FINANZAS: Derecha de EEUU critica «caridad» del FMI a Argentina

La ayuda financiera que otorgó el Fondo Monetario Internacional (FMI) a Argentina y Turquía es el blanco de las críticas de la derecha de Estados Unidos, que pretende que el gobierno de George W. Bush adopte una postura contraria a esta política «caritativa» del organismo multilateral.

Los paquetes de rescate que el FMI otorgó en marzo a Argentina — por 20.000 millones de dólares propios y 20.000 millones más de otras fuentes— y en diciembre a Turquía —por 7.500 millones—, aún no han generado la estabilidad económica esperada en ninguno de los dos casos.

Una misión del FMI se entrevistó la semana pasada en Buenos Aires con el gobierno de Fernando de la Rúa para proponerle una serie de medidas destinadas a superar la recesión económica, que ya lleva 32 meses, y para advertirle sobre los posibles problemas que afrontará.

Charles Calomiris, integrante de la Comisión Meltzer, instituida por el Congreso estadounidense, y profesor de Finanzas y Economía en la Universidad de Columbia, opinó que la ayuda del FMI a Argentina sólo posterga los problemas del país, en lugar de resolverlos.

Las obligaciones de deuda de Argentina aumentaron, mientras las exportaciones se estancaron. La misión del FMI a Argentina recomendó al gobierno que redujera el gasto público en unos 2.000 millones de dólares y llevara a cabo una reorganización del sector público.

El anuncio de las medidas por parte del ministro de Economía, Ricardo López Murphy, provocó la peor crisis política en el gobierno de De la Rúa desde la renuncia del ex vicepresidente Carlos Alvarez.

Mientras, Turquía intenta recuperarse de una fuerte crisis financiera que llevó a su moneda a perder un tercio de su valor.

El ministro de Economía turco, Kemal Dervis, acudió a comienzos de mes a la oficina del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, para negociar un nuevo paquete a través del FMI, pero Washington decidió que Turquía debía conformarse, por ahora, con el último acuerdo.

Estados Unidos es el mayor accionista del FMI, con 18 por ciento de las acciones, por lo que el organismo es considerado con frecuencia como una herramienta del Departamento del Tesoro estadounidense.

«Hay muy buenos economistas en el FMI y no tengo problemas con ellos. El problema está con los que diseñan las políticas del organismo», afirmó el economista liberal David De Rosa, que se opone a los rescates del FMI y a su política hacia los mercados emergentes.

De Rosa presentó la semana pasada su libro «In Defense of Free Capital Markets» (En defensa de la libertad de los mercados de capital), en el que critica las intervenciones del FMI en las crisis de las economías emergentes.

El malestar generalizado por la forma en que el FMI manejó la crisis asiática en 1997 y sus efectos en las economías del resto del mundo motivó a muchos a pedir una reforma de la institución e incluso un cambio en toda la arquitectura financiera mundial.

«La cuestión está en saber si el FMI cambió su política de ser un prestamista para casos extremos. En tiempos del director Michel Camdessus el organismo se volvió una entidad caritativa y destinó miles de millones de dólares para rescatar a Brasil, México, Rusia y otras economías en crisis», dijo Da Rosa.

Los opositores a esta política del FMI, como De Rosa, ven en la decisión de O'Neill de no conceder nueva financiación a Turquía la esperanza de que el gobierno de Bush tomará una postura contraria a los rescates del organismo, tan resistidos por los conservadores del oficialista Partido Republicano.

También se ven fortalecidos por el posible nombramiento de Keneth Dam, como vicesecretario del Tesoro, así como el de John Taylor, como subsecretario de Asuntos Interancionales del Departamento, ambos contrarios a los rescates del FMI.

Los críticos de los rescates financieros sostienen que socavan los fundamentos de la economía libre al invalidar los mecanismos del mercado. Los consideran caros, burocráticos y una traba para la liberalización del mercado.

«Las reformas no serán posibles mientras el FMI siga interviniendo y prestando dinero. Los países del sudeste asiático pudieron recuperarse de la crisis, pero ninguno de ellos logró hasta ahora la reforma estructural», según el Instituto Cato, defensor de la liberalización del mercado.

El instituto recomendó al Congreso estadounidense rechazar futuros pedidos de financiación del FMI, prohibir nuevas misiones y, eventualmente, retirarse del organismo.

Participar en el FMI es «como ser un socio de una firma financiera que otorga préstamos de alto riesgo, paga dividendos a una tasa más baja que los bonos del Tesoro y pide financiación adicional periódicamente», afirmó el presidente del instituto, William Niskanen.

Niskanen presidió en su momento el Consejo de Asesores Económicos del ex presidente Ronald Reagan (1980-1988).

El FMI solicita aumentos de los recursos financieros cada cinco años, aproximadamente. El último fue el año pasado, cuando pidió 18.000 millones de dólares a Estados Unidos.

Los recursos financieros del FMI, obenidos por la contribución de sus 183 países miembros, ascendieron de unos 50.000 millones de dólares en 1950 a 300.000 millones de dólares en 2000. A partir de 1997, el Fondo otorgó más de 180.000 millones de dólares en paquetes de rescate.

El FMI asegura conceder los créditos a cambio de que los países se comprometan a reformar sus políticas económicas, pero no consiguió que esos países ingresen a pleno en el libre mercado, argumenta el Instituto Cato.

«En su lugar, el fondo creó países adictos a los préstamos. Más de 70 estados fueron dependientes de la ayuda del FMI por más de 20 años, mientras 24 países recibieron créditos por un período de 30 años o más», afirmó Ian Vasquez, del instituto.

Uno de los principales opositores del FMI ha sido la Comisión Meltzer, designada por el Congreso estadounidense, que el año pasado recomendó al organismo que se limite a hacer préstamos de último recurso y prestar fondos a tasas punitivas a los bancos solventes.

«Los préstamos a tasas punitivas evitan que el FMI sea usado como canal para distribuir subsidios a los países miembros», explicó Calomiris.

«Ese abuso es la causa de la inestabilidad financiera internacional, pues aumenta los riesgos en los sistemas bancarios de los mercados emergentes, estimula la administración imprudente del gasto fiscal y una actitud temeraria de los prestamistas internacionales», sostuvo. (FIN/IPS/tra-en/gm/da/rp/aq/if/01

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