún más grave en Guantánamo, a 970 kilómetros de La Habana, donde en agosto de 2000 la sequía causó la muerte de 1.200 animales, obligó al sacrificio anticipado de otros 635 y el traslado a otras regiones de 9.000 más.
«La tierra es un polvo constante. Cuando llueve no llega a anegarse y cultivos, como el maíz, se queman al sol sin producir nada», lamentó el campesino guantanamero José González Prado, quien viajó esta semana a La Habana.
Especialistas consideran que las lluvias caídas en los últimos meses no fueron suficientes para humedecer el suelo y lograr alguna recuperación en las reservas subterráneas y superficiales.
Algo similar sucederá ahora con los esperados aguaceros de mayo. Aunque en los últimos días se han reportado intensas lluvias en algunos territorios, el Instituto Nacional de Meteorología pronostica una temporada normal.
José Rubiera, director del departamento de pronóstico de esa institución estatal, aseguró que la sequía que afronta el oriente cubano tiene un efecto «acumulativo» y que sólo una tormenta tropical con mucha agua puede superar la situación.
Rubiera explicó que el periodo de lluvias que comenzó este mes será normal, como tendencia, y eso significa apenas un alivio para la sequía.
El gubernamental Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, encargado del sistema de presas en Cuba, estimó al finalizar abril que los embalses del país estaban cubiertos de agua sólo en 40 por ciento de su capacidad en promedio.
La situación es considerada «compleja» en todo el país, pero tiene matices más dramáticos hacia el este, donde algunos embalses sólo llegan a 20 o 30 por ciento de su capacidad.
La ciudad de Santiago, la segunda del país con más de medio millón de habitantes, ha sido declarada en extrema emergencia, pues los cinco embalses que le suministran agua disponen de menos de 20 por ciento.
El régimen de lluvias el año pasado fue del 84 por ciento en comparación con la media histórica de las precipitaciones.
El efecto acumulativo de la sequía y la escasez de lluvia en los últimos meses, a pesar de una temporada invernal fuerte, afectó cultivos esenciales como el azúcar, cuya producción podría caer este año hasta unas tres millones de toneladas.
El gobierno de Fidel Castro, para mitigar el impacto de la situación meteorológica en la población, aplicó medidas especiales en las regiones con mayores problemas y pidió la colaboración del Programa Mundial de Alimentación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El PMA respondió con la aprobación en febrero de un proyecto de asistencia nutricional de 22 millones de dólares para las provincias orientales de Cuba.
Los principales beneficiarios serán las mujeres embarazadas, en periodo de lactancia y los niños y niñas menores de dos años.
El representante del PMA en La Habana, Germán Valdivia, informó que el plan incluirá la entrega de un complemento alimenticio, con cereales enriquecidos de producción nacional, carnes enlatadas y aceite para escolares y ancianos.
En 1998, el PMA había dispuesto una ayuda de emergencia para Cuba, luego de que un estudio de varias agencias de la ONU sobre la sequía en el país concluyera que la isla podía estar a las puertas de una severa crisis alimentaria.
Fuentes de ese programa de la ONU señalaron que la sequía, considerada un fenómeno constante y no sujeto a ciclos, golpeaban el pasado año a unos 100 millones de personas en unos 20 países.
Las zonas del mundo más afectadas en ese momento eran el cinturón al sur de Sahara, que se extiende desde Mauritania hasta Sudán, el Cuerno de Africa, una gran parte de Africa austral y algunas zonas de Asia central y de América Central y el Caribe. (FIN/IPS/da/dm/en/01