La segura designación del canciller egipcio Amr Moussa como secretario general de la Liga Arabe fue celebrada por muchos que lo consideran el único capaz de revitalizar la alianza, pero causó descontento entre sus compatriotas.
Moussa, a cargo de la cancillería desde 1991, es visto como el hombre ideal para darle nuevo vigor a esta organización de 22 naciones árabes, según muchos aquejada de una prolongada inoperancia.
Otros consideran que ni siquiera su nombramiento será suficiente para solucionar los grandes problemas que afronta la Liga.
El Cairo postuló a Moussa para remplazar al actual secretario general, el también egipcio Esmat Abdul Meguid, cuya gestión de 10 años concluirá en mayo, con la intención de evitar eventuales desavenencias entre las naciones árabes en el proceso de elección.
Varios países planificaron presentar sus propios candidatos a la Presidencia de la organización, pero El Cairo nominó a este diplomático admirado y respetado en todo el mundo árabe para asegurar el consenso.
«Argelia, Jordania y Yemen habían preparado sus propios candidatos, pero los retiraron por respeto a la sobresaliente estatura política de Moussa», dijo una alta autoridad de la cancillería egipicia.
«La nominación de Moussa se enmarca en un plan egipcio para estrechar la cooperación económica y política entre los países árabes, meta que puede perderse si surgen desavenencias ante la falta de liderazgo», agregó.
El informante, que pidió no ser identificado, aseguró que el mundo árabe se sintió aliviado cuando Egipto postuló al diplomático para convertirse en el sexto secretario general de la Liga Arabe, fundada en 1945.
Moussa, nacido en El Cairo en 1936, estudió derecho internacional en la universidad de la capital egipcia y en la de París. Trabaja en la cancillería desde 1958. Fue portavoz del gobierno y embajador en India, Suiza, la hoy disuelta Unión Soviética y ante la Organización de las Naciones Unidas.
Algunos periódicos de El Cairo calificaron la postulación de Moussa de «correcta inversión de la influencia política de Egipto», a pesar de la resistencia de algunos países arabes a mantener el monopolio egipcio en el cargo.
El próximo líder de la organización panárabe será designado el mes próximo en Amman.
Desde la invasión iraquí a Kuwait en agosto de 1998, la Liga Arabe ha sido menospreciada y considerada un grupo ineficaz, presidido por un hombre sin carisma ni liderazgo.
«Esto es en parte cierto, pero también es verdad que los problemas de la Liga Arabe eran tan grandes y complejos que aun el líder más experimentado habría tambaleado», afirmó el profesor de Ciencias Políticas Hassan Nafa.
«No hay duda de que Moussa dejará su huella en la Liga Arabe, pero todavía está por verse si será capaz de revitalizarla», agregó.
El experto señaló que Egipto podría haber perdido el puesto de la Secretaría General si no hubiera nominado a alguien «del calibre de Moussa».
«Moussa es un regalo de Egipto a la Liga Arabe. Es un político con visión», afirmó, por su parte, el columnista del periódico Al Ahram, Salama Ahmed Salama.
Algunos analistas dudan de que Moussa pueda rescatar a la organización. «La pregunta es: ¿puede la Liga Arabe con todos sus problemas beneficiarse de un diplomático activo como Moussa? Esperamos que sí», comentó Said Sonbol, columnista del diario Al Akhabar.
«Es díficil a estas alturas predecir quién sucederá a Moussa en la cancillería, pero sea quien sea, que Dios lo ayude a llenar ese vacío», comentó el periodista Alaa El-Dabaa.
«Estoy agradecido por la nominación y la confianza depositada en mí por parte de los líderes egipicios», fue el único comentario de Moussa al respecto.
Pero entre los egipcios reina un gran descontento a raíz de la nominación, pues sienten que pierden a uno de sus ministros más populares, a pesar de que su eventual elección como secretario general de la Liga Arabe consolidaría el prestigio de su país en el área.
Moussa ganó popularidad por sus críticas a Israel y su apoyo a los derechos palestinos. «Los israelíes odian el coraje de Moussa. Una autoridad de Israel un día declaró que sería muy difícil alcanzar la paz mientras Moussa siguiera siendo canciller de Egipto», dijo El-Dabaa.
«La popularidad de Moussa aumentó luego de sus duras críticas a Israel durante un debate televisado en Estados Unidos con el entonces canciller israelí Shlomo ben Ami», explicó el analista político Mohamed Sid Ahmed.
Muchos egipcios que no tienen fe en la Liga Arabe creen que Israel celebrará esta nominación, pues con ella se librará de este rudo oponente.
El semanario Sout al Umma destacó que los egipcios colocaron a Moussa en el pedestal de héroe, al punto que el cantante popular Shaaban Abdul Rahim le dedicó una canción titulada «Amo a Amr Moussa y odio a Israel».
El periódico Al Arabi, portavoz del opositor Partido Nasserista, comentó la nominación del canciller con la palabra «conmoción» en su portada.
«¿Por qué sacar a Moussa de la cancillería cuando ha trabajado bien y en momentos que Egipto afronta grandes desafíos en política exterior con la elección de (el conservador) Ariel Sharon (como primer ministro) en Israel?», preguntó la publicación.
Pero otros consideran que la nominación es, más que nada, una degradación.
«En toda su carrera, Moussa se mantuvo alejado de las camarillas políticas que sólo procuraban más poder y lo descalificaban como individuo antes de juzgar su desempeño», sostuvo Said Abdul Khalek, ex editor en jefe del periódico opositor Al Wafd.
«Moussa le dio al cargo de canciller una nueva vitalidad y puso fin a la imagen tradicional de un títere que hace sólo lo que otros mandan. Estuvo en el proceso de toma de decisiones y su dinamismo representó una amenaza para otros hombres de peso del gobierno», sostuvo el politólogo Ahmed Youssef.
Moussa tuvo que enfrentar una fuerte oposición interna, así como furiosas críticas del exterior. Los distintos gobiernos de Israel desde el de Isaac Shamir en los años 80 se quejaron por las posturas del canciller egipcio y sus denuncias contra lo que llamó «atrocidades israelíes».
«La presencia de Moussa en la cancillería egipcia no iría a tono con los últimos acontecimientos en Medio Oriente, entre ellos el triunfo del partido derechista Likud en Israel y del Partido Repúblicano en Estados Unidos. Ante esto se necesita flexibilidad, y eso es algo que Moussa no puede ofrecer», agregó. (FIN/IPS/tra- eng/hs/sm/rp/mj/ip/01