Una severa escasez de combustible aflige a Zimbabwe, donde numerosos automovilistas recurren al mercado negro para abastecerse y las empresas llevan a cabo despidos masivos ante la crisis.
Aquellos que no están dispuestos a pasar un día haciendo cola deben pagar dos dólares por un litro de gasolina o combustible diesel, cuando el precio oficial es de 72 centavos de dólar.
En algunos poblados de los alrededores de Harare, las calles están cubiertas de latas de combustible vacías, que son usadas por los negociantes para mezclar la gasolina con agua o té y el diesel con queroseno, y vender así más cantidades.
Zimbabwe afronta hace más de un año la escasez de combustible, atribuida a la falta de divisas extranjeras. La situación se agravó en forma alarmante y casi todas las gasolineras del país carecen de reservas desde la semana pasada.
La escasez afectó la industria y el turismo, sectores muy dependientes del combustible. Los taxistas también sufren una dramática caída en sus ingresos. «A veces uno pasa dos días sin trabajar, y algunos de nosotros vivimos de una comisión por cada viaje que hacemos», dijo un taxista de Harare.
Algunas compañías que dependen del combustible diesel debieron despedir empleados, y no los retomarán hasta que la situación mejore. La Cámara Nacional de Comercio de Zimbabwe prevé una gran reducción de los puestos de trabajo como consecuencia de la crisis.
El sector agrícola también sufre la crisis energética y se prevé que gran parte de las cosechas se perderán si la escasez de combustible persiste en la próxima temporada. La economía de Zimbabwe depende en gran medida de la agricultura.
Las inundaciones en Mozambique también afectaron la entrega de combustible a Zimbabwe, según portavoces de la industria petrolera. Este país importa su petróleo a través de carreteras y oleoductos desde el puerto mozambiqueño de Beira, aislado luego de las lluvias.
«La situación empeoró y se redujeron las reservas en todo el país. La sociedad debe ahorrar combustible y evitar todo viaje innecesario», exhortó un representante de la industria petrolera.
Además de la escasez de moneda extranjera, la crisis del combustible también se atribuye a una mala administración de la estatal Compañía Nacional Petrolera de Zimbabwe (NOCZIM).
Esta mala administración le costó al puesto al ministro de Energía, Enos Chikowore, cuando la escasez comenzó. Varios funcionarios asumieron luego la dirección de la empresa estatal, pero debieron renunciar o fueron despedidos.
La semana pasada, toda la mesa de directores de NOCZIM renunció luego de acusar al gobierno de interferencia en sus operaciones. Los directores señalaron que no podían cumplir con su función de forma eficiente.
Las operaciones de NOCZIM son, en general, secretas. El último contrato por 75 millones de dólares con el ABSA Bank de Sudáfrica fue abortado a fines de la semana pasada sin que las autoridades dieron explicaciones.
Portavoces del sector industrial dijeron que la crisis del combustible continuará mientras NOCZIM no pague su deuda de más de 90 millones de dólares con los principales distribuidores de combustible.
Zimbabwe consume dos millones de litros diarios de gasolina y Harare se lleva la mitad.
El gobierno permitió a empresas privadas importar combusible directamente, pero muchas no lo hacen pues deben proveerse de moneda extranjera en el mercado paralelo.
El gobierno fijó una precio para el dólar estadounidense en 55 dólares de Zimbabwe, pero en el mercado paralelo esa cotización se eleva a 90. El gobierno controla el precio del combustible y es ilegal comprar o vender a precios que no sean regulados por el Estado.
El presidente Robert Mugabe acusó a los bancos internacionales y a los empresarios blancos del país de provocar la escasez de moneda extranjera. Pero los economistas acusan a Mugabe por la crisis. (FIN/IPS/AF/IF/lm/mn/rp/mj/if/01