El nuevo gobierno de Serbia encara la situación de más de 700.000 refugiados procedentes de las repúblicas escindidas de la Federación de Yugoslavia, uno de los problemas más sensibles que heredó del régimen de Slobodan Milosevic.
Las autoridades comenzaron la semana pasada un censo de refugiados, todos de origen étnico serbio, con la colaboración del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Un equipo de 750 voluntarios conducirá el censo hasta fines de este mes en los 180 municipios de Serbia.
«Nuestro primer objetivo es establecer el número exacto de refugiados», dijo a la prensa Sanda Raskovic Ivic, nuevo Comisionado para los Refugiados de Serbia.
La segunda tarea será determinar cuántos de ellos quieren establecerse en forma definitiva en Serbia y cuántos prefieren volver a las regiones en que vivían antes de las guerras de la antigua Yugoslavia.
Tres millones de los 24 millones de habitantes de la antigua Yugoslavia fueron expulsados o huyeron de las zonas en que residían antes de las guerras iniciadas en 1991 y que condujeron a la independencia de cuatro de las seis repúblicas que conformaban la federación.
Sólo Serbia y Montenegro permanecieron bajo la bandera de Yugoslavia.
Serbia fue acusada de comenzar los conflictos armados en Croacia y Bosnia-Herzegovina. Recibió a 700.000 personas de origen serbio que huyeron de Croacia y, con una población total de 7,5 millones, es el país de la región con el mayor número de refugiados.
En 1999 recibió otra oleada de desplazados. Se trataba de 200.000 serbios procedentes de Kosovo, que huyeron por temor a represalias de la mayoría étnica albanesa al retirarse el ejército yugoslavo de esa provincia meridional.
Las fuerzas de seguridad habían expulsado de Kosovo entre marzo y junio de 1999 a 800.000 albaneses kosovares, mientras la Organización del Tratado del Atlántico Norte bombardeaba esa provincia e incluso a Belgrado, con la declarada finalidad de acabar con la limpieza étnica que practicaba el gobierno de Milosevic.
Los serbios de Kosovo, que fueron calificados por ACNUR como «personas desplazadas», no serán incluidos en el actual censo.
Unos 250.000 refugiados serbios procedentes de Croacia y Bosnia- Herzegovina viven en Belgrado y en sus alrededores, 260.000 se encuentran en la provincia de Vojvodina, en el norte de Serbia, y hay otros en varios puntos de la república.
El ACNUR reubicó desde 1995 a 30.000 desplazados en países ajenos al conflicto, especialmente en Australia y Canadá.
Un censo similar se realizó en Montenegro, en diciembre. Las estadísticas de ACNUR señalan que allí viven 14.400 refugiados, de los cuales 10.600 proceden de Bosnia-Herzegovina y 3.800 de Croacia. Montenegro tiene una población propia de 650.000 personas.
«El nuevo gobierno (de Serbia) tiene una obligación con los refugiados, y debe ayudarlos a establecerse en el país o repatriarlos», dijo a la prensa Petar Ladjevic, asesor del presidente yugoslavo Vojislav Kostunica.
El propio Ladjevic, al igual que Raskovic Ivic, el Comisionado para los Refugiados, huyó de Croacia a principios de los años 90.
El gobierno espera obtener del Pacto de Estabilidad para los Balcanes, de la Unión Europea (UE), una parte de los recursos para resolver el problema de los refugiados. «Yugoslavia no tiene dinero para solucionar este caso», advirtió Ladjevic. «Confiamos en la ayuda extranjera».
El Pacto de Estabilidad promovido por la UE comprende a todos los países balcánicos, y Yugoslavia se incorporó el año pasado, luego de la caída de Milosovic y de su régimen.
Durante el gobierno de Milosevic, los refugiados no tenían derecho a la ciudadanía yugoslava, y no podían entonces trabajar ni tener propiedades. Eran ciudadanos de segunda clase en un país empobrecido por las guerras.
«Además de aquellos que perdieron la vida, los refugiados han sido las principales víctimas de los conflictos, pero el régimen de Milosevic no les permitía expresarse», señaló Milorad Muratovic, director de la Asociación de Ayuda a los Refugiados, una organización no gubernamental de Belgrado.
Los datos reunidos en los dos últimos años por la Asociación muestran que sólo tres por ciento de los refugiados en Serbia tienen un nivel de vida por encima del promedio.
«El resto sobrevive, compartiendo la pobreza y el destino de millones de personas en Serbia», dijo Muratovic. «Los refugiados fueron tratados como una carga: su presencia no era deseada por la población local. Se los culpaba por la guerra y de las privaciones, incluso en la propia Serbia».
Serbia fue sometida en dos ocasiones desde 1992 a estrictas sanciones económicas internacionales, por su responsabilidad en los conflictos de la ex Yugoslavia y en las persecuciones en Kosovo.
Era el país más próspero de los Balcanes, pero en pocos años se tranformó en una nación paria, con la economía en su más bajo nivel desde la segunda guerra mundial.
«Debemos conocer los deseos de los refugiados, respetando su voluntad de permanecer aquí, volver a sus hogares o partir a terceros países», observó Vesna Petkovic, de la oficina de ACNUR en Belgrado.
Los resultados del censo serán divulgados en mayo por el gobierno serbio y el ACNUR, durante una conferencia de instituciones de ayuda internacional.
El parlamento de Serbia votó una ley que permite a todos los refugiados serbios adoptar la ciudadanía yugoslava, lo cual facilita su situación en el país.
Pero muchos refugiados son escépticos. «Cuando me fui de Vukovar (Croacia), en 1991, creí que volvería en unas semanas», dijo Mirjana Slavkovic, de 41 años y madre de dos niños.
Pasaron 10 años y «he hecho todo tipo de trabajos para sobrevivir. Mis hijos ahora han crecido. No recuerdan Croacia y no quieren volver. Yo misma no sé qué hacer. La situación no es buena allá y es mala aquí», expresó Slavkovic. (FIN/IPS/tra-en/vpz/mn/dc- ff/pr/01